Tonia sujetó la mano de Rosina y la jaló hacia atrás. —Rosa, no tienes por qué hacer esto. Vais a perder el tiempo con una loba como ella.
—Esa es la idea. No parará hasta que conozca su lugar —afirmó Rosina a Tonia, sin miedo de que Violetta oyera lo que dijo.
—¡Creo que eres tú la que necesita ser puesta en su lugar! —gritó Violetta. Su cuerpo temblaba de ira y su respiración se aceleró.
—Vale, entonces ¿dónde nos batimos? —dijo Rosina con calma y juntó ambas manos.
Esa acción tranquila de Rosina enfureció a Violetta. Quería que Rosina sintiera miedo por el desafío, pero era lo contrario a lo que esperaba que sucediera.
Violetta permaneció en silencio mientras apretaba los dientes. Miró a su alrededor a los Omegas, que esperaban ver qué iba a suceder. Miró a Rosina con fiereza y dio un paso adelante, ya que no quería ser vista como débil.
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