Me desperté de un sueño tranquilo y reconfortante sobre el pecho de mi madre, de hecho, creo que lo estaba succionando dormido. Me sentía extraño, más despierto, tal vez aún algo cansado, pero lleno de energías y con la sensación de que podía hacer cualquier cosa.
Riuz: "Buenos días, mami."
Jean:" No dormiste tanto, mi niño" —dijo, acariciando mi rostro—, "fue apenas media hora, 45 minutos."
Riuz: "Oh... me pareció mucho más."
Jean: "Deberíamos levantarnos, las chicas pueden volver en cualquier momento. Aunque si quieres dormir más, puedo llevarte a tu cama."
Riuz: "Estoy bien, pero creo que voy a extrañar esto. Siento que nunca dormí tan bien en mi vida."
Jean: "Jeje. Vamos a la cocina, aún queda un poco del licuado del desayuno. Deberías reponer algo de líquido."
Me sonrojé, sin saber muy bien por qué, pero acepté la propuesta de mi madre. Nos levantamos y recogimos nuestras ropas del suelo, vistiéndonos. Me habría gustado quedarme desnudo un poco más, disfrutando del aire fresco en la piel, pero mis hermanas podrían volver en cualquier momento y sería difícil explicar la situación.
Mientras caminaba con mi madre hacia la cocina tomados de la mano, no dejaba de pensar en cómo me sentía. Ella me sirvió un vaso de esa mezcla de frutas, una bebida fría y refrescante que bebí con gusto. Entonces, no pude evitar hacerle una pregunta que llevaba rondando en mi cabeza.
Riuz: "¿Mamá...?"
Jean: "¿Sí, mi amor?"
Riuz: "Sobre lo que pasó..."
Jean: "¿Te sientes raro, asustado, nervioso, disgustado?" —preguntó con más seriedad, arrodillándose para mirarme a los ojos—. "Sé que pudo ser demasiado para ti. Si algo te preocupa o te confunde, estoy aquí para ayudarte. Puedo responder cualquier pregunta que tengas."
Riuz: *Asentí.*
Jean: Pregunta lo que quieras. ¿Te sientes extraño? ¿Te gustaría que te explicara algo de nuevo?
Riuz: No... no es eso. Solo quiero saber... ¿Esto fue algo de una sola vez? —pregunté, un poco avergonzado.
Jean: "Yo..." —Mi madre pareció vacilar, como si no estuviera segura de cómo continuar. Al final, decidió preguntar algo más sencillo— "¿Te gustó?"
Riuz: "Sí, mucho, no creo que pueda olvidarlo o... vivir sin ello." —Dije, quizás mintiendo, quizás no.
Jean: "Eso es bueno." —Respondió mi madre, acercándose a mí y tomando mi mano.
Riuz: "¿De verdad?" —Mi incredulidad era evidente. No era la reacción que alguien esperaría de una buena madre.
Jean: "No, Riuz, esto no es algo de una sola vez. Por eso estoy feliz de que te gustara, porque tendríamos que repetirlo aunque tú no quisieras. Con tu condición, es necesario." —Su tono era tranquilo, pero sus palabras resonaron en mi mente.
Riuz: "Oh... genial... creo."
Jean: "Sí, eso es genial" —me sonrió, animándome a tomar las cosas con calma—. Lo más importante es que te cuides y hagas las cosas a tu ritmo.
----
Jean: Así es... genial —me apoyó en mi opinión, incentivándome a disfrutarlo mas que agobiarme, aunque consideró que yo no lo había tomado mal por no conocer las implicaciones negativas al respecto.
---
Riuz: "Y... ¿mamá Pan y mamá Bella lo saben?"
Jean: "Así es." —Me sonrió con calidez.
Riuz: "¿Y no tienen problema con ello?" —Pregunté, sintiendo cierta inseguridad.
Jean: "Ninguno de nosotros. Es lo más importante para nosotros es tu seguridad."
Riuz: "¿Y mis hermanas...?"
