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Infinitus: Tomo 2

En la esperada secuela de 'Infinitus', Aiden se encuentra perdido en un mundo desconocido, desprovisto de los amigos que se convirtieron en su apoyo inquebrantable y del amor que cambió su vida para siempre. Herido pero decidido, Aiden emprende un viaje épico en busca de redimirse y cumplir la promesa que hizo a sus seres queridos en el otro mundo: convertirse en el héroe que juró ser. Mientras Aiden busca obtener los anillos elementales y reclamar el título de "deiak", su amigo Raiden se convierte en el último bastión de defensa en su mundo. Enfrentando amenazas cada vez más colosales y oscuras, lucha por proteger el hogar que comparten con Aiden. Cada batalla es una prueba de su tenacidad y determinación, pero la incertidumbre sobre el paradero de Aiden lo lleva a cuestionar si su amistad y compañía serán suficientes para mantener la esperanza viva. En medio de estos desafíos, una figura enigmática emerge en el horizonte, sus palabras ponen a prueba las creencias arraigadas de Raiden, sembrando dudas sobre su camino hacia la victoria. A medida que Aiden se esfuerza por reclamar su destino como "deiak", enfrenta desafíos que pondrán a prueba su valentía y determinación, mientras su ausencia deja a Raiden luchando por proteger el mundo que comparten. "Infinitus: Tomo 2" es una continuación épica de la historia original, donde los lazos del pasado y el presente siguen entrelazándose de maneras sorprendentes. A medida que Aiden y Raiden luchan por su supervivencia y propósito, se embarcan en un viaje emocionante y lleno de desafíos. ¿Podrá Aiden convertirse en el héroe que tanto anhela? ¿Raiden encontrará la fortaleza necesaria para proteger su mundo sin la presencia de su amigo? En medio de la incertidumbre, ambos deberán enfrentar sus peores temores y descubrir el verdadero significado de la amistad y la valentía. "Infinitus: Tomo 2" lleva a los lectores a un viaje fascinante y lleno de giros inesperados que los mantendrán cautivados hasta la última página.

DevilMoiCry · Kỳ huyễn
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Capítulo 7: El anillo de viento

Aiden corría en dirección a la próxima ciudad mientras aún recordaba lo que le había contado la princesa Kuymi, preguntándose si había hecho lo correcto con el chico de la torre.

–Durante la guerra de los entes llevamos a cabo un plan para encerrar a los entes y ahorrarnos las batallas. –Explicó la princesa Kuymi. –Usamos un poderoso sello para encerrarlos en las personas. No podíamos hacerlo en ancianos porque sus cuerpos no serían capaces de expandir sus esperanzas de vida, así que debíamos hacerlo en niños, pero sus pequeños cuerpecitos no eran capaces de soportar el poder de las habilidades. Todos acababan explotando. Por mi culpa, murieron más de cien niños. Sin embargo, el chico que sellamos en la cima de la torre apareció. Era un miembro de los contratistas y además, su cuerpo poseía una resistencia sobrehumana. Pudimos sellar en él a un ente, aunque era el único que podía soportarlo. Sellamos en su interior hasta diez entes. Intentamos matarlo para frenar su sufrimiento, pero no pudimos debido a su resistencia. Solo alargamos su miseria. Lo único que pudimos hacer fue sellarlo en la torre, ya que ahora se había convertido en un ente con diez habilidades. –La princesa, con cada palabra, parecía estar a punto de llorar. La culpa la comía por dentro y se notaba que no estaba orgullosa de sus actos. –La guerra acabó gracias al ente Madhyé, y entonces no pude soportar la culpa y apuñalé mi vientre para no tener descendencia. Esa es nuestra historia, nuestra vergüenza.

Aiden podía vislumbrar a lo lejos la próxima ciudad, la ciudad de los gatitos. Sin embargo, comenzaba a notar los cambios físicos que le estaba generando su viaje. Podía ver las ojeras marcadas en su rostro y notaba que estaba ligeramente más delgado. A pesar de ello, prosiguió su camino y finalmente llegó a la ciudad. Al acercarse, vio que una pequeña valla con aspecto de muralla rodeaba la ciudad.

