Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526
—Así que quieres pelear contra mí, Lee Ex Fons... ¿Te tienes tanta confianza? —preguntó Yoh, haciendo notar su soberbia.
Yoh se había dirigido hacia el lugar más recóndito de Ash. Kilómetros y kilómetros de un terreno baldío, nada que los molestara, nada que pudiera evitar que usaran todo su poder... Nada que se entrometiera en su ajuste de cuentas. Sólo ellos. Sólo Yoh. Sólo Lee.
—Confianza tienes tú al creer que puedes invadir mi reino y arruinar mi coronación sin salir ileso... No pienso dejarte escapar —respondió Lee, con confianza. No veía desventajas en su pelea, de hecho, hasta se sentía más fuerte.
—Uno contra uno... Debemos saldar las cuentas aquí, si pierdes me dejas tu reino, si ganas cesaré mis intentos de invasión y dejaré a tu nación en paz... Pero si pierdes y no me entregas el reino, prometo comenzar una segunda Guerra de Fons, veremos si eres capaz de soportar algo así en tu mandato... Quizás, por fin veamos la caída de la monarquía —propuso Yoh, esbozando una gran sonrisa sagaz.
—No fallaré... No perderé mi lugar en la vida, mi reino es mi hogar —aseguró Lee.
—¿Puedo preguntar algo, Lee? —Ante la mirada determinada de Lee, Yoh se sorprendió, y algunas dudas vinieron hacia él.
—¿Qué? —preguntó el rey, pasmado ante el cambio de actitud de Yoh. De todas maneras, no se confió, quizás era una estrategia, hacerlo bajar la guardia para luego atacar sin problema.
—¿Por qué decidiste ser rey? —preguntó Yoh.
En ese instante, con esa pregunta, Lee recordó todo su pasado.
La Academia Militar, la guerra y los amigos que perdió, su madre, su hermana... Todos los que apoyaban su mandato, el legado de Delta... Era mucho, pero realmente eso no fue el inicio de todo, eso sólo alimentó su ambición, aquello que despertó su voluntad fue otra cosa... Y cuando intentaba hacer memoria sobre eso también, solamente el recuerdo del rostro de ella llegaba a su mente... Lo había decidido por Diane Schalke. Y por su memoria, aún permanecía ese sentimiento en su mente también.
—¿Tu amas a alguien, Yoh? No, mejor reformularé mi pregunta: ¿Hay alguien a quien ames tanto que tu único motivo para seguir adelante es querer verle feliz?
—Sí... No soy un insensible, mi padre vivió su vida entera luchando por una causa, y se murió por culpa de la invasión de tu nación a la mía, ustedes terminaron destruyendo sus sueños, sin quitar todo lo horrible que vivió mi chica al ser sirviente del gobierno corrupto que Fons apoyaba... No quisiera que siga sufriendo, y destruí todo el gobierno anterior por un bien mayor, porque también amo a mi nación y a las personas que viven en ella, sólo quiero recuperar lo que nos pertenece —respondió Yoh, dándole una mirada a su sello.
Lee lo entendió. Así que ese era su objetivo.
—Yo también amo a mi nación y a mi gente, parece que somos más parecidos de lo que creemos... ¿También comprendiste tarde que aunque un rey tenga sus obligaciones también puede amar?
—Lo comprendí cuando me di cuenta de que me estaba perdiendo a mí mismo por un propósito, a mí también me duele matar personas, Lee... Pero debo ser cruel para que mi nación no se vea amenazada, son sacrificios que se deben hacer por un bien mayor, la crueldad es sólo una forma de ocultar la debilidad del ser humano, y como rey debes de saberlo, no podemos ser débiles.
—No... No podemos serlo —respondió Lee, colocándose en posición—. Te comprendo, Yoh, pero es mi reino, y no permitiré que dañes a mi gente —añadió, con esa seguridad que aún persistía en él.
—Lo mismo digo, Lee... Entonces, que gane el mejor rey —soltó Yoh, que sin pensarlos dos veces, ni esperando que Lee terminara de prepararse, se lanzó al ataque.
Cuando Yoh se lanzó al ataque tomó por sorpresa a Lee... Este intentó esquivar algunos golpes, el estilo de artes marciales de Yoh era algo distinto al que él había aprendido, predominaban los puñetazos rápidos, casi no usaba las piernas y tenía un gran movimiento de cabeza, no podía atinarle ningún golpe, Yoh era demasiado bueno.
Sí, vaya que lo era. Cuando Lee lanzó un puñetazo, Yoh lo esquivó y utilizando su agilidad se coló por debajo de su brazo y lo derribó fácilmente, estrellando su cuerpo contra el suelo. Lee sintió todo su cuerpo golpear un montón de rocas y seguido de esto un puñetazo acercándose, instintivamente puso su mano frente a su rostro y lo bloqueó, este iba con tanta fuerza que la onda expansiva lo hizo enterrarse unos metros bajo tierra, y cuando abrió los ojos vio el gran hoyo que había causado el impacto.
Todavía apretando el puño de Yoh se impulsó y se puso de pie saltando hacia atrás... Ese tipo era bastante bueno luchando.
Miró a su alrededor y notó que él ambiente se había calmado, cuando habían llegado a ese lugar aun escuchaba la alarma de evacuación de Ash, pero esta había parado, al parecer se habían encargado del problema principal en la capital... La acción hecha por Rhys le había ayudado demasiado también, un terremoto o algún suceso natural, esa podría ser la excusa para dar frente a los habitantes, pero no podía pensar en eso en ese momento, primero tenía que ganarle al monstruo que tenía enfrente.