Jean: "No, y no deben saberlo por el momento. Recuerda que lo prometiste. Tus hermanas no están listas para saberlo."
Riuz: "Bueno..." —reflexioné mientras bebía el licuado, procesando lo que me había dicho.
Leugo de eso, mi amiga y yo nos dimos un baño juntos, lo que me puso nervioso y avergonzado. Sí, sabía que luego de lo que hicimos no tenía sentido estar tan incómodo, pero no podía evitarlo. Igual fue una buena experiencia, pues mi madre me ayudo a lavar mi cuerpo, causando otra erección, con la cual me ayudó con sus manos enjabonadas. Un baño memorable.
Al terminar el baño, volvimos a la cocina, y mi madre sacó una de las barajas de cartas que tenemos junto con otros juegos familiares. Nos sentamos a jugar un rato. En nuestra familia, es común que nos reunamos para disfrutar de juegos de mesa o cartas en los días tranquilos. Estuvimos así un buen rato, riéndonos y pasando el tiempo hasta que escuchamos la puerta abrirse. El resto de la familia había regresado, todas con el cabello bien arreglado y sonriendo, listas para compartir el resto del día con nosotros.
...
A la mañana siguiente, me desperté temprano. Esta vez mi hermana no estaba durmiendo conmigo, sino en la cama de Hermione. A pesar de que solía ser con quien menos dormía, Luna me había dicho una vez que dormía con ella al menos un día a la semana para que Hermione no se sintiera excluida.
Hablando de Hermione, cuando me desperté, ella ya no estaba en la cama. Decidí levantarme, ya que me sentía lleno de energía. Al salir de la habitación, vi que la puerta del patio estaba abierta, lo que me hizo suponer que Hermione había salido a entrenar al frescor de la mañana. Ah, y nuestras madres aún estaban en su habitación.
...
En la habitación de mis madres, Pan, Bella y Jean estaban desnudas, acostadas sobre la cama, mirando la grabación de lo sucedido entre Jean y Riuz el día anterior. Estaban tan metidas en ello que no se habían percatado de la hora.
Bella: "Mira su pequeño pipi, es tan adorable. ¡Es tan adorable!" —dijo con ese tono maternal que suele avergonzar a cualquier hijo.
Jean: "Espero que Riuz no te oiga, parece estar un poco acomplejado."
Bello: "¿Cómo puede estar acomplejado? Es lo más hermoso que he visto."
Pan: "No creo que él lo vea así. Mira esta parte, mira cómo se mira a sí mismo."
Bella: "Aun así, lo encuentro adorable. Además, mira esas nalguitas, parecen un dulce que quiero morder. No puedo creer que sea posible, pero nuestro hijo es incluso más lindo que antes."
Las dos mujeres no pudieron evitar suspirar ante la emoción de Bella. No era un secreto que Ruiz era su tesoro, no porque fuera su hijo favorito y las niñas fueran menos apreciadas, sino porque tenían una relación más cercana. Hermione se parecía demasiado a ella en varios aspectos, lo que las llevaba a entrar en conflicto con frecuencia, y Luna tenía una personalidad tan peculiar que a veces era difícil para ella entenderla. Solo Ruiz era el hijo con quien realmente compartía mucho. Y ahora al verlo en esa situación... feliz, emocionado, tímido, vulnerable, curioso, ansioso... ella estaba tan emocionada.
Jean: "Ahora que lo hemos visto tantas veces, me doy cuenta de que yo no hice casi nada. Supongo que simplemente dejé que él hiciera lo que quisiera para sentirse cómodo. - Se reprochó al verse a sí misma en la grabación, prometiendo hacerlo mejor en el futuro"
...
Decidí salir al patio, pero no vi a Hermione por ninguna parte. Deduje que probablemente había salido a correr un rato, no muy lejos, ya que usualmente corre alrededor del terreno de la casa cuando no tiene permiso para ir más lejos.