–¡Alto ahí, estás entrando en los territorios de la temida Ciudad de los Gatitos! –Exclamó uno de los guardias desde lo alto de la muralla. Los guardias y todos los habitantes parecían ser gatitos que caminaban erguidos y tenían pulgares oponibles.

–¡Espera! Mira sus ojos, tiene los ojos del infinito. Déjalo entrar. –Avisó otro guardia gatito. El primer guardia asintió y ambos abrieron la puerta. Aiden se llevó la mano a los ojos y soltó un pesado suspiro.

–Joder, esto será pesago… –Dijo Aiden, quien siguió las indicaciones de los gatos hasta llegar donde la princesa lo esperaba. La princesa era una niña rubia de unos once o doce años, tenía orejas y cola de lobo, pero llevaba encima de su vestido rosa y blanco una chaqueta blanca con diseño de gato.

–Así que tú eres el Deiak. Tenía muchas ganas de conocerte desde que oí tu llamado. Me presento, soy la princesa Mia, la princesa de los gatitos. –Anunció la niña con una voz y tono adorables, capaces de derretir el corazón de cualquiera.

–¡Arrodíllate! Estás ante la adorable princesa de los gatitos. –Exclamó uno de los pequeños guardias gato, pinchando a Aiden en el zapato.

No muy lejos de allí, hubo un gran temblor. Aiden corrió hacia el lugar junto con algunos guardias que intentaron seguirle el ritmo, pero Aiden llegó antes al cráter. No tardó demasiado en mirar en su interior para darse cuenta de que la causa del temblor era uno de los entes sagrados: Byakko, el tigre blanco del Oeste.

No tardaron mucho en llevar al ente sagrado a la ciudad y tratar sus heridas. Además, Byakko no tardó mucho en despertar en el jardín de la princesa Mia. Ella, junto con algunas de sus sirvientas gatas, realizaban un pequeño y adorable baile para el ente sagrado.

–Y así concluye el baile gatito. Bueno, puede que no haya hecho mucho, pero al menos es divertido. –Anunció la princesa bastante alegre. El ente sagrado seguía sentado y procedió a explicar su situación.

–Se lo agradezco, princesa, pero en estos momentos necesito la ayuda de alguien más. –Dijo el enorme tigre para luego mirar a Aiden. –Susaku, necesito pedirte ayuda; el ente Eligos me ha desterrado de los cielos.

El gran ente sagrado descansaba tumbado en una roca cuando de pronto una voz llamó su atención.

–Byakko… –El enorme tigre se puso alerta rápidamente para mirar en la dirección de la que venía la voz. Se trataba de un ente con patas de cabra, un cuerpo reptiliano bastante delgado y brazos humanos hasta los codos; a partir de estos, el resto de sus brazos eran cuchillas. Su cara estaba completamente cubierta por una tela, dejando solo visible su boca, desprovista de labios y manchada de sangre. Byakko lo reconoció inmediatamente como el ente Eligos. –He venido a reclamar tu título. –Afirmó Eligos, preparándose para el combate. Byakko rugió furioso y ambos se prepararon para la batalla. –Una vez haya acabado contigo, iré a por los otros entes sagrados.

En cuanto comenzó el combate, Eligos desató su habilidad, multiplicando su cuerpo en grandes cantidades.

–¡Observa mi asombrosa habilidad! –Exclamó Eligos, lanzándose al ataque

–Los dos Genbu me informaron sobre tu extraordinario poder y no tengo a quién más pedir ayuda; la habilidad de Eligos es demasiado para mí solo. –explicó Byakko mientras Aiden escuchaba atentamente.

–Disculpen un momento, pero parece que ya os conocéis. ¿De dónde? –Preguntó la princesa Mia con curiosidad. Aiden soltó una pequeña risa y comenzó a recordar.

Aiden y Maya estaban en uno de los festivales de otoño, encantados y emocionados por la temporada.

