Capítulo 39 Epílogo 1. Que comience el juego.
Toc Toc.
"Adelante."
La puerta de la oficina se abrió y Alan entró en la habitación. Frente a él, un hombre se sentó en un escritorio en una silla de cuero cara y estudió los documentos.
"¿Qué hay de nuevo?" preguntó el hombre, sin apartar la vista de los papeles.
"Maestro, los expertos están tratando de restaurar los datos originales de la fórmula, pero sin resultados hasta el momento. La ubicación aproximada del error ha sido revelada, pero llevará tiempo para la solución final", respondió Alan.
"¿Cuanto tiempo?"
"Alrededor de dos semanas, Maestro".
"No me conviene. Dame el documento".
Alan le entregó al hombre una versión impresa del documento que recibió de Elena ese día. El hombre comenzó a revisar las páginas cuidadosamente.
Aproximadamente media hora más tarde, la risa fuerte y estridente de los hombres rompió el silencio de la habitación. Unos minutos más tarde, el hombre se calmó y se limpió las lágrimas que brotaron de sus ojos por la risa fuerte. Alan se sorprendió por la reacción inusual de su Maestro.
"Sí, no me he reído así en mucho tiempo". El hombre tomó el bolígrafo y rodeó un punto en el texto de la última página. "Aquí es donde está el error: línea 2341. Usted resolverá el resto por sí mismo", respondió y devolvió los documentos a Alan.
"¿Qué pasa con el caso de Lee Pharmaceuticals?"
"Todo está listo, Maestro. Puede proceder con la implementación del plan".
"Genial. Eres libre de irte".
Alan hizo una reverencia y salió de la oficina. El hombre se levantó de su silla, fue a la ventana y encendió un cigarrillo. Una sonrisa satisfecha se deslizó por su rostro nuevamente.
"Bueno, mi gatita, ¿querías ponerme a prueba? Acepto tu juego con gran placer. Veremos qué harás cuando todo lo que estás acostumbrado comience a desmoronarse ante tus ojos".
Lentamente liberó una nube de humo de sus pulmones, y la oficina se llenó de nuevo con su fuerte risa.