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Capitulo 14 Los hermanos Anderson

—Una vez más esa horrible pesadilla, no logro comprender por qué la he estado teniendo, pero en esta ocasión fue aún más extraña que las anteriores—susurró confundido mientras se frotaba el rostro con las manos.

Leigh se encaminó hacia la puerta de su habitación, la abrió y salió, cerrándola tras de sí, para dirigirse hacia el baño que se encontraba al final del pasillo. Al llegar, se topó con su hermano mayor Russell, quien salía del baño con el pecho tonificado y mojado, su cabello rubio oscuro goteaba agua y llevaba una toalla atada a la cintura para cubrir sus partes íntimas, ya que acababa de ducharse.

—Hola hermanito—saludó Russell al encontrarse frente a Leigh.

Leigh tiene un hermano mayor llamado Russell. Russell, quien ahora es un adolescente de 18 años, ha crecido hasta alcanzar una altura de 1.78 m. Es un chico muy coqueto con las chicas y a veces puede ser un poco presumido debido a su apariencia física, la cual es bastante atractiva.

El surf es su pasión y deporte favorito. Russell es muy reconocido en la comunidad de surfistas, ya que ha competido en numerosas ocasiones y ha dejado una gran impresión en todos. Ha logrado ganar varias competencias, lo que lo ha convertido en uno de los surfistas más destacados. Además, ha sido capaz de humillar a algunos surfistas profesionales con su habilidad y destreza en las olas. Su talento y dedicación al surf lo han llevado a ser admirado y respetado por muchos en el mundo del surf.

—Hola Russell —saludó Leigh con cierta desilusión al observarlo. Las ojeras debajo de sus ojos reflejaban su agotamiento debido a las pesadillas que le impedían conciliar el sueño adecuadamente por las noches.

—Últimamente te ves realmente mal cuando te levantas por las mañanas, ¿no has estado durmiendo? —preguntó Russell al notar las ojeras de Leigh.

—Últimamente no he estado durmiendo muy bien, he experimentado pesadillas desde hace 7 días, las cuales me han causado insomnio —confesó Leigh.

—¿De qué tipo son las pesadillas? —preguntó Russell.

—En mis pesadillas, siempre veo una invasión alienígena en la ciudad de Nueva York, donde criaturas monstruosas de seis ojos asesinan a la gente. También observo a individuos encapuchados con rostros fantasmales destruyendo todo a su paso, a mis padres siendo aplastados por un edificio y a un ser horripilante cuyo objetivo es destruir la Tierra. Tanto mis amigos como tú y yo llevamos armaduras extrañas y poseemos poderes. Por último, me encontré con una anciana que me dijo que estábamos destinados a salvar el mundo de las sombras y que todo lo que visualizaba era una visión del futuro.—Leigh comenzó a relatar lo que había soñado.

—Según lo que mencionas, llevas siete días seguidos teniendo la misma pesadilla —observó Russell.

—Así es, y te aseguro que es sumamente irritante, se está convirtiendo en una verdadera tortura para mí. Espero que desaparezcan pronto o terminaré volviéndome loco—manifestó Leigh, con evidente molestia.

—Leigh, es completamente ridículo lo que acabo de escuchar. Deberías dejar de perder el tiempo leyendo esos cómics de superhéroes. Seguro has estado fantaseando con esa ficción —comentó Russell sin tomar en serio las palabras de Leigh, parecía que se estaba conteniendo la risa.

—Seguro que se te pasará, así son las pesadillas —comentó Russell mientras pasaba junto a él para dirigirse a su habitación.

—Son solo pesadillas, no les des importancia—agregó Russell.

—Créeme, nada de lo que he visto está en algún cómic de superhéroes—comentó Leigh mientras seguía a Russell hacia su habitación.

Russell y Leigh entran a la habitación. Una vez dentro, Russell se detiene frente al espejo y se observa detenidamente, analizando cada detalle de su apariencia. Con gesto serio, comienza a peinar su cabello mojado hacia atrás, utilizando sus dedos para acomodarlo de manera precisa, ya que parte de su cabello le caía sobre el rostro y le resultaba incómodo.

