—¿Es eso una amenaza? —Aurel apretó los dientes.
—Es un recordatorio —dijo Amanecer—. ¿Puedes estar callada? Ya has hablado demasiado, ¿no crees?
Amanecer no podía entender el odio ciego que Aurel albergaba hacia ella. Sí, sabía que esta curandera estaba enamorada de Cenit o algo así, pero ¿creía que odiándola, Cenit le gustaría a ella en su lugar?
Lanza tomó la iniciativa de llegar al lado de Aurel y hablarle en voz baja, parecía severo cuando manejaba a esta curandera.
A Amanecer le tomó un tiempo cuando revisó a Zander. Frunció el ceño e intentó recordar la lección que había aprendido del curandero de su manada. No era fácil ya que no había nacido como curandera, había un poder curativo que solo alguien nacido como curandero/a podía utilizar.
—¿Qué le diste al rey? —Amanecer frunció el ceño, miró a Aurel con severidad—. ¿Qué le hiciste comer?
—¡Por supuesto, le di medicina! ¿Qué piensas que le di? —replicó Aurel.
—Sé específica —pidió Amanecer.
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