—Eres bueno —dijo Lee, agitado. Su brazo le dolía mucho, la llave que Yoh había usado para derribarlo casi lo fracturaba.
—Me crio un veterano de guerra, exmilitar, me entrenó desde los cinco hasta los quince años, pelear es una forma de vida para mí —respondió Yoh, apretando su colgante... Ese objeto guardaba tanto, su pasado y los deseos de su padre estaban seguros con él.
«Les juro que recuperaré lo que es nuestro... Maestro... Padre».
Trece años atrás...
Republica de Zardie, Meta - 7 de Octubre - Año 513
YOH
Mis padres murieron en la guerra que mi país tuvo con Fons cuando yo apenas tenía cinco años... Ellos eran médicos, su vida se basaba en salvarle la vida a los demás, aunque irónicamente jamás se preocuparon por las suyas de la misma manera.
La guerra era cruel, mientras me quedaba en los refugios veía tanto sufrimiento que para la mente de un niño de cinco años era imposible que no le afectara, de igual manera, yo siempre tuve la muerte presente en mi vida, después de todo, mis padres hablaban de ella con tanta soltura que siempre pensé que era algo común en los seres humanos... Por eso el día en el que recibí la peor noticia de mi vida no sentí nada, pero claro, esa nada que había sentido era el vacío de haber perdido lo único que tenía, mi vida había dejado de tener sentido... Y la muerte lo había tomado todo.
La zona en la que se encontraban mis padres había sido tomada por Fons, asesinaron a cualquier persona que se metiera en su camino y se adueñaron de toda la región oeste de la Republica de Zardie.
No entendía nada de política, sólo sabía que los malos eran los que atacaban y los buenos eran quienes se defendían... Que equivocado estaba, años después, luego de ver todo el panorama de lo que realmente había sido la guerra comprendí que ni los buenos eran tan buenos, ni los malos tan malos.
No pasó mucho tiempo luego de la muerte de mis padres hasta que un exmilitar se hizo cargo de mí... Y tal como se esperaba de alguien con ese repertorio, me crio de una forma demasiado estricta.
Fueron diez años que viví con él, diez años en los que me entrenó peleando todos los días, en los que me hizo amar a mi país más que a mí mismo... Quizás de ahí nació ese sentimiento nacionalista que poseo hasta el día de hoy, aquel que me hacía saber que por mi gente haría lo que fuera... Por mi país sería capaz de todo.
Yo siempre desconocí su faceta como militar, un veterano de guerra probablemente hubiese recorrido un largo camino, hubiese perdido más de lo que ganó y posiblemente también acarreara con un sufrimiento enorme... Y así era, lo descubrí aquel día que mi sentido de vida se fue del todo, y a lo único que le encontraba razón era a la muerte, después de todo, para eso vivíamos... Para morir.
Lo entendí muy tarde.
La maldita guerra no acababa jamás, más de diez años en guerra era una locura, era una locura saber que a Fons no le afectaba para nada y por otro lado Zardie estaba siendo destruida social, política y económicamente. Todo lo que mi pueblo había peleado era en vano. Las bajas eran tantas que se comenzaron a reclutar a los militares retirados y a los cadetes en las academias, y en una de esas elecciones mi padre fue selecto, y tal como lo supuse, eso era sólo el principio del fin.
Fue la noche más fría de mi vida... Ir a reconocer un cuerpo se sentía tan extraño, y lo era. Entré a la oscura habitación donde había una cama en el medio, me acerque lentamente, aunque ya sabía perfectamente lo que me esperaba ahí todavía tenía esperanzas de que fuera un error... Pero no lo fue, corrí la sábana blanca que lo cubría para ver el rostro de la persona que me había criado. Quizás nunca fue amoroso conmigo, ni demostraba sus sentimientos, pero fue la única figura paterna que tuve, él me había dado un techo, comida y educación cuando no tenía nada, y verlo ahí sin vida era desolador... Quizás ese fue el sentimiento que activo mis lágrimas, lagrimas que jamás había visto en mi vida, no lloré la muerte de mis padres porque era muy pequeño para comprender el peso de la vida, pero en ese momento, luego de tantas cosas vividas, pude decir con total seguridad de que esta era una mierda... La vida no merecía ese valor si a cambio se tenía que sufrir tanto, ¿Qué sentido tenía todo? Si al final íbamos a morir de igual manera.
—Esto es para ti, fue lo único que nos pidió que te entreguemos —dijo el que parecía ser el líder de su escuadrón al darme un sobre.