El aire fresco de la mañana me envolvía, y aunque era temprano y aún hacía un poco de frío, la sensación era satisfactoria. El viento susurraba a través de las hojas, y los primeros rayos del sol comenzaban a asomarse tímidamente por el horizonte. Había algo nostálgico en ese momento, especialmente al ver las herramientas de entrenamiento de Hermione. Sentía cómo mis manos y pies picaban, ansiosos por moverse.
De repente, una oleada de energía recorrió mi cuerpo, mucho más fácil de controlar que antes. Después de ese rato con mamá, había ganado un mejor dominio e incremento de mis poderes.
Mis manos brillaron con un suave resplandor celeste mientras la energía fluía por mí, revigorizándome. Comencé a correr en círculos por el patio, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza y mi cuerpo pedía más. Solté un golpe al aire y, por un instante, sentí que viejos recuerdos intentaban surgir, pero no lograban materializarse del todo. No me importaba. Me sentía libre, como un animal en su elemento, con ganas de hacer volteretas, lanzar puñetazos y patadas con una flexibilidad y fuerza salvaje. Era extraño, pero placentero.
Me sumergí en una serie de ejercicios físicos: correr, saltar, hacer sentadillas y flexiones, perdiendo la noción del tiempo. Estaba completamente inmerso en mi propio mundo hasta que escuché la voz de Hermione detrás de mí.
Hermione: "¿Qué estás haciendo?" —preguntó, claramente sorprendida por mi comportamiento.
Riuz: "¡Hermione! Qué bueno que estás aquí. Vamos a entrenar" —dije, desbordante de emoción y energía.
Hermione: "¿Qué?" me miró con total confusión, preguntándose si habíamos comido algo en mal estado la noche anterior para que yo actuara de esa manera.
Riuz: "Vamos, entrenemos. Peleemos un poco. Siento que no puedo contenerlo" —dije mirando mis puños, ansioso por desatar esa energía que sentía fluir dentro de mí.
Hermione: "No quiero lastimarte."
Riuz: "No vas a lastimarme, confía en mí. Además, si no te esfuerzas, creo que soy yo quien podría lastimarte sin querer".
Hermione: "¿Estás drogado? ¿Comiste algo del invernadero de mamá Pan?"
Riuz: "Solo confía en mí" —dije, un poco molesto por sus dudas—. "Una pelea sencilla, intercambiamos algunos golpes. Créeme, ahora entiendo tu emoción por entrenar, y la comparto. Vamos, satisface esta necesidad."
Hermione: "Bueno..." —respondió con cierta duda, pero aceptó.
Nos dirigimos a una pequeña área de tierra en el patio, que había sido marcada por los entrenamientos constantes de Hermione. Levanté los puños, con una sonrisa en el rostro y mi sangre hirviendo de emoción. Hermione hizo lo mismo, aunque su postura era mucho más relajada. No mostraba seriedad ni firmeza, pero no porque me subestimara, sino porque no estaba segura de mi seguridad. La observé, esperando que, después de intercambiar algunos golpes, cambiara de opinión y se tomara el entrenamiento en serio.
Riuz: "Bien, empezamos. A la cuenta de tres... 1... 2... ¡3!"
...
...
...
...
...
Lo primero que vi al abrir los ojos fue el rostro de mamá Pan, pero la luz que se reflejaba en el techo de cristal me dificultaba ver con claridad.
Riuz: "Ah... ¿qué pasó? ¿Dónde estoy?" —pregunté, aturdido, con un fuerte dolor en el lado izquierdo de la cara, alrededor del ojo.
Pan: "Te desmayaste después de que Hermione te golpeara en la cara."
Riuz: "¿Me golpeó?" —dije, aún aturdido.
Pan: "Sí, dijo que querías entrenar con ella. ¿Es cierto?"
Riuz: "Oh, sí... cierto." —recordé de repente— "¿Cuánto duré?
Pan: "Según lo que dijo Hermione, contaste hasta tres, te golpeó y te desmayaste."
Riuz: "Oh..."
