``` La historia de un hombre que trae la muerte y una chica que la niega. ---- En la montaña embrujada del reino, dicen que vivía una bruja. Ella nació princesa. Pero incluso antes de su nacimiento, el sacerdote la declaró maldita y exigió su muerte. Envenenaron a la madre para matar al bebé antes de que diese a luz, pero el bebé nació de la madre muerta —una niña maldita. Una y otra vez, intentaron matar al bebé pero ella milagrosamente sobrevivió cada intento. Dándose por vencidos, la abandonaron en la montaña embrujada para que muriera pero ella aún sobrevivió en esa tierra estéril —una bruja. —¿Por qué no muere? Años más tarde, la gente finalmente se hartó de la bruja y decidió quemar la montaña. Pero el Diablo llegó en su rescate y la llevó consigo de aquel lugar en llamas, porque morir no era su destino ni siquiera entonces. Draven Amaris. El Dragón Negro, que gobernaba sobre los seres sobrenaturales, el Diablo con quien nadie deseaba cruzarse en su camino. Odiaba a los humanos pero esta determinada chica humana lo atraía hacia ella cada vez que estaba en peligro. —¿Es realmente humana? Él se llevó a la humana con él y nombró a esta misteriosamente tenaz chica “Ember”, un pedazo de carbón ardiente en un fuego moribundo. Un alma manchada de venganza y la oscuridad del infierno, se levantaría de las cenizas y cumpliría su revancha. ------ Este es el segundo libro de la serie de Los Diablos y Las Brujas. El primer libro es - La hija de la bruja y el hijo del diablo. Ambos libros están conectados entre sí, pero puedes leerlos de manera independiente. ```
Draven cocinando.
Fuera de la habitación había un pequeño área de comedor con cocina, y su compañero medio desnudo tenía la espalda hacia ella, ocupado cocinando.
Se frotó los ojos con la mano, tratando de comprobar si estaba soñando o qué.
—Ja ja, claro que esto es un sueño. De otra manera, no tendría sentido. Mis sueños han sido tan raros estos días. Necesito salir de él.
Se pellizcó el brazo, solo para quejarse de dolor.
—Ay, eso duele —dijo ella.
Draven la escuchó y miró en su dirección. Viendo su expresión distorsionada, caminó hacia ella con un cucharón en la mano. —¿Qué pasó?
Ella parpadeó unas cuantas veces hacia él. La mezcla de su olor a bosque, humo y delicioso caldo la hizo quedarse mirándolo boquiabierta tontamente. —¿No es un sueño?
Él miró el parche rojo en su brazo donde se había pellizcado y frotó la zona suavemente con el pulgar. —No es un sueño.
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