Los ojos de Marceline estaban hinchados y parecía haber salido de una madriguera por la manera en la que su cabello estaba despeinado, se notaba que también le había afectado enterarse de como habían sido las ultimas horas de vida de Kathe, y nadie la culpaba, podría estar segura de que ella vio mucho mas de lo que me dijo, no quiero ni imaginar que tipo de documentos explícitos había en el expediente del caso de Kathe.
—¿Por qué de repente ustedes dos están juntos todo el tiempo? —parecía calmada, y por su comentario, muy analítica.
—Coincidencias de la vida —dije.
Darío no pronunció una palabra y desapareció de nuestra vista en menos de un segundo.
—Tengo algo que contarte, vamos a tu habitación —prácticamente la jalé hasta su cuarto.
Una vez la puerta estuvo cerrada procedí a decirle todo lo que había hecho después de su llamada, desde ir a la casa de Kathe, hasta el espionaje barato por parte del progenitor de Kathe. Marceline estaba callada y muy concentrada en mis palabras.
—¿Tu crees que el señor Márquez tuvo algo que ver con la muerte de Kathe? —dijo Marceline cuando acabe de hablar.
—Era su padre, ¿quien en su sano juicio pensaría en matar a su propia hija solo porque esta siendo acosado junto con su amante por su retoño? —no cabía en mi cabeza que algo así fuese posible.
—Oh, creeme Alexis, cuando una persona esta loca y solo piensa en su bien, asesinar a tu propia hija no es trabajo difícil, en la mayoría de los casos los familiares mas cercanos son los culpables —me aseguró Marceline caminando de un lado a otro.
Parecía imposible, pero ella tenía razón, cuando había motivos o cuando el asesino no presentaba sentimientos en lo absoluto eran capaces casi de cualquier acto despiadado.
—Aun así hay muchas cosas que no encajan, como las fotos de Erick y Kathe, es mas que obvio que fue enviada por alguien que tenía sentimientos románticos por Kathe —mi amiga dejó de caminar de un lado a otro como normalmente hacía, no me di cuenta ni siquiera cuando comenzó a dar vueltas por la habitación.
—¿Y si el asesino no fue quien envió las fotos?
Marceline solo puso una nube gris en mi cabeza haciendo menos claras mis ideas, si ella tenía razón y el asesino no fue quien envió las fotos, solo nos encontrábamos siguiendo un rastro falso de alguien que solo quería burlarse de mi difunta amiga.
—Ahora mismo lo único que sé es que esa persona esta muy loco o loca, podría asegurarte que fue alguien sin humanidad que probablemente no siente remordimiento.
Alguien tocó la puerta y las dos dimos un brinco.
—Marcela, ya es hora de comer, invita a Alexis —la madre de Marceline gritó a través de la puerta.
Estaba a punto de negarme cuando Marceline puso una mano en mi hombro y dijo en voz baja:
—Quedate.
Al final me quedé a comer, la mirada de Marceline me imploraba que no me fuese, después de lo que habíamos descubierto del asesinato de Kathe, comenzaba a valorar mas el tiempo con la gente que amaba, además mi amiga tenía una mirada de cachorro herido muy buena.
Unos minutos después estaba en la mesa de los Caruso, nunca había visto al padre de Marceline y Darío, era un hombre tan alto como Darío, pelo casi rubio y de ojos color marrón, tan parecido a Darío que podría hacerse pasar por su hermano con facilidad, claro, si no fuese por las arrugas en su rostro.
—Hace mucho que no te veía, Alexis —me dijo el señor Caruso de repente.
¿Como era que me conocía? Yo ha él nunca lo había visto.
—La ultima vez que te vi tenías 4 años y corrías de un lado a otro mientras tu madre hablaba con la maestra de Ana —mis ojos se abrieron de par en par, ¿conocía a mi familia?—. Ana y Darío estuvieron en el mismo salón cuando iban a la primaria.
