Nunca Dejaré Que Pierdas

—¿Demonios? ¿Cuántas personas especiales viven en este imperio? —exclamó, como si tratar con brujas y humanos al lado de vampiros fuera una tarea fácil.

—Eso... los demonios no viven aquí. Pero los bosques son el lugar perfecto para invocarlos debido a su naturaleza oscura —explicó—. Este palacio no recibía los rayos del sol durante días, haciéndolo un lugar oscuro. Incluso podrías realizar aquí todas las sacrificios fácilmente. De hecho... —se detuvo como si estuviera dudando cuando los ojos de Hazel se entrecerraron mirándolo.

—No creo que tu existencia sea una casualidad y tampoco tu muerte —suspiró ya que no quería objetivarla pero se sintió aliviado de que a ella no le importara.

—Entonces, todo este tiempo estuve pensando que mi madre y los demás me odiaban porque soy diferente a ellos —su voz sonó un grado más baja mientras reía con la cabeza alzada hacia el cielo—. ¡Pero la verdad era que... ella se esforzó en hacerme así!