Aunque el ataque del Sturmbeest retuvo una feroz locura, con cada sombra negra que pasaba, arcos de tristes rastros de sangre salpicaban en el aire. A medida que avanzaba con gran intensidad, todos los sonidos se apagaban; un silencio que realzaba la triste solemnidad del momento.
Después de apenas 50 metros, la carne y la sangre destrozadas empaparon el físico del Sturmbeest; cada minuto de movimiento revelaba otra ronda de carne pelada, otro astillamiento de huesos... sin embargo, no salió ni un solo grito desgarrador del Sturmbeest. Permaneció firme en su ataque abatido; todo porque en el momento en que comenzó a acelerar en esa dirección, se le había inculcado esta creencia:
"¡Debes atacar hacia adelante!"
"¡Lucha por la Madre Naturaleza Eywa!"
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