Todo hizo clic, de ahí era que nos conocía, en un pueblo tan pequeño como en el que vivíamos era fácil conocer a casi todos los habitantes y sus familias completas. Al mismo tiempo caí en cuenta de que Darío tenía la edad de mi hermana, mi mirada voló a la de Darío quien estaba demasiado concentrado en su comida, no era posible que su cena fuese su centro de atención en este preciso momento, evitaba mi mirada a propósito.
—No sabía que Darío y Ana habían sido compañeros en la primaria —comenté con una gran sonrisa buscando disimuladamente la mirada de Darío. ¿Como es que no me lo había dicho?, reconozco que no llevábamos ni 24 horas saliendo, pero cuando se presentó pudo haberlo dicho.
Oh claro, ni siquiera se presentó cuando lo conocí.
—Eras muy pequeña cuando Darío aun estudiaba aquí, después se fue a un colegio militar y casi no venía en vacaciones, Marcela es muy tímida, no creo que te hubiese hablado de eso —el padre de Marceline la miró por un segundo esperando que hablara.
Mi amiga no habló, nos miro desde el otro lado de su cuchara levantada a medio camino de su boca, y parpadeo varias veces.
—Marcela apenas si habla de ella —murmuré evitando llamarla por su apodo debido a la presencia de sus padres.
En ese momento recordé cuando me quedaba a comer con Kathe, las primeras veces que ocurría aun no conocíamos a Marceline, y era por ese tiempo que sus padres parecían llevarse bien, poco después, y cuando Marceline comenzó a ser nuestra amiga, sus padres comenzaron a ser distantes cuando estábamos sentados cenando, el señor Márquez terminaba antes que todos y se levantaba de la mesa como si tuviera prisa, la tristeza en la mirada de la madre de Kathe era evidente, pero como buena adolescente que cree que el mundo gira alrededor de si misma, no presté atención a terceros rodeándome.
Con un sabor amargo en la boca terminé mi comida, y poco después Marceline y yo nos dirigimos rápidamente hasta su habitación.
—Tenemos que hacer algo para saber si fue el padre de Kathe quien la asesinó.
—No creo que sea buena idea.
Como siempre el lado racional y temeroso de Marceline salía a la luz tarde o temprano. Al parecer tendría que hacer el trabajo sucio yo sola.
—¿Por qué no? —pregunté a punto de hacer pucheros.
—Ese señor me da mala espina, ¿que pasa si es el asesino y te descubre merodeando para conseguir pruebas?, esta vez estoy de acuerdo con Darío cuando dice que es peligroso —en mi cabeza una vocesita exclamó "Tenían que ser hermanos".
—Seré cuidadosa, lo seguiré sin que se de cuenta —Marceline cruzó los brazos y negó como lo haría una madre responsable y aburrida.
—Deberíamos dejarle esto a Darío —dijo antes de sentarse en su cama.
Convencerla de que no era peligroso me tomaría mucho tiempo, sería mejor no decirle nada y hacerme cargo por mi cuenta.
—Esta bien, se lo dejamos a Darío —mentí haciendo mi mejor actuación de "persona que no hará nada para atrapar al asesino de su amiga".
Marceline y yo no volvimos a hablar del tema, y poco después mi madre me llamó para preguntarme donde estaba, olvidé por completo decirle a donde iba cuando salí de casa.
Regresé a casa y me encerré en mi habitación como era costumbre desde el asesinato de Kathe, abrí Facebook, Instagram e incluso Twitter para buscar las redes sociales de Fabiola, no la encontré en Twitter, pero sus redes sociales en Facebook e Instagram fueron fáciles de encontrar, las cuentas eran privadas, y enviarle solicitud de amistad o comenzarla a seguir en este momento no me parecía buena idea, se vería muy sospechoso a mi parecer.
Cree una cuenta falsa en Instagram, pasé horas haciéndola parecer genuina e interesante, la comencé a seguir en Instagram, rogando tener suerte para no ser ignorada, así que por ahora solo podía esperar, espera que no fue tan grande ya que Fabiola comenzó a seguirme casi al mismo tiempo en que yo comencé a seguirla.