Al escucharlo, me sentí terriblemente humillado. No creo que haya pasado ni un segundo de combate antes de caer. Miré la luz que entraba por el invernadero y me di cuenta de que había estado inconsciente por varias horas. "Vaya habilidad nata que tengo", me burlé de mí mismo en silencio. No sé por qué pensé que sería un maestro de kung fu o algo así. Con esta experiencia, añadí algunas notas mentales para futuras referencias:
Recordatorio 1: Que sienta que puedo hacer algo no significa que pueda.
Recordatorio 2: No volver a pelear contra Hermione a menos que esté realmente preparado.
Recordatorio 3: En general, evitar pelear contra Hermione.
Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estaba en una cama doble rodeada de plantas. Nuestra casa tiene dos invernaderos, uno más grande al fondo del patio y este, más pequeño, que está junto a la casa, pegado a la pared. No hay plantas mágicas aquí, solo flores, verduras y hierbas que mis madres usan para cocinar y sazonar la comida.
Mamá Pan usó un pequeño hechizo para reducir la hinchazón de mi ojo, mientras yo me preguntaba cómo había conseguido meter una cama en el invernadero. Probablemente era una transfiguración, no una cama real. Aún así, me pregunté por qué no me había llevado a mi cuarto en lugar de tratarme aquí.
Riuz: "¿Y Hermione?"
Pan: "Bella la está dando nalgadas por lo que te hizo."
Riuz: "Pero yo le pedí que lo hiciera..."
Pan: "Lo sé, ella nos lo contó, pero Bella de todos modos decidió castigarla."
Riuz: "Eso solo hará que luego se desquite conmigo."
Pan: "Eso también lo sé."
Suspiré, resignado. Al menos ya no me dolía la cabeza, y parecía que la hinchazón había desaparecido. Mi madre me sonrió con esa sonrisa suave y soñadora que siempre tenía, y mientras acariciaba mi frente, me sentí en paz. Al principio fue agradable, hasta que sentí su otra mano sobre mi entrepierna acariciándola en círculos.
Riuz: "¿Mamá?"
Pan no dijo nada, simplemente se subió por completo a la cama y se puso encima de mí. Nunca perdió el contacto visual ni dejó de sonreír. Bajó su rostro hacia el mío y me besó, introduciéndome la lengua como Jean lo había hecho, pero esto era completamente diferente. Si Jean había invadido mi boca, ella... era como si entrara lentamente pidiendo permiso, llegando hacia la mía y explorando con tanta suavidad que podrías dudar si era ella quien te besaba o tú quien usabas tu lengua contra la de ella. Rompió nuestro beso con la misma delicadeza y siguió mirándome.
Pensé que estaba a punto de decirme algo, después de lo de Jean no me sorprendía tanto, pero Pan hacía que todo fuera aún más extraño. Su mirada constante con esos ojos perdidos sobre mí parecían como si estuviera mirando más allá de mi persona, y eso era incómodo. Acarició mi rostro un poco más, luego mi pecho por encima de la ropa, hasta que llegó a mis pantalones.
En una situación como esta nunca esperé que ella no los quitara del todo, solo los bajara un poco para dejar mi pene al descubierto y libre de ellos. Luego, se movió hasta que sus caderas estuvieron sobre las mías y su túnica ocultaba la vista, antes de tomar mi pene y guiarlo hacia su lugar cálido y húmedo. Finalmente encontrando la posición correcta, ella bajó, haciéndome entrar completamente dentro de ella
La sonrisa perpetua de mi madre era inmutable, incluso ante mi sorpresa y consternación. Empezó mover sus caderas, apoyando sus manos a los lados de mi cabeza y acercando su rostro al mío sin llegar a besarnos. Solo podía ver su mirada penetrante.
No podía creer que estuviéramos follando y que ni siquiera nos hubiéramos quitado la ropa. Su túnica celeste brillante y blanca, de estilo oriental, cubría todo lo que estaba sucediendo. No podía ver su coño ni mi pene entrando en ella, solo podía sentirlo y eso aumentaba la estimulación más de lo que esperaba.