Me alejé de la morgue con un nudo en la garganta, sentía tantas emociones y al mismo tiempo ninguna, pero noté fácilmente la impotencia apoderándose de mí... Paré en una parada de autobús y me senté a leer la carta que este había dejado, la carta que decidiría mi destino:
«Yoh... Tú sabes que jamás fui bueno con las palabras ni con las acciones, pero quiero que primeramente sepas que eso jamás fue culpa tuya, mi vida siempre estuvo llena de dolor, cuando era joven perdí a mis padres en un accidente, cuando me enlisté en la milicia conocí al amor de mi vida... Nos casamos y tuvimos un hijo, fueron los momentos más felices de mi vida, pero tú sabes, nada es para siempre, la guerra comenzó y la vida de ellos terminó... Envuelto en furia, odio, rencor, soledad e impotencia fui a luchar para al menos sentir que hacía algo por recordarlos y sentirlos todavía vivos dentro de mí, pero sabía perfectamente que no era así, jamás fue así... La guerra es tan deprimente que acabé hundiéndome en mi propia miseria, quite muchas vidas con mis manos en nombre del futuro del país... ¿Y sabes, Yoh? Eso fue lo único que me dio un poco de consuelo, asegurar el futuro de las nuevas generaciones a cambio de venderle mi alma al diablo creo que fue un trato justo, después de todo, yo ya no tenía nada y quería irme de este mundo al menos creyendo que había hecho algo por él... Cuando me retiré viví en soledad demasiado tiempo, era lo que quería, no necesitaba a nada ni a nadie, ni tampoco lo merecía, o eso creí hasta que tú apareciste... En ti vi el reflejo de mí, vi mi vida pasar frente a mis ojos en un instante, encontré lógica a mi lucha, aquella de «asegurar el futuro las nuevas generaciones», eso era lo que estaba buscando, ver crecer todo lo que había hecho con mis propios ojos, y tú, Yoh, tú eras el futuro que yo quería... Te crie para que salieras fuerte y decidido, para que si tuvieras un sueño lo cumplieras, te crie para que fueras la cara de una nueva generación, para que lucharas por el futuro de todos y para que nada te venza... No sé si alguna vez podré verte cumpliendo tus sueños, pero ahora estoy aquí, en un campo de batalla luchando por lo mismo que luché toda mi vida, el futuro de toda una nación, sé que eso no debería cargar en la espalda de un único hombre, pero es lo único que hice toda mi vida, y es para lo único que sirvo... Por eso, Yoh, terminando por aquí, quiero decirte que si jamás nos volvemos a ver, sepas bien quién eres y para lo que estás hecho, no te dejes perder nunca, sigue adelante y demuestra de lo que eres capaz, lucha por tu sueño y cúmplelo, para eso existen... Adiós Yoh, espero tengas una larga vida, y aunque yo no esté ahí, seas feliz... No sé si alguna vez sentiste lo mismo por mí, pero esta vez, escribiendo desde lo profundo de mi corazón, quiero decirte que te amo... Gracias por aceptarme y ser mi hijo, gracias por no abandonarme jamás... PD: Hay un regalo para ti dentro del sobre».
Vi la tinta correrse cuando me di cuenta que estaba llorando, no podía calmarme y sentí mi corazón palpitar tan fuerte que creí que me iba a morir, pero me calmé cuando abrí el sobre y saqué el colgante que él siempre llevaba puesto, en él estaba la vida de un hombre que lo perdió todo y nunca luchó por él, con un sueño casi imposible que una nación se lo terminó por arrebatar... Amó mucho pero nunca lo demostró, y de la misma forma, jamás pude despedirme de él.
Me ganó la rebeldía cuando me enlisté en el ejército y partí a la guerra, desperté un sueño que comencé a perseguir, y esas palabras que mi padre me había escrito nunca se irían de mi mente... Yo tampoco tenía nada, así que abrir paso a un nuevo camino para los que vinieran después de mí era lo mínimo que podía hacer, la vida no tenía sentido y no quise seguir hundiéndome con la idea de que lo único que podía llegar a tenerlo era la muerte, así que si la vida no tenía sentido, lo iba a crear y viviría por él. Un sentimiento de arraigo a mi pueblo nació en mí cuando vi todo lo que Fons le había hecho a mi nación. Mi padre había muerto luego de que lo había perdido todo en manos de Fons, no pudo recuperar nada, y en pocas palabras, murió creyendo que su vida fue en vano. Pero yo iba a demostrar lo contrario, la vida de nadie era en vano, Zardie se liberaría de las ataduras de Fons para siempre y yo me iba a encargar de hacer ese cometido realidad... Para darle, por lo menos, luego de mucho tiempo, sentido al legado de mi padre.
Años después...
Republica de Zardie, Meta - 24 de Abril - Año 515
Cuando la guerra terminó a principios del año 515 yo era otra persona, mi mente había sido demacrada por esta misma, estaba tan afectado que no podía ver un poco de sangre sin quedarme paralizado. Tenía dieciséis años y había visto las peores acciones jamás hechas por un ser humano, el pánico no era irracional... Sí, habíamos ganado la guerra, pero habíamos perdido demasiado, toda la región oeste, cerca del 20% de la población y estábamos en la lona como país.
Cuando volví a Meta no tenía nada, ahora sí, realmente no tenía nada. Pero tenía un sueño, y tenía que ponerme a punto si quería llevarlo a cabo.
En la guerra escuché muchas historias sobre un profeta que daba poderes al otro lado del continente, para ser más exactos, en la Región Autónoma de Muliche. Una nación al otro lado del Gran Desierto de Infiana donde vivían aislados de todos los países del Continente Central. Nunca había ido ahí, para ser más claros, jamás había salido de Zardie en realidad, pero quizás ese era el momento de que mi viaje comenzara, ese era el momento de comenzar a buscar mi sueño... Entonces un día partí.