No le enviaría mensajes, mi plan se basaba en solo observar sus publicaciones para darme una idea del tipo de persona que era, sabía que no la conocería del todo solo por sus redes sociales, pero al menos me daría cuenta de a que lugares recurría con frecuencia, eso si era del tipo de persona que registraba minuto por minuto su vida en internet.
Entré en su perfil e inicié por ver todas sus fotos, parecía una chica de lo mas normal, fotos artísticas con ella como protagonista por aquí y por allá, fotos de comida, bebidas y uno que otro libro de auto ayuda.
Luego de ver casi todas sus fotos el sueño comenzó a invadirme, el sol se había ocultado hace poco y este hecho parecía llamar a Morfeo, me acosté en mi cama y decidí dejar la investigación/acoso por hoy, rápidamente me quedé dormida.
***
—¿Alexis? —una voz no identificada me despertó, mis ojos aun no estaban abiertos y me negaba a abrirlos, así que no me importó saber quien estaba llamándome, confiaba en que la casa de mis padres es segura y no entraría ningún delincuente.
Justó en ese momento recordé que estaba siendo amenazada por un psicópata que ya había asesinado a una de mis mejores amigas, mis ojos se abrieron de golpe, y estuve a punto de saltar de la cama, hasta que vi a Ana mirándome con una ceja en alto por mi respuesta tan abrupta.
—No quería asustarte, solo vine porque quería hablar contigo —miré mi teléfono para darme cuenta de que eran media noche.
Ana estaba usando su pijama y parecía que acababa de levantarse de la cama, su cabello estaba desordenado y sus dedos jugueteaban entre ellos como si estuviera nerviosa.
—No me asustaste, yo así me despierto, con el modo ataque encendido —justifiqué mis acciones incorporándome en la cama y haciendo espacio para que ella se sentara.
—Lo siento, es muy tarde, pero no podía dormir y eres la única con la que podía hablar —una estela de luz se colaba entre las cortinas de mi ventana, había un silencio abismal que solo era interrumpido por el sonido de grillos cantando.
—Esta bien, ¿que pasa? ¿todo esta bien? —Ana no era mucho de hablar de su vida, si decía que tenía que hablar era porque lo que tenía que decir no era poca cosa.
Por un lado era refrescante hablar de otra cosa que no fuera el asesinato de Kathe, y por el otro era preocupante que mi hermana quisiera hablar así de la nada a media noche.
—Si, todo esta bien, o eso creo... bueno... no sé —y de repente las lágrimas comenzaron a caer como lluvia de sus ojos. Era evidente que algo no estaba bien.
—No me asustes estúpida ¿que pasó? —le dije temerosa mientras la abrazaba para tratar de hacerla que parara de llorar—. No me digas que atropellaste a una viejita y te diste a la fuga.
El llanto de Ana fue sustituido por risas llenas de mocos.
—No atropelle a nadie —contestó cuando se alejó de mis brazos para mirarme a los ojos.
—Si no es eso entonces no entiendo por que es todo este drama —le recriminé mirándola como si fuese un fantasma bailando hula, me asustaba y al mismo tiempo me confundía su actitud, ¿que podía ser tan grave que la tenía así?
—Creo que estoy embarazada —dijo en voz baja, casi como un susurro.
¿Tanto drama solo porque cree que esta embarazada?... espera, ¿dijo embarazada?
—¡¿Qué?! —si mi grito no despertó a mis padres, entonces podía considerarlos sordos o sedados por una fuerza sobrenatural que era piadosa con mi hermana.
—Cállate, babosa —la mano de Ana voló a mi boca en un intento para silenciarme.
Un segundo de forcejeo para que quitara su mano de mi boca después pude volver a hablar, o mas bien, susurrar.
—No sabía que tenías novio —la mirada de Ana evitó la mía.