—Las pesadillas son solo ilusiones, así que no debería preocuparme por eso, Russell —respondió Leigh, observando su propio reflejo en el espejo.

—Si es cierto, Russell —afirmó Leigh, confirmando sus palabras.

— Bien, ahora largo de mi habitación, necesito ponerme ropa— expresó Russell, sacando a Leigh de su habitación y cerrando la puerta

Luego de la conversación que Leigh mantuvo con Rusell, decide regresar al baño. Al llegar, abre la puerta, la cierra y se observa en el espejo, notando sus ojeras y mostrando una expresión de disgusto en su rostro.

—Qué aspecto tan desagradable tengo—susurró para sí mismo.

Leigh gira la perilla del lavamanos con cuidado, sintiendo el agua fría en sus manos antes de lavarse la cara. Una vez que ha terminado, procede a cepillarse los dientes con movimientos suaves y precisos. Luego, se quita el pijama lentamente, dejando al descubierto su piel desnuda, y abre la ducha para comenzar a lavarse por completo.

Mientras alza la cabeza para permitir que el agua limpie su rostro, cierra los ojos por un instante, lo cual provoca un recuerdo de los encapuchados que había presenciado en sus pesadillas, asesinando a personas junto a criaturas tenebrosas. También rememora al rey de las sombras, Herrscher Schatten, quien anhelaba destruir la Tierra y a los guerreros que habían sido seleccionados para salvarla a su lado. Incluso evoca a la anciana que le había revelado que todo lo que había visto era una visión de lo que ocurriría en un futuro.

Leigh se sobresaltó y dio unos pasos hacia atrás, chocando su espalda contra la pared. Exclamó con sorpresa: "¡No puede ser!".

—Leigh, cálmate... Solo fue una pesadilla estúpida —susurró tratando de tranquilizarse, luego soltó un suspiro profundo para liberar la tensión.

Leigh cerró los ojos y se esforzó por controlar su respiración agitada. La pesadilla había sido tan realista y aterradora que aún sentía el corazón latiendo desbocado en su pecho. Intentó recordar que todo había sido producto de su mente, que no había nada que temer en la realidad. Susurró su propio nombre en un intento de reconfortarse, recordándose a sí misma que estaba a salvo en su casa.

Leigh respiró hondo, inhalando el aire fresco y exhalando lentamente, en un intento de liberarse de todas las preocupaciones y miedos que la pesadilla le había causado. Sin embargo, se dio cuenta de que su cuerpo seguía tenso, sin poder relajarse por completo.

De repente, después de unos segundos, Leigh comenzó a experimentar un dolor de cabeza que le provocó un leve mareo. Para mantenerse en pie, instintivamente colocó su mano sobre la pared en busca de apoyo. El mareo se intensificó de manera sorprendente, llegando a tal punto que todo a su alrededor se volvió oscuro y borroso. Incapaz de ver nada, tropezó con la bañera y cayó al suelo, quedando boca abajo.

—Maldita sea —exclamó Leigh mientras yacía en el suelo.

Mientras tanto, Mary y Roger se encontraban en la cocina preparando el desayuno para sus hijos. Mary había decidido hacer huevos revueltos acompañados de pan tostado y tocino, una combinación deliciosa y nutritiva para comenzar el día. Mientras servían el desayuno en los platos que habían colocado sobre la mesa, Roger decidió abrir el refrigerador y sacar un jugo de naranja fresco para que cada uno pudiera servirse si así lo deseaba. Colocó el jugo en el centro de la mesa, asegurándose de que estuviera al alcance de todos.

Mary escuchó un ruido proveniente del baño y se acercó a Roger para contarle lo que había oído.

—¿Escuchaste eso, Roger? —preguntó Mary.

—¿Escuchar qué cosa? —respondió Roger.

—Escuche un ruido que seguramente provenía del baño —comentó Mary

—Tal vez Russell o Leigh estén moviendo cosas en su habitación —comentó Roger mientras miraba a Mary.

