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O LVI: En Marcha

—Bien, y, ¿ahora que hacemos? —preguntó Ymac.

La atmosfera era pesada. Nadie quería hablar.

La primera en hablar fue Vera.

—Tenemos que reconstruir la Tribu —explicó Vera.

—¿Aquí? La tierra tiene demasiada sangre —dijo Ymac.

Ruyo estuvo de acuerdo con Ymac, no podían reconstruir la tribu en el mismo lugar.

—Ymac, tiene razón. Sin embargo, es peligroso ir a ciegas —reflexionó Ruyo.

—Por ahora, podemos establecer campamentos cercanos para los sobrevivientes. Luego, podemos organizar exploradores para encontrar un lugar adecuado —intervino Vera.

—¡Yo! Yo quiero ser un explorador —finalmente habló Mia.

Todos comprendieron que Mia solo quería despejar su mente de la muerte de Maco, por lo que no dijeron nada.

El desastre que azotó a la tribu cobró varias víctimas, entre ellas, la anciana madre del jefe tribal, quien lamentablemente perdió la vida bajo una gigantesca roca. La tristeza y el dolor se reflejaban en los rostros de los miembros de la comunidad mientras lamentaban la pérdida de su amada matriarca.

La organización para construir los campamentos fue dada al jefe tribal, mientras Ruyo lideraría al grupo de caza para buscar comida. Aunque el desempeño de Ruyo en la caza es bajo, debido a las altas habilidades del grupo de caza pudieron traer suficiente comida para todos.

El jefe tribal terminó de hacer un conteo de los sobrevivientes: 4 familias, 12 niños y 20 guerreros heridos. La tribu alguna vez próspera se había reducido tanto.

Era imperativo no desperdiciar ni una sola mano de obra, pues la tribu se encontraba en una escasez de recursos y necesitaba cada par de manos para sobrevivir. Con la llegada del grupo de caza, el líder de la Tribu, consciente de la urgencia, los dirigió rápidamente a la construcción de los campamentos temporales. La eficiencia y la colaboración eran clave para levantar refugios seguros lo más pronto posible.

Mientras los guerreros trabajaban en la edificación de los campamentos, las mujeres asumieron la importante tarea de distribuir la comida y los recursos entre las familias afectadas. Con compasión y dedicación, aseguraban que todos tuvieran lo necesario para afrontar los días venideros.

Después de la exitosa caza, Ruyo no desperdició ni un momento y reunió rápidamente a un selecto grupo de guerreros para actuar como exploradores. Entre los voluntarios valientes que se ofrecieron estaban Mia, Vera y Ymac. Conscientes de los peligros que podrían enfrentar, se dispuso que fueran en parejas, aumentando así las probabilidades de supervivencia. Se organizaron en tres grupos, cada uno con una dirección específica a explorar. El primer grupo marchó hacia el oeste, mientras que el grupo de Mia marchó hacia el sur y el grupo de Vera y Ymac marchó hacia el norte.

Antes de irse, Ymac miró a todos y con una sonrisa pronunció —¡En marcha! —.