—Yo tampoco —balbuceó mi hermana mirando la puerta de mi cuarto, para después apreciar mi techo como si Michelangelo hubiese pintado en el.
—Santa virgen de la papaya, por favor dime que al menos sabes quien es el posible padre —estaba a punto de persignarme como señora católica.
Ana me miró ofendida y luego dijo:
—Claro que se de quien es, solo no se que somos, siempre se comporta de manera extraña conmigo, a veces es un imbécil y después la persona mas linda conmigo.
¿Por qué las cosas no podían ser siempre fáciles?
—¿Y él sabe que estas embarazada? Porque él también tiene responsabilidad en el asunto, no es como si lo hubiese hecho tu sola.
—No estoy del todo segura de que esté embarazada, y no, no le he dicho nada, ni siquiera hablamos —mi hermana había comenzado a morderse las uñas, ella nunca se mordía las uñas, era el tipo de chica que parecía tenerlo todo bajo control, ella era independiente e indomable, o al menos eso parecía.
—¿Y que te llevó a pensar que estas embarazada? —le cuestioné pensando en las posibilidades de que todo fuese una falsa alarma.
—Tengo 2 semanas de retraso —respondió como si nada.
Ahora tenía sentido que de repente hubiese adelantado sus vacaciones, estaba huyendo de su realidad.
—¿No te has hecho una prueba de embarazo?
Mi hermana negó con la cabeza. Podía notar lo nerviosa y asustada que estaba.
—Tienes que salir de dudas y hacerte la prueba —tomé el papel de adulto en esta conversación.
Ana me prometió que saldría de la incertidumbre en la que estaba, no hablamos mucho mas del tema, solo la tranquilicé lo suficiente para que fuese a dormir, pero antes de irse me miró y dijo algo que no me dejaría dormir.
—Se que estas sorprendida por lo que te acabo de contar, incluso yo no me reconozco después de conocerlo, a veces no nos conocemos ni sabemos de lo que somos capaces hasta que llega alguien que nos hace ver la vida diferente y saca nuestra verdadera personalidad, creo que de verdad necesitaba hablar con alguien de esto.
Hacía mucho tiempo que Ana y yo no hablábamos como lo acabábamos de hacer, nunca imaginé que tendríamos esta conversación alguna vez.
—¿Podrías mantener esto en secreto? Tengo que estar segura de que estoy embarazada, y si es oficial, pensar en como decírselo a nuestros padres sin que les de un infarto —entendía a lo que se refería, nuestros padres probablemente querrían que nos casáramos antes de saltar a tener hijos—. Gracias por escucharme, que descanses, Alexis.
Brindándole una sonrisa calidad la miré acercarse a la puerta a punto de irse.
—Buenas noches, Ana —dije mientras ella desaparecía en la oscuridad del pasillo que llevaba a su habitación.
Permanecí despierta casi toda la noche pensando en el tipo de persona que sería capaz de matar a mi amiga, ¿como se comportaba esa persona con los que estaban a su alrededor en el día a día?, ¿esa persona la había hecho sentir segura y como ella misma?, ¿como había llegado a tener la oportunidad de asesinar a mi amiga?, por qué eso es lo que las palabras de Ana me habían dejado.
La mañana llegó y con unas ojeras del tamaño de Júpiter abrí Instagram para ver si Fabiola había publicado algo, pero no había nada, todo seguía igual, así que me propuse seguir al padre de Kathe, si no podía ver lo que estaba haciendo uno de los amantes, por lo menos podía vigilar al otro desde las sombras.
Después de desayunar y una larga ducha salí de casa, era casi medio día, caminé a casa de Kathe rogando por que el padre de mi amiga se quedara en casa hasta que yo llegara, y para mi suerte, así fue, el auto estaba estacionado frente la casa de mi difunta amiga.