Estuve dos meses cruzando toda la frontera entre Fons y Remia para llegar hasta al Gran Desierto de Infiana. Cuando menos me di cuenta ya habían pasado cuatro meses y estaba perdido en el medio del desierto, sin agua, sin comida, sin nada alrededor, sólo eran montañas y montañas de arena que me rodeaban. Hasta que un día vi mi vida pasar por mis ojos, y al no poder aguantar más, caí en la arena esperando sólo morir sepultado en alguna tormenta. No podía pensar claramente, por eso no me angustie ni pensé que mi vida había sido un fracaso, en ese momento morir era lo único que quería, sería lo único que me salvaría, por eso cuando cerré mis ojos y dejé de sentir mi cuerpo sólo un sentimiento de alivio vino hacia mí... El sentimiento de la muerte. La resignación.
Pero el destino hizo de las suyas de nuevo, ya que al parecer todavía tenía demasiado por recorrer... Porque sobreviví.
Abrí mis ojos algunos días después, para encontrarme dentro en una carpa, acostado sobre lo que parecía ser una manta. Tomé asiento cuando vi entrar a un anciano con un bastón, este tenía una gran barba, tenía puesto un extraño gorro en su cabeza, parecía un bonete, y largas telas que actuaban de ropa, su cabello era oscuro, aunque tenía algunos mechones plateados, y sus ojos de color esmeralda, tenía un ligero parecido a muchas personas ancianas de mi nación. Como si todos vinieran del mismo lugar... Eso fue lo más extraño que llegué a divisar.
—Has despertado niño —dijo, en el idioma y acento más extraño que jamás escuché en mi vida.
Quedé en blanco, no sabía qué responder, porque ni siquiera sabía que había dicho en primer lugar. Sólo lo miré con confusión y moví mis hombros en señal de que no había entendido nada.
—Oh... No debes de comprender indyl, lo siento por eso —dijo, otra vez, pero esta vez sí entendí cada palabra.
¿Indyl? ¿Qué era eso?
—Lo siento, pero, ¿Dónde estoy? —pregunté, desconcertado. Mis alrededores eran tan extraños y distintos a lo que normalmente conocía que no pude evitar alarmarme, ¿Quién sabe a dónde podría haber terminado?
—Región Autónoma de Muliche... Has dormido por al menos dos semanas desde que te hemos encontrado en el desierto —respondió, alcanzándome un vaso con bebida.
—¿Qué es esto? —pregunté, tomando el vaso. Estaba caliente.
—Infusión de hierbas.
—¿Té?
—No, infusión de hierbas, se hace de una manera distinta, tómala y verás la diferencia —respondió, sentándose a mi lado.
Tenía razón, era una bebida totalmente distinta. Vacié el vaso en un sólo sorbo, me sentía tan deshidratado que la necesitaba.
—Muchas gracias —agradecí, devolviéndole el vaso—. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo fue que sobreviví?
—Es una historia algo larga... Te encontramos enterrado en la arena, en el medio del desierto, te ubiqué fácilmente gracias a tu energía —respondió, apoyando su dedo índice sobre mi pecho.
—¿Energía? ¿Te refieres a algún tipo de clarividencia que tienes, o algo por el estilo? —realmente estaba confundido cuando pregunté eso.
-—Ja... No, estás bastante alejado, ¿Tú no sabes que eres un usuario de Energía del Alma?
—¿Qué? Lo siento, estoy cada vez más confundido, no entiendo a lo que se refiere.
—Ya veo, entonces te contaré la historia de nuestro pueblo, y ahí mismo entenderás cuándo y cómo fuimos capaces de controlar nuestra Energía del Alma... Control que tú también posees.
Casi cincuenta años atrás el mundo era totalmente diferente al que se podía divisar en la actualidad. De las once naciones que existían en el presente, sólo había seis: Fons, Bellum Giant y Filii Dei eran las tres principales. Remia todavía no era fundada. Y las cuatro naciones fronterizas con Fons eran una sola, o lo fueron por más de cien años antes de la Cuarta Guerra Mundial, el suceso histórico en el cual esa nación que se encontraba al norte del Continente Central y comenzaba a rodear Fons, fue abolida por este mismo... Esa guerra en la cual se provocó la caída del Imperio Indil... Para siempre.
El Imperio Indil fue una nación fundada casi doscientos años atrás, luego del final de la Tercera Guerra Mundial, cuando un dictamen del rey Anthony Ex Fons amenazó la existencia de los pueblos autóctonos del norte con la indicación de que comenzaría una carga contra ellos, para anexarlos a Fons a través de una conquista. Los pueblos no aceptaron tal orden, por lo que se unieron en una sola fuerza, para poder defenderse de la invasión de Fons. Con ese primer propósito, los años terminaron fortaleciendo los vínculos políticos y sociales de los pueblos, las culturas se mezclaron, y la religión se volvió una sola. De esta manera, en el año 356 el Imperio Indil ya era una nación instaurada. Y así fue por los siguientes cien años.
En su momento, Indil fue la única nación, aparte de Bellum Giant, que pudo rivalizar con Fons en un contexto militar. El crecimiento acelerado en todo sentido de Indil amenazó la existencia de Fons, de la misma manera, la de Bellum Giant también, y con el miedo de que esta nación se convirtiera en un Filii Dei del Continente Central, por primera y única vez en su historia, Fons y Bellum Giant se unieran en una alianza para acabar para siempre con Indil.
