Marcus se sentó quietamente detrás del amplio escritorio. Tenía las manos delante de él, sumido en sus pensamientos.
Frente a él había una computadora con el artículo y los comentarios en la pantalla. Cada segundo, un nuevo comentario aparecía. Pero la cuenta ficticia ya estaba en la cima de los comentarios por los me gusta y compromiso que recibía.
—¿Quién... —murmuró, con los ojos brillando de manera malévola—. ...esto no puede ser.
Marcus apretó los dientes y sacó su teléfono, enviando un mensaje rápido a dos personas. Después de enviarlo, cerró la pestaña y dio por terminado el día. No podía concentrarse en su trabajo desde que esta noticia le había alcanzado. No tenía sentido quedarse horas extras ya que eso no cambiaría el hecho de que Michael poseía un gran porcentaje de las acciones de la empresa.
Cuando su mensaje llegó a las dos personas que Marcus contactó, rápidamente fueron al bar que mencionó.
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