Una vez que terminaron de servir el desayuno, Roger decidió que era hora de salir de la casa por que esperaba que el repartidor del periódico le dejara el suyo en la entrada. Se dirigió hacia la puerta principal y, al llegar, la abrió cuidadosamente. Sin embargo, antes de salir, notó que el periódico estaba tirado en el suelo. Decidió recogerlo para que no se ensuciara y volvió a entrar a la casa, cerrando la puerta tras de sí. Al regresar a la cocina, Roger tomó una silla y se sentó, listo para disfrutar de su desayuno junto a su familia.

—Vamos a ver qué novedades nos trae hoy—susurró Roger al desplegar el periódico para informarse de los sucesos del país.

Russell entra al comedor con su mochila colgada del hombro derecho mientras intercambia mensajes con una chica en su teléfono móvil. Luego, desplaza la silla hacia atrás y se acomoda para disfrutar de su desayuno.

—Nos encontraremos en tu casa después de que las clases terminen, ¿de acuerdo? —le escribió Russell a Elizabeth en un mensaje de texto.

—Russell, debes tomar el desayuno o irás a la escuela sin haber comido nada —reprendió Mary al quitarle el celular de las manos.

—Mamá, ¿qué estás haciendo? Estaba enviando mensajes de texto con Elizabeth, es algo importante —protestó Russell mirándola.

Mientras Roger seguía leyendo el periódico, expresó: "Estabas coqueteando con ella por mensaje de texto, eso no es importante, hijo".

—No estaba coqueteando, solo le mencionaba que la vería después de la escuela—respondió Russell

Mary preguntó: "¿Qué piensas hacer con ella después de la escuela?".

—Hmm... voy a hacer una tarea que tenemos pendiente —tartamudeó Russell, sin saber cómo ocultarlo.

—Así que tienes una tarea pendiente con ella... espero que me estés diciendo la verdad, no quiero que su padre nos llame diciendo que te sacó de la casa a la fuerza porque intentabas tener relaciones sexuales con su hija —advirtió Mary.

—No confían en mí —cuestionó Russell victimizándose.

—Sí, Russell, confiamos en ti, pero tus malas calificaciones nos hacen dudar en ocasiones —expresó Roger.

—Sería conveniente que estudiaras con más frecuencia para poder mejorar tus calificaciones —añadió.

Leigh entra al comedor con una expresión pálida en su rostro. Observa una silla vacía y rápidamente se dirige hacia ella, colocando su mochila en el suelo junto a la silla. Se sienta con cuidado, mostrando signos de cansancio.

—Mamá, ¿podrías por favor prepararme una taza de café? Todavía me siento agotado —solicitó Leigh.

—Por supuesto—respondió Mary mientras se levantaba de su asiento.

—Leigh, te noto pálido, no te ves bien —añadió observando a Leigh con preocupación.

—Me encuentro bien, solo necesito una taza de café —declaró Leigh.

Mary se encamina hacia la cocina, toma una taza, vierte el café y se la entrega a Leigh.

—Te agradezco, lo necesitaba —expresó Leigh al dar un sorbo al café, posteriormente dejó el resto a un lado.

—Leigh luce mucho peor de lo que estaba hace 15 minutos cuando nos encontramos —comentó Russell mientras observaba detenidamente a Leigh.

—Me siento aún peor porque tuve un mareo en el baño —respondió Leigh, dirigiendo su mirada hacia Russell.

—Leigh, tuviste un mareo en el baño, por eso escuché un ruido proveniente de allí —expresó Mary, mostrando preocupación en su rostro mientras observaba a Leigh.

Mary verificó si Leigh tenía fiebre tocando su frente.

—Leigh está enfermo, sería la primera vez que se enferma —afirmó Russell, mirando a Leigh de forma extraña.

—Si estás enfermo, no podrás ir a la escuela y no podrás prestar atención en clase. Será mejor que te quedes a descansar —comentó Roger al apartar el periódico de la mesa.

—No tengo intención de quedarme aquí para aburrirme —declaró Leigh, mientras observaba a Roger con una expresión pálida.

—No deseas quedarte porque quieres ver a Alice Walker —afirmó Russell de manera coqueta.

Las mejillas de Leigh se ruborizan al escuchar a Russell decir que no quiere quedarse en casa porque desea ver a la chica que le ha gustado desde la escuela primaria.

