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Los Iustitia: El inicio de la división

El mundo acaba de ser gobernado por una raza mitad humana y mitad animal nombrada "animano", Chile no se libra de la expansión y este cambio traerá conflictos al interior del país. Ahora la familia Iustitia junto con otras cuatro mas deberán mantener el equilibrio dentro de la nación al mismo tiempo que lidian con sus conflictos tanto internos como entre ellos.

Endras_94 · Khoa huyễn
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27 Chs

Santa Lucia

El día después de la reunión con las otras familias, mi esposa Natalia me invito a pasear por el cerro Santa Lucia, debido al tiempo que había pasado desde nuestra última cita, negarme habría sido un gesto egoísta. Para nuestra incomodidad tres animanos de aspecto más humano posible se vistieron de civil para vigilar nuestros alrededores mientras pasamos el rato en el cerro.

Hace alrededor de 14 años atrás, se hizo popular una investigación la cual afirmaba que el cerro Santa Lucia antes de la llegada de los españoles era un punto administrativo de la ruta del Inca, los españoles usaron ese mismo lugar para fundar la ciudad de Santiago, ambos reconocieron la visión estratégica al punto de que se construyeron dos fortalezas en la cima, las cuales hoy en día solo son un lugar para turistas.

— Te ves serio —me comenta mientras paseamos en la cima del cerro— aunque con tu cara de león casi siempre te ves así.

Sonrió a su comentario— Ciertamente mi cara no es muy amigable —al punto de que las otras personas mantienen su distancia— pero te aseguro que estoy disfrutando este momento contigo.

Llegamos al mirador, ella me toma de la mano, juntos observamos Santiago, es una ciudad en crecimiento, puedo ver tanto potencial en ella y siento que los animanos también lo saben, trato de visualizar donde construiremos la muralla, pero me cuesta aceptar la idea, separar el país solo creara resentimiento.

— Eusebio... necesito que me esperes aquí por un momento.

— ¿Esperarte? ¿Sucede algo?

Suelta mi mano— No es nada importante, pero necesito que permanezcas en este lugar.

— Entendido —veo como se retira del mirador, uno de los guardias en cubierto la sigue ¿De qué se trata esto?

A los pocos minutos regresa acompañada de otra mujer, ella usa unos enormes lentes negros, un sombrero de ala enorme, se ve muy elegante, pero percibo familiaridad en ella, Natalia habla con los guardias para que la dejen pasar sin revisarla, al estar más cerca agudizo mi olfato, es el olor de mi hija, un pequeño gruñido de molestia se me escapa.

— Al menos no gritaste —contesta Rosa mientras se apoya en la baranda de piedra del mirador.

— ¿Así que por esto querías venir al cerro? —pregunto a Natalia.

— Tu hija quiere hablar contigo.

— No soy su hija —aclara Rosa— mi papá fue devorado por ese león, estoy aquí hablando con el líder de la familia Iustitia, vine para agradecerte por creerme.

— No se trata de creer tu palabra —trato de buscar las palabras correctas— te crie por 33 años, quizá seas llevada a tus ideas, pero no eres una asesina, aunque si una traficante de armas.

— Tenemos que ganarnos la vida de algún modo, mantener una revolución no es barato.

— Tampoco acabarla —ambos nos quedamos en silencio, debí haber pensado con más cuidado esa respuesta— Rosa... no quiero lastimarte.

— Entonces ayúdanos a liberar el país, si algo queda de mi papá en esa criatura, espero que recapacite sobre lo que estás haciendo y ahuyente a los invasores, primero fueron los españoles, ahora son los animanos.

— Los españoles y nosotros son historias diferentes.

— ¿Lo son? Llegaron a este país trayendo "ayuda", pero usan sus tropas para imponer su visión de mundo, mi papá vería detrás de sus mentiras.

— Eres demasiado joven para ver el panorama completo, el mundo está avanzando y si no formamos parte del cambio, caeremos en el olvido.

— Mejor existir en el olvido que perderse con la corriente del mundo.

— No tienes el peso de un país entero en tu espalda, sigues siendo una mujer que vive en una nube.

— No tiene caso tratar de hacerte razonar, ese monstruo te consumió por completo.

— Rosa —Natalia se preocupa— no seas así, tu pa... Eusebio se preocupa por tu bienestar.

— No sé cómo mandar militares a darme cacería sería bueno para mí —se aleja de la baranda de piedra del mirador— espero que un día tú habrás los ojos mamá, ese que esta a tu lado no es tu esposo y lo único que le interesa es ayudar a sus amigos monstruos —tras decir nos abandona.

Natalia inclina su cabeza hacia el suelo, coloco mi mano sobre hombro— Dale tiempo querida, tarde o temprano se dará cuenta de que es inútil pelear contra la corriente.

— Solo espero que sea antes de que alguien apriete el gatillo en su contra —Le doy un abrazo con fuerza— la extraño tanto —ella comienza a sollozar, apoyo el costado de mi cabeza sobre la de ella y dejo que se desahogue.

En el regreso a casa, ambos guardamos silencio, ella aún debe estar pensando en Rosa, yo regreso mi mente al trabajo, trato de comprender quien es el verdadero asesino de Octavio y cuáles son las intenciones de Samuel y Leticia para que Roberto Vindicta se nos una en la mesa.

En casa nos encontramos con una visita inesperada, Carolina acaba de regresar de su viaje reflexivo, Natalia la abraza como si no la viese hace décadas, lo cual también sorprende a mi hija que con la mirada me pregunta "¿Qué ha pasado?", le indico que lo conversaremos más tarde.

Después de que Carolina acompañara a su madre a la habitación y conversaran un rato, vino al living, donde estoy leyendo el diario, específicamente la columna que habla sobre nuestros anuncios, me sorprende que solo estén hablando de los hechos y no especular o teorizar con base en nuestros anuncios.

— Mamá me contó que te has reunido con Rosa —se le escucha molesta— debiste entregarla a las autoridades, es una terrorista.

— No ha cometido ningún crimen que la vuelva terrorista.

— Pero siembra el terror en la población con sus ideas de que los animanos planean erradicarnos, eso también es terrorismo.

Cierro el diario— Si entregara a tu hermana a los militares, tu madre se moriría de la tristeza.

— Pero su hija permanecería viva, mejor entre las rejas que con una bala en la cabeza.

— ¿Crees que le dispararía a mi propia hija?

— ¿Tú? Claro que no —aquello sonó despectivo— eres demasiado gentil papá, pero los otros cuatro, ambos sabemos que la mano ni les temblara cuando lo hagan.

Pienso en Samuel— Con alguno de ellos seria verdad.

— Bueno, tampoco se puede hacer mucho más con mi hermana, me gustaría volver a la acción ¿Qué necesitas que haga?

Aquella pregunta me ilumino la mente— Necesito que te compres el vestido más elegante, pasado mañana tendremos una fiesta por tu regreso, necesito que me ayudes a conocer a un hombre.

Carolina me mira intrigada— ¿Quieres conocer a alguien? —sonríe interesada— tengo la sensación de que algo importante está sucediendo y ahora soy parte de ello.