Este genocidio orquestado por las dos naciones más grandes del mundo en el correr de la Cuarta Guerra Mundial terminó con el naciente Imperio Indil para siempre. El hecho llevó a grandes consecuencias para el mundo entero, la principal de todas fue la fundación de la nueva nación que nació de algunos pueblos que volvieron a unirse luego de la destrucción de Indil: El Reino de Remia, que en pocos años logró posicionarse como una de las cuatro principales potencias mundiales... Otra de estas fue la división de pequeñas provincias que pertenecían a Indil, convirtiéndose así en las naciones de Zardie, Vyrial, Esteli y Synrial. Y más allá del desierto, aquellos que escaparon al oeste fundaron Muliche.
De todas formas, había un pequeño grupo selecto de personas que eran la élite de la nación, liderados por dos poseedores del Scire, y todos capaces de controlar Energía del Alma. Veinte años después de la guerra, junto con la ayuda de Remia, que por cierto, fue fundada por uno de esos dos poseedores del Scire, quien era Ryhan Di Rem, su primer rey y padre del actual rey, Ryder Di Rem, y líder de facto, Rygal Di Rem, aunque tuviera el título de Primer Ministro; pudieron fundar una nueva nación al otro lado del Gran Desierto de Infiana, ahí era donde me encontraba en ese momento... La Región Autónoma de Muliche.
Con toda esa información, la historia me cuadraba mejor que nunca, esa era la guerra que mi padre había peleado, por esa razón el sentimiento de nacionalismo era tan grande, no sólo les habían quitado su territorio, sino que también su identidad, sociedad, religión, cultura... Todo. Les habían arrebatado todo.
También por la misma razón la guerra con Fons se había hecho tan larga, después de todo; Muliche, Synrial, Vyrial y Esteli tenían contratos con Remia, la condición de estos era que si por alguna razón a Fons o a Bellum Giant se le ocurría invadir estas naciones, Remia tendría, no sólo el derecho, sino que también la obligación de entrometerse en el problema.
Yo lo supuse desde un principio, pero cuando me lo confirmaron me sentí orgulloso de haberme dado cuenta de algo así. El tratado con Remia no fue firmado por Zardie, por la simple razón de que la facción que tomó control de la región que ocupaba era la oposición al liderato que Ryhan poseía en el antiguo imperio. No sólo eso, la «guerra» con Fons al final fue un movimiento político llevado a cabo por los líderes de la nación que tenían alianzas con Fons. Ellos querían unir la republica al reino, pero obviamente la población no iba a estar contenta con una decisión así, después de su historia con Fons era lo último que querían. Esto llevó a la guerra civil que se llevaba a cabo en Zardie cuando yo nací, porque sí, yo estaba muy equivocado, nunca fue una guerra con Fons... Siempre fue una guerra contra nosotros mismos.
—¿Así que ustedes son descendientes directos del último gran imperio que se quiso enfrentar a Fons? —pregunté, uniendo los puntos de la historia.
—Además de la Familia Real de Remia, somos los únicos que quedan de aquella élite Indil — respondió el anciano.
—¿Familia Real de Remia? —pregunté, confundido.
—El fundador de la nación de Remia, Ryhan Di Rem, y yo éramos los líderes de Indil hace cincuenta años, en plena guerra... Ryhan tenía una gran visión de liderazgo y fue capaz de mantener un enfrentamiento constante con Fons sin demasiadas bajas, hasta estábamos ganando bastante territorio, pero ni siquiera un genio militar como Ryhan pudo lograr revertir la aplastante derrota que nos dieron cuando Bellum Giant se unió a la lucha.
—¿Tu ya tenías tu Scire en esa época?
—Yo era el actual poseedor del Scire, pero jamás tuve el tiempo suficiente para perfeccionarlo, sólo dos años después de que se me fue otorgado la guerra comenzó, eso limitó mi tiempo y también cavó nuestra tumba, sin un poseedor del Scire competente nuestra derrota era algo inevitable.
—¿Entonces Ryhan cuándo obtuvo su Scire?
—Un año luego de que la guerra terminó, ese fue el periodo de tiempo en el cual una parte de la nación escapó hacia la Isla Rem, y tan solo dos años después de esto, Ryhan fundó Remia en la isla... El resto de la nación emigró hacia el desierto y en un proceso de dieciocho años con la ayuda de ellos fundamos el lugar en el que te encuentras ahora.
—Remia llegó muy lejos, ya es considerada una de las cuatro naciones principales, y si todo lo que me dices es cierto, eso no le tomó más de cincuenta años.
—No es tan así, Remia era una pequeña nación hacía al menos veinte años, pero luego de que los hijos de Ryhan tomaran el liderazgo del reino todo cambió, su crecimiento fue exponencial, y probablemente eso se deba a la mente maestra de Rygal Di Rem.
—¿Quién es ese?
—El Primer Ministro de Remia, es el primer hijo de Ryhan, luego viene Ryder, el actual rey... Rygal también posee un Scire... Y no sólo eso, probablemente sea el poseedor más fuerte del mundo en este momento.
—¿Él es una amenaza?
—No... Al menos por ahora, protege a todas las naciones descendientes de Indil, aunque probablemente sea un movimiento político y militar, a la vez que una trampa... Porque sí, Remia puede involucrarse en intentos de invasión hacia nosotros, pero de la misma forma, si Remia se ve involucrada en un suceso así, tenemos que responder y luchar a su lado... Indil ya no existe, pero Remia logró recuperar el 20% del territorio que antes este poseía, más el territorio de las demás naciones que formamos parte del tratado llega a cerca del 70% previamente poseído por Indil... En algún momento las cosas se desvirtuaran y Remia, al mando de Rygal Di Rem, terminará destruyendo todo Fons, él no se va a quedar tranquilo, tiene mente de asesino, es un genio y ambicioso a mas no poder... Créeme, no dentro de poco, el mundo será suyo.
