Revolviendo la Tierra Media

La prisión de Rivendel también tenía el distintivo brillo de los elfos; gloriosa, elegante pero no más grande que la casa de madera en la que residía Sheyan anteriormente. Sin embargo, no había cama ni antorchas encantadas. Un claro aroma de la naturaleza flotaba en la atmósfera de la prisión.

El agua potable se obtenía directamente cortando en rodajas las enredaderas caídas y chupándolas. El agua de la savia era dulce y exótica. Siempre que uno sintiera hambre, simplemente podía tocar una campana a un lado. Después de un tiempo, las frutas del tamaño de una bola de boliche caían rodando desde un árbol hueco a un lado.

Los frutos eran ligeramente similares a las naranjas. Tenían la piel gruesa que emitía un olor que disuadía a los insectos. Después de arrancarle la piel, la carne quedó jugosa y dulce; llenando fácilmente la barriga.