"¿Qué sucede por qué nadie contesta?"
"Algo, algo está pasando, no podemos crear una línea de conexión"
El Inframundo buscaba pedir ayuda a las demás mitologías, en especial a la nórdica quien tenían un lazo estrecho.
Sin embargo estaban ocupados, ya que en este mes ocurrieron muchas cosas, sucesos que cambiaron el rumbo del destino y el mundo.
-Una hora antes del ataque al Inframundo-
Por cientos de años las mitologías trataron de prosperar y lograr establecer un tratado de relativa paz con los otros panteones para que pudieran proteger su raza.
No pudieron.
Apesar que existían seres que por si solos podrían barrer las demás razas sin dificultad, y eran la razón por la que su panteón era temido.
Incluso si todos los habitantes eran 'débiles', el solo hecho de que exista una existencia que tenga esa clase de poder no era algo para tomar a juego.
Y aún así, no pudieron llegar a un acuerdo.
No hasta que un joven de pelo castaño amante de los pechos y pervertido de primer nivel apareció.
Salió de la nada, sin nada especial, sin nada que lo detenga, sin parar de avanzar, ayudando a quién podía.
El logro lo que no pudieron, un tratado de paz.
La razón por la que el tratado de paz se mantenía era por el.
Y ahora por el todo está cayendo.
No, no era por el, era por ellos, ellos mismos causaron esto,
Incluso si podía ver caminos y caminos futuros que lo ayudaron a prosperar, tomar la mejor decisión y crear poderosos guerreros en su panteón, no pudo prever este resultado.
"¡Heimdall!"
En los confines de una dimensión apartada de las otras, Odín el dios padre llamó al Bifröst, el puente arcoiris desciende atravesando el 'cielo' de la dimensión como papel a una velocidad digna de atravesar los mundos.
En el confín de la dimensión roja retumba el sonido de trompetas sacudiendo el espacio, pilares de luz dorada disparando contra el puente arcoiris colisionando deteniéndose y peleando por dominar al otro.
Magia nórdica, elementos físicos creados desde runas, armas encantadas, miles de miles de ataques cubrieron el espacio con infinitos colores con un poder destructivo enorme.
Una cúpula dorada actuó como escudo ante el ataque, pero ante tal poder no duró más de un segundo antes de colapsar cómo fragmentos de vidrio.
Pero ese segundo fue todo lo que se necesitaba para avanzar.
El infinito mar de colores se convirtió en una brisa, atravesó sin detenerse y alzarse por encima del ataque, miles de pequeñas partículas de luz en forma de una estrella cayeron como copos de nieve y en un instante cada una estalló con la potencia de un ataque nuclear incansable.
La energía de potencia de el dios padre se reunió en la punta de su lanza y el simple hecho de sacudirla en ese estado ciudades enteras habrían de desaparecer.
Actuando como arma de fuego, la punta de la lanza se volvió la boca del cañón, la energía reunida salió como una poderosa bala que destruiría la mitad de un país en segundos.
El ataque atravesó la dimensión en un instante para llegar a su objetivo, la mirada fría carente de cualquier otro sentimiento observó el ataque, el impacto resonó por toda la dimensión, la energía contenida en ese ataque escapaba entre los espacios de los dedos, la mano desnuda detenía el avance más allá de él.
Apretó la mano y la agitó a un lado, la energía fue arrojada con ese movimiento explotando segundos después sacudiendo nuevamente la dimensión iluminando el 'cielo' en un color azul.
El Bifröst obtuvo un impulso aún mayor gracias a Heimdall aplastando la luz dorada sin resistencia.
Odín sonrió en su corazón, si podía salir de aquí la victoria era más que segura.
Apenas el arcoiris descendió, como una flecha se transformó en partícula de luz ingresando en el Bifröst, Odín apretó los dientes, el puente era el escape para sus soldados, no para ellos.
El impulso destruyó el espacio e ingresó en el puente arcoiris incluso antes de tocar a su ejército, el corazón no sintió nada en absoluto, sacrificios son solo eso, sacrificios.
"¡Ciérralo!"
El ejército nórdico escuchó la orden de su dios, las miradas estupefactas aparecieron en cada uno, realmente los iba a abandonar, los iba a dejar morir en este lugar, era una broma verdad?.
El arcoiris se detuvo a un metro de las cabezas del ejército, como si estuviera siendo reproducido en reversa, el puente comenzó a regresar.
El ejército se dió cuenta que realmente los abandonó, así, sin más, el gran discurso, las palabras tan alentadoras, el decir que antes que su ejército muera él morirá primero protegiendo a su pueblo, solo eran basura, la mayoría de ellos pelearon por él, protegiendo su espalda, nunca se negaron a una orden, el gran respeto se cayó en un instante y el odio surgió como un volcán, el colmo de la situación, las armas, armaduras llenas de runas poderosas comenzaron a iluminarse, una gran matriz iluminó el lugar, runas aparecieron en el aire a una velocidad sorprendente.