Al decir esas palabras mi sangre se heló. No conocía a este tal Rygal Di Rem, pero escuchar como el anciano decía algo así con tanta seguridad me hacía querer dudar sobre si realmente podría encargarme de liderar una revolución solo. El mundo estaba lleno de fenómenos que ni me imaginaba que existían, aun así, terminó por alimentar mi determinación. Scire, Energía del Alma, sellos, poderes. Jamás se me ocurrió creer que el mundo fuera tan loco.
—Conociendo tu verdadera naturaleza me acabo de dar cuenta de que tú eres la persona que estaba buscando —dije, identificando al «profeta» del que tanto me habían hablado.
—Correcto niño —respondió, de nuevo en ese extraño idioma.
—¿Debería de aprender a hablar indyl?
—No es necesario, aquí hablamos indyl porque nos recuerda a nuestras raíces, y lo usamos sólo como una jerga, no es nuestra lengua oficial.
—Ya veo... Entonces, ¿Me ayudarás?
—Primero debo saber qué es lo que quieres.
—Ser fuerte, lo suficientemente fuerte como para poder volver a Zardie y comenzar una revolución.
—Ya veo —respondió, uniendo sus palmas—. Respira hondo —agregó.
En ese momento lanzó un golpe a mi pecho, lo sentí tan fuerte que mi pecho se hundió y caí inconsciente al instante.
Horas después...
Cuando abrí los ojos estaba durmiendo en una cama dentro de una gran habitación. Estaba oscuro, al parecer habían pasado horas. La noche se me vino encima.
—¿Qué sucedió? —pregunté cuando vi entrar al anciano a la habitación.
—Activé tu energía, sólo golpeé tu pecho con fuerza, quédate tranquilo, no te hice daño, el desmayo fue a causa de la cantidad de energía que de repente fue disparada por todo tu cuerpo, es una reacción normal y hasta necesaria —explicó.
—Entiendo... ¿Eso quiere decir que ahora puedo usarla?
—Con el entrenamiento adecuado... Dime Yoh, ¿Estás de acuerdo con quedarte a entrenar en Muliche algunos años?
—No tengo nada que me ate a no hacerlo... De hecho, es lo único que puedo, y debo hacer ahora.
Ese era el camino que había elegido.
—Bien, Yoh, entonces mañana comenzamos, prepárate mentalmente, no es un entrenamiento leve —dio aviso.
—Claro, señor... Me he preparado por años —respondí determinado, apenas comenzaba a soñar.... Con la libertad.
Años después...
Republica de Zardie, Meta, Residencia Presidencial - 22 de Noviembre - Año 521
—Aquí no hay más, Yoh —avisó Sonny. saliendo de la sala— Parece que todos huyeron... El lugar es nuestro —añadió, con una sonrisa satisfactoria.
—Jamás iban a poder contra un pueblo entero... Sal y avisa a toda la nación, Zardie al fin es libre —respondió Yoh, eufórico. Al fin lo había logrado.
Todo había comenzado dos años antes, con el estallido de la Guerra de Fons, una crisis sociopolítica lo suficientemente grande como para desbalancear un reino entero. Gracias a eso la presencia militar de Fons en Zardie fue retirada. Fons prefirió pelear contra los grupos revolucionarios de su reino antes que defender un territorio ajeno, esa fue la posibilidad que Yoh vio para por fin conseguir la libertad de su pueblo.
Luego de perder algunas batallas que libró en su camino hacia conseguir su propósito Yoh se planteó la idea de que la única forma de lograr la victoria en el mundo no era más que otra que la fuerza bruta, después de todo, sus derrotas se debieron a que era más débil que sus rivales... Aunque mejor se podría decir, rival... Rhys Windsor. La mayor piedra en su camino.
No se sentía mal una derrota luego de saber que esa persona es ampliamente superior a ti, pero igualmente seguía siendo una derrota, perder conllevaba demasiado. Por eso la victoria frente a su gobierno corrupto y autocrático recién se dio cuando consiguió el Scire que su maestro le entregó.
Un año después de la Guerra de Fons, y uno antes de asediar la capital con su grupo revolucionario, él viajo hacia Muliche con el fin de que su maestro le quitara el sello que Rhys Windsor le había colocado luego de perder contra él en la guerra. Se llevó una gran sorpresa cuando se le fue informado que su maestro estaba a punto de morir. La esperanza de su padre había sido transferida a él, y en ese momento, en el lecho de muerte de su maestro, comprendió que la de él también se le sería transferida.
«Eres la única esperanza para restaurar todo lo que alguna vez se nos fue quitado», pronunció esas palabras antes de desfallecer en los brazos de Yoh, no sin antes traspasarle su Scire, dándole así a su pupilo, la última pieza del rompecabezas que debía armar para derrocar el gobierno de su nación... Para siempre.
En su regreso a Zardie, ya nada era igual, la batalla en Meta fue la llave que abrió la puerta a la libertad. Luego de meses en los cuales el Ejército Nacional fue capaz de contener su ofensiva, todo se terminó cuando Yoh Tales decidió usar la violencia de una vez por todas.