Antes, con Jean, era extremadamente sensible, al punto de ser humillantemente precoz. Pero sabía que mi cuerpo se había adaptado y si volvía a suceder lo de ayer, podría durar más tiempo. Ahora, Pan jugaba con mis sentidos, dejándome solo ver su rostro, escuchar el sonido amortiguado de lo que pasaba debajo de la ropa y solo pudiendo imaginar lo que ocurría a través de esa sensación húmeda y abrazadora de su coño. Además, el hecho de que ella solo mirara sin decir nada era aún más inquitante. Además, su silencio me inquietaba aún más. No pude aguantar mucho más y, como si leyera mi mente, ella se sumergió hacia abajo sobre mí, permaneciendo allí mientras yo liberaba mi carga en su interior.
Ruiz: "Mamá... eso fue tan..." —No tenía forma de explicar lo que acababa de suceder, nunca había tenido una experiencia así antes. No recuerdo haber tenido relaciones sexuales en el pasado, como muchas otras cosas, por lo que todo era nuevo para mí. Pasar de Jean a Pan fueron dos experiencias tan diferentes que apenas podía soportarlas.
Pan: "Shhhh..." —me silencia con su dedo sobre mis labios.
Mi madre toma un frasco de la mesa cercana y vierte su contenido en sus manos, frotándolas entre sí. Me sonríe con más fuerza antes de cerrar mis ojos con sus dedos cubiertos de ese gel frío y pegajoso. Cuando traté de abrirlos, me asusté al no poder hacerlo.
Riuz: "¡Mamá!" —Grité aterrorizado.
Pan: "Shhh...tranquilo Riuz, mamá está aquí...confía en mí, ¿vale?"
Riuz: "V-vale...respondí tembloroso y con dudas, pero confiaba en ella."
Sentí cómo sus manos pasaban por mis orejas y metían sus dedos dentro, dejando allí ese extraño gel. Pronto noté cómo la mayor parte del sonido se había amortiguado y mi miedo creció.Estaba sumido en la oscuridad y el completo silencio, sin poder ver ni oír nada. Finalmente, sentí cómo mi madre metía sus dedos en mi boca y usaba su otra mano para acariciar mi garganta con firmeza pero delicadeza. Así, pronto perdí la capacidad de hablar y emitir sonidos. Tampoco podía moverme libremente, ya que mamá estaba apoyada sobre mí, restringiendo mi libertad.
Completamente privado de varios sentidos y facultades, atrapado dentro de mí mismo, sentí los movimientos de mi madre. Cabalgaba sobre mí nuevamente, mientras sus manos frías se deslizaban debajo de mi ropa. Experimentaba una sobrestimulación, donde todo lo que realmente podía sentir era mi pene y el frío de sus manos sobre mi cuerpo. Era demasiado, nunca había vivido algo así; era tan intenso que casi podía imaginar la forma exacta del interior de su vagina. Fue tan intenso que apenas unos segundos después eyaculé por segunda vez dentro de ella. Esto la hizo detenerse por un momento para besarme de manera casta antes de continuar cabalgando sobre mí.
Me sentía como si estuviera siendo manoseado por tentáculos a los que no podía resistir, mientras mi pene era succionado y exprimido por una fuerza incontrolable. Ella no se detenía, simplemente continuaba. Perdí la cuenta de cuántas veces me corrí, aunque al principio intenté llevar la cuenta porque cada vez que lo hacía ella se detenía para besarme antes de continuar. Era un paraíso y un infierno a la vez. Estaba terriblemente excitado y aterrado al mismo tiempo.
Después de una hora aproximadamente, nuestra insana actividad se detuvo cuando el efecto del gel se disipó. Me senté sobre sus piernas, abrazándola con fuerza mientras seguía temblando de miedo y, al mismo tiempo, teniendo una erección que no disminuía. Estaba en un estado de pánico lujurioso que no podía controlar; incluso me corría de vez en cuando sin estímulo alguno durante un tiempo después. Mi madre me acompañó durante las siguientes 2 horas hasta que me recuperé y mi erección se calmó, dejando de sufir pequeñas eyaculaciones esporádicas sin razón.