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Medir ego

_ Sr. Cash, debería ir y medir su ego ¿acaso tengo cara de quererlo seducir? No se equivoque usted no es mi tipo en lo absoluto y créame cuando digo que usted sería en el último hombre en el que yo pusiera mis ojos tendría que estar mal de la cabeza ni aún así creo que lo haría. El hecho de que estemos casados no quiere decir nada ni garantiza nada ambos sabemos las razones de esta farsa de matrimonio por lo que no hay necesidad de volverlo a decir. Simplemente son papeles en lo que a mí respecte usted no significa nada en mi vida por lo que voy a pedirle que deje de crearse ilusiones pensado que mi intención es seducirlo mi tiempo es tan preciado que no lo desgastaría en algo tan irrelevante. ¡Ah¡ por cierto antes de que lo olvide deje de interferir en mi vida o meter sus narices donde no lo han llamado como lo ha hecho últimamente.

Las palabras de Tanying fueron como si le hubiera tirado un balde de agua congelada a Maximiliano, no era la primera vez que la chica lo rechazaba, pero como todo un hombre orgulloso que era esto era más que una vergüenza y patada en el culo a su ego. El hermoso rostro de Tanying no mostraba ninguna inseguridad sus palabras habían sido tan verdaderas y serias. Empuñando sus puños con fuerza Maximiliano se negó a creer todo lo que había terminado de decir Tanying, simplemente no podía creer que había una sola mujer en la vida que lo rechazase ¿o ella está fingía bien? ¿O el era tan orgulloso? Que la palabra rechazo no existía en su diccionario. Y como lo había hecho Tanying hace unos momentos él la miró directamente a sus ojos y expresó con frialdad:

_ Los papeles certifican que eres mi esposa lo cual tendrás que comportarte como tal. No permitiré que te burles de mí con otros hombres o agás lo que se te venga en gana como una chiquilla mocosa. No creas que tendrás rienda suelta para que cometas cualquier estupidez y termines dejándome en vergüenza como lo has echo últimamente. Y como has dicho son simplemente papeles, pero mientras esos papeles no demuestre que me perteneces y que eres mi legítima esposa no dejaré de interferir en tu insignificante vida grábate eso en tu cerebro de insecto.

La voz de Maximiliano era totalmente fría y autoritaria. Dicho esto se marchó sin darle oportunidad alguna de que Tanying lo contrajera. Una vez que estuvo totalmente sola Tanying de nuevo, se apresuró a terminar con su baño ante que a Maximiliano le diera por volver. Una vez que término solio del baño totalmente vestida bostezando vistiendo una pillama muy infantil para la edad que tenía, cuando diviso que era la única persona en la habitación soltó un suspiro de alivio y murmuró:

_ Maldito sicópata degenerado, ni siquiera pienses que seré una sumisa ante ti.

Después de haber terminado con su rutina diaria de cuidado de la piel y haber secado su cabello Tanying se dispuso a ir a la cama ya que no tenía más que hacer. De pies frente a la cama Tanying miró con cautela la decoración de la cama prenupcial; que desperdicio, se quejó la chica para ella era un total desperdicio de dinero en tantas flores que al final iban a terminar siendo tiradas a la basura. Tanying estaba tan absorda pensado en su situación de pie mirando la decoración de la gran cama que no se prescato del hombre que dentro a la habitación y se parado justo al frente del otro lado de la cama.

_ Preciosa estás satisfecha con toda la decoración de la habitación trabajé mucho en ello ¿no crees qué merezco un premio?_ dijo Maximiliano con voz seductora sin dejar de mirar a su joven esposa.

_ ¡Ahg!_ ella gritó. Su grito hizo que el hombre frunciera el entrecejo.

_Maldito sicópata, ¿Qué haces aquí de nuevo?, ¿cómo entraste que no escuche? Pregunto mientras sostenía ambas manos en su pecho con la intención de detener sus fuertes latidos que prolongaba su corazón. Maximiliano ignoró su reacción fingiendo que no había escuchado lo de sicópata y mucho menos que había sido llamado maldito no respondió a sus preguntas pero dijo:

_ Cariño esperabas por mí y haci cumplir con nuestros deberes nupciales.

Tanying puso los ojos en blanco, ¿cariño? Porque diablos la estaba llamando tan cariñosamente, este hombre sí que es increíble ¿acaso es bipolar?, o algo así pensó. Sin siquiera molestarse en disimular la sorpresa en su rostro fura tan obvia. Al ver que Tanying no respondía su pregunta Maximiliano continuó: _ Preciosa no te preocupes seré amable cariño.

¿Amable?, acaso está pensando en que él y yo, con ese pensamiento en mente Tanying se dio cuenta de que el hombre tenía dos caras ahora entendía el comportamiento bochornoso y cariñoso del hombre.

–¿Intentas llevarme a la cama con palabras bonitas? –resopló Tanying, poniendo los ojos en blanco. La tenue luz de la habitación daba para mostrar los rasgos del hombre, quien sonreía traviesamente, al mirar la expresión de la mujercita que se encontraba al otro lado de la cama.

–¿Quién habló de cama? Hay lugares mucho más excitantes para hacerlo – respondió el hombre con voz seductora, al mirar con una chispa de lujuria a su reciente esposa.

–Tú..... –Reprochó Tanying entre dientes, mientras su pequeño rostro se teñía de rojo por la vergüenza y la rabia que le causaban las palabras de aquel hombre tan descarado –¡Maximiliano Cash! –de repente gritó su nombre completo para luego apuntarlo con su dedo índice –Tú, hombre sin escrúpulos, ¡primero! un payaso patea mi trasero antes de que pase algo entre nosotros.

Maximiliano ya se había acostumbrado a ver enojada a su reciente esposa, pero ante lo que acababa de decir, no sabía si reír ante aquella situación o ponerse a llorar. ¿Cómo era posible que su esposa prefiriera que la pateara un patético payaso en el trasero, que poder dejárselo a él, un hombre simpático, que tenía dinero y poder, y que para completar era su esposo, quien le podría dar mucho placer?

Y sin esperar respuesta alguna, Tanying cogió su enorme oso de peluche, del tamaño de una persona, y que se encontraba a la orilla de la gran cama matrimonial, decorada con pétalos de rosas para los recién casados y replicó nuevamente mientras miraba al hombre lujurioso que se encontraba al otro lado.

–¡Ni hoy, ni ninguna otra noche, pienso dormir en la misma habitación! – luego caminó a grandes zancadas hacia la puerta que daba al corredor.

Maximiliano no se atrevió a decir palabra alguna. Por un momento quedó perplejo mirando cómo su pequeña esposa jalaba el oso de peluche con dificultad mientras intentaba llegar a la puerta.

Frustrada, la chica suspiró mientras colocaba sus manos en su cintura en forma de jarra.

–¡Eh! ¿Tú qué haces parado ahí y no me ayudas? –exclamó, mirando al hombre que se encontraba observándola. Las cejas del hombre se fruncieron, mostrando su disgusto ante aquellas palabras de la mujer que le estaba ordenando de una forma grosera. ¿Acaso ella lo consideraba su empleado? Nadie en su vida lo había tratado de esa manera, mucho menos dado una orden. Su reciente esposa se estaba pasando de los límites, y era hora de enseñarle una lección.