Frente a este suceso hay muchas versiones, aunque la única correcta es que Yoh entró al palacio por túneles subterráneos que supo reconocer gracias a vestigios de Energía del Alma de algunos soldados y políticos que rondaban el lugar. Dentro del palacio no tuvo piedad, asesinó uno por uno a toda la élite de Zardie, permitiendo el paso a su ejército luego de certificar que ya nadie podía incidir en su determinación.
Así fue como el 22 de Noviembre del año 521, luego de la masacre al Consejo Presidencial de Zardie, el golpe de Estado concluyó y la guerra civil terminó... Con una victoria para Yoh Tales.
—Espera Sonny... ¿Y eso? —preguntó Yoh, cuando escuchó unos sollozos en uno de los pasillos.
—Deben de ser ratas —respondió Sonny, tocando el suelo, en busca de señales de Energía del Alma—. No, equivocado, es un ser humano —añadió, al salir corriendo hacia el lugar.
—¡Espera! —gritó Yoh, siguiéndolo. Tenía que asegurarse que no fuera alguien inocente, Sonny no dudaría en matarlo, fuera quien fuera.
La sorpresa fue muy grande para ambos cuando abrieron la puerta de la habitación de donde venían los ruidos y encontraron una chica llorando en un rincón.
—¿Quién es? —preguntó Sonny, acercándose lentamente.
—Ten cuidado, puede ser una trampa —respondió Yoh, caminando detrás de él.
En el momento que Sonny movió la viga que cubría a la chica, se develó su rostro. Era una niña hermosa. Quizás no era una niña totalmente, tenía rasgos de superar la adolescencia, pero lo que si era obvio es que no era mayor que ellos.
Ella levantó la mirada y vislumbró a Sonny mirándola fijamente, su intimidatoria mirada hizo que ella retrocediera su cuerpo, encogiéndose aún más contra la pared.
—Sonny... La estás asustando —dijo Yoh, moviéndolo hacia un lado para poder agacharse frente a la chica—. Ey, no te haremos daño... ¿Cómo te llamas? —preguntó, con suavidad.
—Michelle —respondió ella, apenas dejando salir su voz. Su temblor llegaba hasta sus labios, esas palabras estaban llenas de miedo.
—¡¿Puedes hablar más alto?! ¡No escuché nada de lo que dijiste! —exclamó Sonny, asustando a Michelle de nuevo.
—Sonny, por Yva... ¿No ves que está asustada? Si gritas sólo la asustas más... Michelle, eso fue lo que dijo, ¿Puedes por favor salir de la habitación mientras hablo con ella? Vigila que no venga nadie —ordenó Yoh, señalando la puerta.
—Lo haré, Yoh, pero sólo porque tú lo dices... De todas maneras, te aseguro de que si ella termina siendo una de nuestros enemigos no dudaré en matarla —Sonny amenazó, dándose la vuelta, sus frías palabras quedaron en el aire. El suspiro se atascó en la garganta de Michelle, esa amenazaba sonaba tan real.
—Sí, Sonny, lo que digas, ahora sólo ve y déjame con ella, puedo encargarme —respondió Yoh, para que luego Sonny abandonara la habitación dejándolo solo con Michelle—. Lo siento por la actitud de mi compañero, pero hemos estado algo perceptivos últimamente y debemos de tener cuidado de las personas con las cuales nos encontramos... ¿Puedo preguntar qué haces aquí? —preguntó, sentándose a su lado.
—So... Soy una sirviente del Comandante en Jefe... Pero yo no tengo nada que ver, ¡No me maten por favor! —rogó, cubriéndose el rostro.
—Ey, quédate tranquila... No te haré nada, eres sólo una víctima después de todo... Te hicieron mucho daño, ¿Verdad? —respondió Yoh, acercándose a ella, en ese movimiento le dio un abrazo—. No importa, todo eso se terminó, yo estoy aquí y te cuidaré desde ahora, ¿Bien? —preguntó, y al apoyar su mano en la barbilla de la chica alzó su rostro. Le limpió algunas de las lágrimas con la yema de sus dedos y esbozó una ligera sonrisa.
Michelle suspiró e intentó responder igualmente con una sonrisa a las palabras del chico que la abrazaba con fuerza, después de tanto tiempo, al fin se sentía protegida... ¿Quién era él?
—¿Puedo al menos preguntar tu nombre?
—Yoh Tales... Ese es mi nombre.
Presente...
Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526
Lee enfrentó a Yoh de nuevo, lanzándole algunos ataques que este último esquivó aun con más facilidad que los anteriores. Parecía que a medida que avanzaba la lucha más comprendía el estilo de pelea de su rival, acostumbrándose a este, eso permitía que pudiera contraatacar con más rapidez.
Y así terminó sucediendo. Yoh tomó su brazo y lo jaló, enredándolo con el suyo a través de un lazo, tras este movimiento comenzó a golpear con la palma el pecho de Lee repetidamente gracias a que el rey no podía defenderse.
Lee activó su sello y atrajo una roca a lo lejos, Yoh la vio venir y lo soltó, dando un salto hacia atrás, en ese momento Lee encontró la oportunidad perfecta, y aprovechando que la roca bloqueaba la vista de Yoh, se movió hacia detrás de él con rapidez.
