—¿Qué vas a hacer ahora? —Jian Yiling tomó asiento en la silla cerca de la cama.
Ran Xueyi no apartó la mirada de la adorable y pequeña cara de su hijo, pero aun así le dio una respuesta a su mejor amiga. —No sé...
—¿A qué te refieres con que no sabes? ¿Qué dijo tu esposo?
Ran Xueyi negó con la cabeza.
En los dos últimos años que pasó en el País Ren, ella y Song Yu Han se mantuvieron en constante contacto el uno con el otro. Ninguno quería mantener distancia y querían continuar su relación a pesar de estar lejos el uno del otro.
Sin embargo, en la mitad de año que pasó, la comunicación de Song Yu Han con ella era casi inexistente, sin contestar sus mensajes ni responder a sus llamadas. Eventualmente, ella también estaba ocupada con sus grabaciones y no pudo verificar si él respondió o llamó.
Ran Xueyi confiaba plenamente en Song Yu Han y no pensó demasiado en ello. Lo que más le preocupaba era que algo grande y difícil le hubiera sucedido a él y, por eso, no pudo contactarla.
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