Su comentario insinuaba que Leigh tenía otros planes más interesantes y que la presencia de Alice Walker era un incentivo adicional para no quedarse la casa aburrido.

—"Algún día espero convertirme en el novio de Alice Walker, la chica de mis sueños".—Leigh, con las mejillas sonrojadas, expresó.

— "Nunca serás su novio, ella está saliendo con Jeiden Smith, el chico más popular de la escuela y el capitán del equipo de fútbol americano. No podrías competir con él, así que sería mejor que te olvidaras de eso".—respondió Russell de manera burlona.

—¿Crees que Jeiden, el odioso, es mejor que yo? —inquirió Leigh mientras observaba a Russell.

—Sí, hermano, él es popular y tú no. Él es el capitán del equipo de fútbol americano de la escuela, mientras que tú ni siquiera estás en el equipo. Además, es un chico adinerado que tiene un súper genial Camaro deportivo, mientras que tú tienes que tomar el autobús escolar. En resumen, él sí es un mejor novio para Alice que tú. Además, sabes que a chicas como ella solo les importa las comodidades que un chico como Jeiden Smith les pueda ofrecer —respondió Russell.

—Eso ha sido una de las cosas más egoístas que me has dicho, Russell —expresó Leigh.

—Prefiero decirte la verdad en lugar de llenarte de ilusiones, diciéndote que algún día ella se enamorará de ti, lo cual nunca ocurrirá —respondió Russell.

—Nisiquiera yo que soy coqueto con las chicas me atrevo acercarme a ella por que entiendo que esta lejos de mi alcance aunque sea una hermosura de mujer.—añadió

—Soy atractivo, inteligente y consigo todo lo que me propongo, así que no me subestimes, Russell —expresó Leigh.

—No eres más atractivo que yo —contestó Russell.

—Por supuesto que lo soy, simplemente no me gusta presumir de mi apariencia como lo has hecho tú —replicó Leigh.

—Si eso fuese verdad, las chicas te estarían buscando y no lo hacen —afirmó Russell.

—Sí lo han hecho, simplemente las he alejado diciéndoles que mi corazón pertenece a una sola chica —respondió Leigh.

—Por favor, cambia de canal Leigh. Alice nunca será tu novia y ni siquiera puedes acercarte a ella o dirigirle la palabra —expresó Russell.

—Es que Alice es tan hermosa que me deja sin palabras —respondió Leigh, con las mejillas sonrojadas.

—Por favor, dejen de discutir —exclamó Mary, dirigiendo su mirada hacia Leigh y Russell.

—Leigh, si sabes que la chica que te gusta tiene novio, deberías acercarte a ella y ofrecerle tu amistad. De esta manera, ella podrá conocerte mejor y tal vez logres conquistarla —comentó Roger mientras hojeaba el periódico.

—Papá, Leigh ni siquiera puede hablarle. Se queda como una estatua cuando ella lo saluda —afirmó Russell, mirando a Roger.

—Podría enseñarte a coquetear con ella, Leigh —afirmó Russell, dirigiendo su mirada hacia Leigh.

—No necesito tu ayuda, puedo conquistar a Alice a mi manera —respondió Leigh, cruzando los brazos y cambiando su mirada hacia Russell.

—Con tu forma de actuar, nunca lograrás conquistarla, solo estás perdiendo el tiempo —replicó Russell.

—El día en que eso suceda, me teñiré el cabello de rosa—expresó Russell.

—Si ese día llega, tendrás que ir a la escuela con el cabello teñido de rosa —comentó Leigh burlonamente mirando a Russell.

—Está bien, pero estoy convencido de que no lo conseguirás teniendo a Jeiden Smith como rival, ese estúpido nunca permitirá que otro chico se acerque a Alice —comentó Russell mientras cogía su tenedor para comer los huevos revueltos.

—Veremos qué ocurre en el futuro, siempre consigo lo que quiero —afirmó Leigh confiando en que algún día logrará conquistar a Alice Walker.

—Si continúan discutiendo, no podrán terminar su desayuno— expresó Mary.

—Entendido, mamá —respondieron Leigh y Russell simultáneamente.