Yoh lo distinguió de reojo y cuando tenía pensado lanzar un puñetazo de espaldas escuchó un extraño ruido que venía desde la palma de Lee. No dudó ni un segundo y saltó hacia la izquierda, para luego sentir como un inmenso calor abrazaba el lugar... Había sido una explosión.
«No me esperaba que pudiera formar explosiones de esa magnitud... Eso me lleva a un gran problema, si me toca de nuevo estoy muerto», pensó Yoh, al ver el humo dispersarse, logrando distinguir la figura de Lee a lo lejos.
«Diez segundos», Lee contó el tiempo hasta que por fin pasó ese lapso entre explosiones, y se lanzó al ataque de nuevo.
—Mierda —maldijo Yoh, viéndolo venir. Notó fácilmente también el brillo que este tenía en su palma... Así que esa era su habilidad, crear explosiones, tenía que encontrar la forma de descubrir cómo lo hacía para poder anularla.
Aunque la habilidad de Lee era básica, de todas formas no era muy fácil darse cuenta de cómo funcionaba. Era una acumulación de gases en su palma que salía disparada luego de usar su energía como combustible, para un poseedor del Scire esto era demasiado fácil de hacer, pero Lee lo llevaba a otro nivel, quizás igual de fuerte que una granada, pero ese era sólo su mínimo, no quería terminar estallando toda la ciudad por lo que sólo podía limitarse a usar ese ataque y no el Hongo. Un poder capaz de asemejarse a la explosión de una bomba atómica.
«Maldita sea... No puede ser que su habilidad sea perfecta para tenerme contra las cuerdas», pensó Yoh, analizando la situación. Tenía una estrategia en mente, pero sabía que era arriesgado, igualmente sólo necesitaba cerciorarse de algo.
Cambiando su rumbo, tomó camino de nuevo de frente a Lee, si quería sacarse esa duda debía atacar rápidamente.
«¿Un ataque directo? Estás loco, Yoh», pensó Lee, recargando su sello de nuevo.
Cuando este estaba a la distancia suficiente para recibir el impacto, Lee quitó el seguro y activó la explosión al tocar a Yoh. Esta vez fue más fuerte que la anterior y alrededor de Lee no quedó nada más que un pequeño cráter de aproximadamente cinco metros de diámetro.
—¿Eso es todo? —preguntó Lee, confundido, era extraño que Yoh dejara vencerse así de fácil, obviamente era una forma de distracción, el real todavía estaba por ahí.
Miró alrededor y no lo logró ubicar. Era extraño, ya que él había destruido todo el lugar, no había forma de esconderse sin dejar rastro.
«Así que son diez segundos», pensó Yoh, en su escondite.
Su habilidad condicionada era la Transparencia. Esta era capaz de permitirle ver a través de objetos, paredes, bajo el suelo o más allá del cuerpo humano. También podía hacerse a sí mismo invisible, dejando su imagen a un clon que se difuminaría cuando él volviera a su estado inicial. La desventaja de tal técnica era que para poder mover su clon necesitaba no mover su cuerpo, y lo mismo sucedía con su cuerpo, para moverlo necesitaba no mover su clon. Lo que era capaz de hacer con su cuerpo, gracias a su Scire, también era capaz de hacerlo con todo en lo que usara su energía. Principalmente en armas.
Lee caminó unos metros hacia la izquierda y escuchó un extraño sonido, eran rocas quebrándose.
«Mierda», pensó, dando un salto.
Yoh salió disparado desde abajo del suelo a una gran velocidad. Luego del salto, Lee estiró su brazo, colocando su palma al frente. Cuando estaba por tocar a Yoh sintió que su mano traspasaba el cuerpo de su rival. En ese instante bloqueó su habilidad, no le servía gastar una carga si ese no era Yoh. Pero se dio cuenta del truco muy tarde, apenas hizo eso, la imagen de Yoh que se había formado frente a él se desvaneció, y el verdadero Yoh apareció detrás, su mano todavía seguía estirada, y frente a este movimiento, pagó su ingenuidad cuando rápidamente Yoh hizo aparecer una daga en su mano y con un corte limpio en su palma desactivó su sello... No iba a poder usar su habilidad otra vez.
Dio una voltereta en el aire e intento alejarse lo más posible de su rival... Esa había sido una mala jugada, él no poseía regeneración automática como Rhys, ¿Qué haría ahora?
—¿Qué pasa rey? ¿Ya te rendiste?
Al escuchar esas palabras Lee subió la mirada, y lo vio volando frente a él. La mirada de Yoh era fría... Su mano no paraba de gotear, había caído ante la trampa de Yoh y su Scire iba a ser inútil el resto de la batalla.
—Maldita sea... Eso será un gran problema —asumió Lee, sin quitar la mirada de Yoh, quien comenzó a descender lentamente hasta apoyar sus pies en el suelo otra vez.
«Es la única solución, debo traerlo a menos de seis metros de mí... Necesito hacerlo caer en mi Zona Vacía», Lee ya había formulado esa estrategia en su mente, sin saber lo que pensaba su contrincante.
«Ahora puedo hacerlo, debo usar mi Zona Vacía», notando la desventaja de Lee sabía que no iba a poder escaparse de su rango si lo atrapaba.
—Veamos que tienes... Rey... Soldado.
Casi como leyendo la mente del otro, ambos dijeron la misma frase al unisonó, antes de lanzarse al ataque... Con la misma idea, con la misma estrategia.
Alguno debía ganar.