Intereses oscuros

En lo más profundo de la tierra, oculto bajo capas de piedra y olvido, se encuentra un lugar de horror y desesperación. Un laboratorio oscuro y siniestro se extiende bajo la superficie, un refugio para los experimentos más atroces y prohibidos. Las paredes de este lugar están hechas de un gris frío y sucio, marcadas por años de humedad y descuido. La luz es escasa, filtrada únicamente a través de antorchas que apenas logran iluminar los interminables pasillos que serpentean por el laberinto subterráneo.

El aire es denso y cargado, impregnado con el olor metálico de la sangre y el ácido químico. El eco de los pasos en los pasillos largos y vacíos resuena con un sonido sordo, interrumpido solo por los agudos gritos de sufrimiento que emanan de las celdas adyacentes. Estos gritos, distantes y desgarradores, se mezclan con el murmuro ocasional de máquinas y el zumbido de los equipos de laboratorio, creando una sinfonía inquietante de tortura y desesperación.

El laboratorio en sí está lleno de mesas de acero inoxidable cubiertas de equipos quirúrgicos y frascos con líquidos de colores nauseabundos. Las superficies están salpicadas de manchas oscuras, el vestigio de numerosos experimentos inhumanos.

Las celdas de los prisioneros están alineadas a lo largo de los pasillos, cada una con una puerta de metal oxidado que se abre con un chirrido inquietante. Dentro, los prisioneros están encadenados y enclaustrados en condiciones deplorables. Sus cuerpos están demacrados, y sus mentes han sido fragmentadas por el abuso constante. Algunos murmuran palabras incoherentes, otros simplemente se tambalean contra las paredes de sus celdas, sus ojos vacíos reflejando la locura que ha dominado sus mentes.

Por los pasillos caminaba una persona un tanto sospechosa su mirada se veia preocupada como si se fuera a enfrentar a un gran peligro, al momento de entrar a la habitacion esa persona se arrodillo con su cabeza en el piso su cara solo mostraba miedo "Mi lord Orochimaru nos estamos quedando sin sujetos de prueba "

"Ya veo..." murmuró Orochimaru con una calma escalofriante. "Entonces es hora de recolectar más... y ya tengo el lugar perfecto en mente." Se lamió los labios con un aire siniestro, como si saboreara la idea. "Iré personalmente", continuó, mientras su sonrisa retorcida se expandía. "Además, tengo una misión de Akatsuki que cumplir."

Orochimaru se encontraba en la frontera del País del Rayo, envuelto en su característica túnica negra con nubes rojas, el símbolo inconfundible de Akatsuki. Junto a él, su compañero Sasori de la Arena Roja, un despiadado titiritero que manipulaba cadáveres para transformarlos en marionetas, usando sus habilidades en lo que él llamaba su "obra de arte". La misión que les había sido asignada por Kumogakure era eliminar a unos ninjas renegados que habían asesinado a un líder jounin. Pero no se trataba de cualquier jounin: era un ninja de rango S, uno de los activos más valiosos de la aldea, traicionado y eliminado por sus propios compañeros. La gravedad de la situación había obligado a Kumogakure a recurrir a Akatsuki, una organización temida, para manejar el asunto. La aldea estaba lidiando con serios problemas internos y no podía permitirse más bajas ni desconfianza.

Orochimaru, con su mirada calculadora, dirigió sus ojos hacia Sasori. "Cuando terminemos esta misión, haremos un desvío. Necesito más sujetos de prueba", dijo con su tono suave pero firme.

Sasori, sin mostrar objeción, asintió. "De acuerdo. Quizás encuentre alguna marioneta nueva por el camino", respondió con su fría voz, casi indiferente, pero con la misma sed creativa.

Sin más discusiones, ambos shinobis se encaminaron a completar su misión, cada uno con sus propios intereses oscuros.