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La Mayor Estafa y demás historias de Swindle Jones

Estas son las infames historias de Ringo Jones -o Swindle Jones, como lo llaman sus amigos, y por eso él nunca mezcla la amistad con los negocios-, un estafador profesional que poco a poco descubre que las mayores estafas de todas están en las instituciones más reconocidas y prestigiosas que hay: universidades, casas de bolsa, hospitales y etcétera. El mundo es una estafa, y los humanos, un montón de estafadores.

YuaraKant · Thành thị
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19 Chs

VIII

Ambos llegaron al patio principal de la universidad. Ahí había cientos de personas sentadas frente a un estrado al aire libre, y en dicho estrado se encontraba el gobernador junto con varias personas aparentemente importantes que con las que Swindle se había topado varias veces como rector.

—Y aquí viene el hombre del momento, Ringo Jones —el gobernador dijo en el micrófono, y todos los presentes se volvieron hacia Swindle y comenzaron a aplaudirle.

Swindle estaba tan confundido con lo que estaba ocurriendo que el jefe de la policía tuvo que conducirlo hacia el estrado. Ahí se colocó a un lado del gobernador.

—Ringo Jones, damas y caballeros —el gobernador se alejó del estrado y tomó su lugar un anciano que Swindle ya había conocido anteriormente. Era el secretario de educación, el Dr. Zuckerberg (pero sus subordinados lo llamaban a sus espaldas Dr. Zucker).

—Gracias. Como ustedes saben, el día de hoy nos hemos reunido aquí para honrar a quien lo merece. Gracias a la labor del Dr. Ringo Jones el nivel educativo de todo el país ha incrementado considerablemente. Incluso la cantidad de cantidad de estudiantes extranjeros que recibimos al año está por las nubes. Nuestro país ya es reconocido globalmente como un pináculo en lo que educación se refiere. Y por eso quisiera otorgarle este reconocimiento al Dr. Ringo Jones —el secretario de educación le entregó a Swindle un diploma enmarcado.

Los presentes comenzaron a aplaudir y vitorear a Swindle.

—De verdad no lo esperaba. Muchas gracias a todos, y esperemos que la universidad siga prosperando como lo ha hecho hasta ahora. Muchas gracias.

Pero varios periodistas levantaron la mano.

—Ah, sí, claro —Swindle señaló a uno de ellos—. ¿Cuál es tu nombre?

Uno de los miembros del STAFF del evento se acercó al periodista elegido y le dio un micrófono.

—Mi nombre es D. W. Easel y trabajo como reportero en el diario The Snitch.

—Hola, D. W. Easel, qué gusto tenerte aquí el día de hoy —dijo Swindle—. Un aplauso para D. W. Easel, damas y caballeros.

Todos los presentes comenzaron a aplaudirle a D. W. Easel.

—Gracias —dijo D. W. Easel después de los aplausos.

—Dime, D. W. Easel, ¿cuál es tu pregunta?

—Lo he investigado durante mucho tiempo, Dr. Jones, y descubrí que sus amigos suelen llamarle "Swindle" por ciertos negocios en los que usted estuvo involucrado. ¿Tiene algo que decir al respecto?

Inmediatamente los presentes comenzaron a murmurar entre ellos. El gobernador y demás personas aparentemente importantes miraban nerviosos a Swindle.

Swindle, por su parte, estaba muy calmado.

—Verán —dijo—: seré muy honesto con ustedes: todo lo que D. W. Easel acaba de mencionar es cierto, y quiero decir no estoy orgulloso de mi pasado. Era joven y me faltaba ambición, pero, desde que entré en la universidad, he trabajado incansablemente para asegurarme de que todo el mundo reciba nuestra educación, sin importar sus ingresos (hay un sinfín de créditos educativos diferentes) o su domicilio (las clases virtuales han sido un éxito en los últimos años), ya que nuestro compromiso es formar a los profesionistas de esta generación y a los profesores que formarán a la generación siguiente, y con el fin de educar al mayor número de gente posible, estoy dispuesto a otorgar créditos educativas a cualquier persona que se inscriba a cualquiera de nuestras licenciaturas o posgrados el día de hoy, y además otorgaré becas del 10% (solo durante el primer semestre) a quien inscriba a tres personas en alguna de nuestras licenciaturas o posgrados. Por favor pasen al frente y llenen las fichas de inscripción que mi asistente, Abby —Swindle le dedicó una mirada urgente y severa a Abby, y Abby corrió a toda velocidad en dirección a la fotocopiadora más cercana— traerá en un momento.

Pasó ese momento, y Abby regresó con las fichas de inscripción. La gente poco a poco fue llenando sus fichas, recibiendo sus créditos educativos (o, mejor dicho, sus deudas) e inscribiendo a más estudiantes.

Y, en esta ocasión, la policía no detuvo el evento ni arrestó. Al contrario, el jefe de la policía incluso se inscribió a un diplomado.

Al parecer Swindle Jones ya no tenía que escapar a ninguna parte.

Y por ello comenzó a aburrirse.