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Ruo Xuan era en verdad una pequeña niña con sentido del deber filial. Rodeó con sus brazos el cuello de Xuanyuan Que, apoyando su pequeña barbilla en su hombro, y preguntó:
—¿El pie del Abuelo Gu duele?
El Encargado Gu sonrió y asintió, fingiendo una dolencia común entre los ancianos aunque no era viejo, solo en el camino de envejecer:
—Duele cuando llueve.
Si el pequeño amo decía que sus piernas eran inconvenientes, lo eran. Si la Dama Xuanbao decía que sus pies dolían, dolían. Sus piernas seguían a su amo.
Sin embargo, al ver que el pequeño amo ya sabía cómo cuidar de su hermana como un hermanito y que eso podría sacar a relucir un poco de humanidad en él, si su pierna tenía que doler, ¡que así sea!
Podría fingir que su pierna dolía por toda la vida, siempre y cuando todo fuera un acto.
Ruo Xuan dijo:
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