Mauve intentó recogerse el cabello. Era más difícil de lo que había imaginado y sin importar lo que hacía, se negaba a obedecer sus órdenes. Refunfuñó y se mofó.
—¿Está seguro de que no necesita mi ayuda? —ofreció Jael apoyándose en la pared y mirándola fijamente.
—Jael —dijo ella suavemente—. ¿Alguna vez has ayudado a alguien con su cabello antes? —preguntó, exasperada. Le molestaba que él le hablara aunque claramente podía ver que estaba luchando.
—No, pero siempre hay una primera vez para todo.
—Eso fue lo que pensé sobre el caballo —dijo ella con una mueca burlona.
Él se acercó. —¿No te crees mucho? —dijo y le besó las mejillas.
—¡No estás ayudando! —exclamó ella—. Tú eres el que va a terminar con cabello en la cara si no hago esto bien.
—Está bien —dijo él y dio un paso atrás—. Si hubiera sabido que era tan difícil, habría pedido a Mill que nos acompañara.
—Ya casi termino. Si dejaras de hablarme por unos minutos...
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