Un beso tranquilizador
Talia corría por los pasillos con los archivos del Aquelarre de la Llama Plateada como su destino. Allí estaba Damon con Axel y Keith.
Talia fue al jardín para una charla relajante con Yasmin, pero terminó con otro estrés y tenía dificultad para respirar.
Necesitaba a Damon. Necesitaba su proximidad para confirmar que todo estaba bien.
Talia giró y se topó con Damon, que se apresuraba hacia ella.
—Gatita —Para cuando terminó la palabra, sus brazos ya la rodeaban—. ¿Qué sucede? —Él podía sentir que su estado emocional era inestable.
—Oh, Damon —Talia lloró mientras agarraba su camiseta.
Por una fracción de momento, de hecho estaba pensando en hacerle daño a Yasmin y Talia estaba aterrorizada. ¿Desde cuándo era ella un monstruo? ¿Y si la próxima vez lo lleva a cabo?
Esa no era ella. ¡Ella no quería hacer daño a los demás, solo quería que la dejaran en paz!
—Vamos a casa —habló en su pecho.