Esperé probablemente mas de una hora escondiéndome fuera de la casa hasta que salió y se subió en su auto, traté de seguirlo, pero era imposible perseguir un auto a pie, creo que no lo pensé muy bien cuando decidí que lo vigilaría. La suerte definitivamente me acompañaba, ya que Fabiola subió una historia de una limonada y la intuición me dijo que debía ir a donde ella estaba, ahora solo me quedaba encontrarla para saber si estaba con el padre de Kathe. En un pueblo tan pequeño como en el que vivía se reconocían incluso los productos que cada local vendía, por lo que no me fue difícil saber donde estaba, caminé hasta el local donde juraba que se encontraba y la vi a lo lejos sentada en una mesa al fondo del pequeño restaurante decorado con todo tipo de plantas que colgaban del techo en pequeñas macetas marrones.
Fabiola estaba pegada a su teléfono, lo que fue un alivio ya que no quería que me viera, el padre de Kathe aun no llegaba, y eso me desanimaba ya que mi intuición había fallado, ellos no se reunirían y solo había quedado como tonta atando cabos.
—¿Desea ordenar algo? —preguntó el camarero junto a mi con una gran sonrisa.
—Una limonada —contesté cortante devolviéndole la sonrisa para que me dejara sola y así poder observar sin detenimiento a Fabiola, si no podía espiar al padre, entonces tendería que empezar directamente con la amante.
Una joven morena y de pelo largo apareció de repente y se sentó junto a Fabiola, la secretaria no podía quitarle los ojos de encima, jugaba con el cabello de la chica y reía frecuentemente, para alguien que no supiera que le atraían las chicas, la morena podría pasar desapercibida como una amiga de Fabiola, pero yo sabía que Fabiola era bisexual, así que podía imaginar que le atraía la chica por como actuaba.
Después de un rato se levantaron de la mesa y salieron del restaurante, de inmediato llamé al camarero y pagué por la limonada, las seguí hasta el centro del pueblo, justo donde estaba la iglesia y una pequeña plaza con bancas esparcidas por todas partes, se sentaron en una y continuaron hablando.
No quería acercarme, pero aun así quería escuchar lo que decían, esto de ser espía era complicado, aun con mi curiosidad picando en mi nuca no me acerqué, me quedé detrás de un arbusto y esperé a ver que mas hacían.
Los minutos pasaron y la chica morena se fue despidiéndose con un beso en la mejilla. Fabiola estaba por levantarse de la banca cuando su teléfono comenzó a sonar, un gesto de molestia adornó su rostro, era mas que obvio que era una llamada indeseada, contestó aun luciendo disgustada.
Tratando de ser discreta me levanté de donde estaba sentada y rodee la jardinera con el gran arbusto ayudándome a esconderme, caminé hasta la jardinera que estaba a espaldas de Fabiola tratando de lucir como otro transeúnte que pasaba de pura casualidad por ahí, me quedé ahí haciendo como que veía algo en mi teléfono y puse toda mi atención en escuchar lo que decía.
—Ya te lo dije —Fabiola sonaba furiosa—, no me interesa lo que tengas que decir a menos que sea sobre Kathe.
Mis alarmas se encendieron y de inmediato estaba mas que atenta a la conversación de Fabiola, conversación que estaba segura estaba teniendo con el padre de Kathe.
—¡¿Qué dices?! —su voz se elevó y parecía querer golpear a la persona detrás del teléfono—. Tu me aseguraste que lo encontrarías.
La conversación había dado un giro de 180 grados, ya que el tono de voz de Fabiola cambió, ahora sonaba preocupada.
—Esta bien, pasa por mi a las 8 —dijo mucho mas calmada que hace unos momentos.
De inmediato me di vuelta y traté de ver a través del arbusto, Fabiola se estaba alejando, esperé hasta que doblo en una esquina desapareciendo de mi vista, corrí hasta el lugar donde desapareció y asomé la cabeza por si acaso miraba hacia atrás, la seguí de esta manera hasta que llegó a unos departamentos no muy lejos del centro del pueblo, ahora sabía donde vivía, solo tenía que esperar hasta las 8 para ver si la persona con la que se encontraría era el padre de Kathe, o simplemente me había equivocado.