Esas runas tan avanzadas que incluso los más sabios no comprendieron al verlo, el corazón que se llenó de odio surgió una leve esperanza que es la salvación de su dios, pero el sacrificio no importa lo que sienta, no tiene otra utilidad que morir.
La última runa sin importar quién sea, joven o adulto, lo entendieron con claridad, lo único que decía.
|ESTALLAR|
Las trompetas resonaron sacudiendo el espacio, como un espectáculo de luces, todas iluminaban diferentes direcciones.
Valkirias, guerreros, héroes, todos perdieron la voluntad de seguir, la mirada perdida, rencor, odio, todo se juntó para formar un grito lleno de sentimientos sobrepuestos ante su final.
El espectáculo de luces disparando al 'cielo' para caer como un martillo aplastante.
Ya sea que cayó primero la luz o la explosión inició antes, no importaba.
La muerte llegó sin importar el medio.
…
"Heimdall"
Odin llamó apresuradamente al dios para confirmar el paradero del intruso.
El silencio le contestó, Heimdall ni siquiera miró al dios, su mirada fija en un solo lugar.
Por un segundo aquel silencio trajo tranquilidad a Odin pensando que Heimdall pudo desviarlo del puente y caer en el frío universo.
Pero se disipó al otro segundo al mirar a la misma dirección que él veía.
No fue necesario decir nada, la mirada de Heimdall no tenía falla alguna, él era el que lo veía todo, naturalmente en su hogar nada escapaba de su vista.
La distancia desapareció ante la velocidad de Odin y detenerse frente a su gran palacio, palacio donde Heimdall miraba.
Las enormes puertas se abrieron de par en par, el sonido pesado haciendo eco en el gran salón.
Guardias tirados en el suelo al borde de la muerte, los guardias no eran débiles en términos de poder, estarían al nivel de demonios clase alta y supremas, pero ahora estaban tratados tan casual.
Suspirando internamente camino hacia el salón del trono, aplastando los cuerpos agonizantes de sus soldados y matándolos con sus pisadas.
El sonido de gorgoteo de sangre atascada en la garganta sonaba por dónde caminaba, y la lanza dorada era el encargado de callarlos.
Ignorando el hecho que podían salvarse, decidió lo que era mejor.
Para él.
Ya no servían, así que para que dedicar tiempo a ellos.
Ingresó al salón del trono, el ornamentado salón lleno de decoración parecía tan sombrío y lúgubre ante el.
En el inicio de las escaleras que conducían al trono, Odin se detuvo, su poderosa lanza en su mano derecha, su mirada mirando a la persona que ahora estaba ocupando su trono.
La mirada fría fue recibida pero no hubo cambio alguno, al contrario el también mandó su fría mirada a el.
Una espada extremadamente pulida con decoraciones tan blancas como porcelana y filo tan brillante como platino, posando a un lado del trono, el agarre sobre ella también se apretó.
Las alas blancas mostrándose sobre él, el overlord del cielo Michael sentado en el trono del dios nórdico sin vacilación esperaba que el dios hiciera su movimiento, las palabras no le importaba, nada de lo que dijera cambiaría este hecho.
Traición se paga con traición, y esto ya no solo se trata de eso, esto va más allá de ello, en cuanto esa lanza se alzó contra los ángeles esto ya era guerra.
La clarividencia capaz de ver posibles caminos para incluso manejar su futuro a voluntad, en este momento buscaba un camino para ver un futuro al cual llegar.
El sudor frío recorrió su espalda, por más que busco, todo era casi lo mismo, en cuanto él levantará su lanza, moriría.
Decapitado, atravesando su corazón, vuelto en alfiletero, partido en dos, en el mejor de los casos solo perdió la mitad inferior de su cuerpo.
Trago duro, sabía a la perfección los relatos en la época de la gran guerra, el segundo del cielo, un poder aterrador escondido en amabilidad deslumbrante, millones de seres eliminados por su mano, alguien que solo los satanes eran capaces de enfrentar.
Pero había algo que solo era rumor, pero ya no creía que era así.
La voluntad de Dios descansa en su espada
Algo simple pero aterrador al mismo tiempo.
Su mirada se colocó sería nuevamente, de entre tanta muerte, al fin hubo un camino, y apostaría todo por ese camino.
Un salto hacia atrás hasta las puertas del salón, Odin llegó y el suspiro salió de sus labios, la energía mágica contenida en su cuerpo se liberó, las runas aparecieron en todo el lugar, la energía de toda Asgard convergio a él.
La lanza brilló como un sol, se alineó recta lista para atacar, el suelo bajo sus pies se hundió creando un cráter profundo.
El trono explotó en pedazos ante el impulso de Michael, la punta de lanza y espada chocaron con tremenda fuerza destruyendo el palacio y sacudiendo toda Asgard violentamente.
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