Leigh y Russell guardan silencio y comienzan a desayunar. Mientras tanto, Roger se encuentra con una noticia en el periódico que lo deja completamente sorprendido. La noticia se trataba sobre un grupo de criminales que había robado el Banco Central de Boston, logrando llevarse la cantidad de 3 millones de dólares. Hasta el momento, la policía no ha logrado atraparlos, ya que se mantienen escondidos en un lugar desconocido.

Al parecer, los delincuentes han logrado evadir a las autoridades y se mantienen prófugos. La noticia ha causado conmoción en la ciudad, ya que se trata de un robo de gran magnitud que ha dejado a todos sorprendidos. Las autoridades continúan con la investigación para dar con el paradero de los criminales y recuperar el dinero robado.

—Ladrones roban 3 millones del Banco Central de Boston, eso es increíble —comentó Roger sorprendido

—La policía no ha logrado atraparlos, ¡Pero qué incompetentes! —exclamó Leigh.

—Leigh, te pido que no hables así de la policía, ellos son los únicos que pueden detener la delincuencia —comentó Roger mirándolo.

—Esos ladrones resultaron ser más astutos que la policía, por eso no han podido capturarlos —argumentó Leigh.

—Papá, así es la realidad, si hubiera héroes, estas cosas no sucederían —afirmó Leigh mientras observaba a Roger.

—Leigh, eres consciente de que los héroes no existen —contestó Russell.

—No confío en la policía, hay corruptos entre ellos y algunos solo se dedican a estar en los coches patrulla comiendo donas —respondió Leigh.

—Si existiera un héroe que protegiera la ciudad de los ladrones y criminales, todo sería mucho más seguro —añadió.

—Leigh, los héroes solo existen en los cómics de superhéroes y en las películas, deja de soñar despierto —afirmó Russell mirándolo con un rostro aburrido.

—Es una pena que la ficción no se convierta en realidad —comentó Leigh decepcionado.

—Deberías dejar de leer esos cómics ridículos, Leigh, ya no eres un niño de cinco años, ¡Ahora tienes diecisiete! —se quejó Russell.

—Parece que te encuentras en mejor estado, dado que has vuelto a decir tonterías —comentó mientras cogía el vaso de zumo que se encontraba a su lado.

—Hay personas mayores que disfrutan de esos cómics de superhéroes, son considerados un clásico, no tienes ni idea de lo que te estás perdiendo —aseveró el individuo de cabello rubio.

—¿De verdad piensas que perdería mi tiempo leyendo esos cómics infantiles? —inquirió Russell, con una sonrisa burlona.

—Por favor, evita hacer comentarios negativos sobre los cómics creados por el gran y reconocido Stan Lee, él es un artista profesional—expresó Leigh, mostrando cierta incomodidad.

—El creador de esos cómics de superhéroes se llama Stan Lee —informó Russell.

—Así es, y si te atreves a hablar mal de él, te aseguro que te golpearé —amenazó Leigh.

—¡De acuerdo!—exclamó Russell entre risas, para luego añadir: —No diré nada acerca de ese sujeto.

Roger se pone de pie de la mesa, dirige su mirada hacia Leigh y Russell con una sonrisa y después se acerca a Mary para darle un beso en los labios.

—Me voy al trabajo—informó Roger al separarse de Mary.

—Leigh y Russell, dejen de pelear—ordenó señalándolos mientras los observaba.

Roger salió de su hogar y se dirigió hacia su automóvil para dirigirse a Industrias Steward. Mientras tanto, Leigh y Russell habían terminado de desayunar y se preparaban para ir a la escuela. El autobús escolar llegó al vecindario para recoger a los estudiantes y llevarlos a la escuela secundaria de Curtis. Los hermanos escucharon el sonido del autobús acercándose y salieron corriendo de su casa con sus mochilas colgando del hombro derecho. En el camino, se encontraron con otros compañeros de clase y juntos se dirigieron hacia el autobús. Una vez dentro, se encontraron con sus amigos, quienes estaban dispersos por los asientos y se sentaron junto a ellos para comenzar el viaje hacia la escuela. La mañana transcurrió con normalidad mientras el vehículo se desplazaba por las calles del vecindario.