Mientras tanto, de vuelta en la biblioteca, Xenia se concentraba en su lectura y estudio, asegurándose de no perderse ni un solo detalle de lo que estaba leyendo. Entendiendo el material con cuidado, se aseguró de poner todo lo aprendido en su cabeza. Al final, ya no tenía sueño, más bien, ¡estaba más molesta que otra cosa como para bostezar!
—¿Cómo pudo dejarme así? ¿No lo disfrutó? —murmuró Xenia con un puchero, dándole vueltas al cerebro preguntándose si su beso había sido o no satisfactorio para él. Incluso llegó al punto de oler su propio aliento por si ese era el problema. Era una locura. No podía ni creer lo afectada que se estaba sintiendo mientras negaba con la cabeza.
—¿Está jugando a ser el difícil ahora? —se preguntó aún más, entrecerrando los ojos al recordar una situación similar en uno de los libros que había leído.
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