–Gracias por acompañarme a la ceremonia. El ente sagrado Seiryu no pasa por aquí cerca, pero es una fortuna que esté Byakko, el ente sagrado del oeste. –Dijo Maya con una gran sonrisa. –Él es el más joven y poderoso de los entes sagrados, y posee el atributo del aire, aunque después de lo que hemos pasado, podría tener también el atributo del rayo. –Explicó Maya, cambiando ligeramente su expresión. –Me he estado preguntando, si los entes sagrados protegen los cuatro puntos cardinales, ¿habrá alguien que proteja el centro? –Maya se giró y abrazó a Aiden con alegría. –Este mundo es hermoso, y estoy deseando descubrir sus secretos contigo. –Afirmó Maya, a punto de besar a Aiden hasta que de pronto aparecieron Iris y Aria, deteniendo abruptamente a la pareja y asustando a Maya.

–¡Chicos, no hagan nada de ese estilo, Byakko está en camino! –Exclamaron las amigas de la pareja. No tardó en llegar el gran ente sagrado, quien comenzó a dar un discurso bien preparado.

–Vaya, eso se parece mucho a cómo Byakko y yo nos conocimos. –Afirmó la princesa mientras movía su cola ilusionada.

El gran ente sagrado recorría los cielos para llegar al palacio celestial y vigilarlo, protegiendo lo que custodiaba.

–Excelente, el palacio celestial y el anillo de aire son inalcanzables para alguien común. –Dijo Byakko con tono calmado, pero notó rápidamente que alguien había subido a su espalda, alguien a quien reconoció como la princesa Mia. –¿Cómo demonios llegaste ahí? –Exclamó el ente sorprendido.

–No lo sé, simplemente acariciaba mis mejillas mientras caminaba y de repente me encontré aquí. –Respondió la princesa, acurrucándose en el pelaje de Byakko, quien estaba desconcertado por lo que estaba sucediendo.

–Ahora que lo pienso, puede que no sea tan similar. –Dijo la princesa mientras Byakko y Aiden intentaban averiguar cómo proceder, acordando que al día siguiente partirían para derrotar a Eligos lo antes posible.

A la mañana siguiente, Byakko se encontraba mejor y Aiden estaba listo para pasar a la acción. La princesa se acercó muy emocionada a ellos antes de que se marcharan.

–¡Yo también quiero ir con vosotros! –Exclamó la princesa llena de energía.

–No. –Respondieron tanto Aiden como Byakko.

–No se preocupe, princesa, yo me encargaré. –Respondió uno de los caballeros de la princesa.

–Yo solo me basto. –Comentó Aiden al oírlo.

–Por mí, mejor, soy solo palabras. –Respondió el caballero, yéndose del lugar.

–No te confíes, Susaku, él puede aumentar su número en un solo segundo. –Comentó Byakko. –A pesar de que mi habilidad sea la de nunca cansarme, conozco mis límites.

–Lo sé, pero no puedo permitir que la princesa venga con nosotros. –Respondió Aiden, recordando su conversación con la princesa Halia tras derrotar a Amón.

–Sin Amón las cosas mejorarán por aquí, pero lamento decirte que las cosas por todo Varah no son muy buenas. –Empezó a contar Halia mientras se apoyaba en Aiden para regresar a la ciudad. –Hay demasiados entes ahí fuera, y ahora con la habilidad que he adquirido, formo parte de la segunda generación de entes.

–Eres demasiado bonita para ser un ente. –Respondió Aiden sin necesidad de mirarla y prosiguiendo su camino hasta la superficie. La princesa esbozó una pequeña sonrisa y luego volvió a su explicación.

–Si Varah fuese un lugar más seguro, podría salir y ver los secretos que esconde… –Comentó la joven princesa. –Ni siquiera puedo salir a visitar a una niña muy especial. –La voz de Halia empezó a temblar levemente mientras hablaba. –Te hablo de la princesa Mia, ella ha tratado de llegar hasta mí en muchas ocasiones, pero Varah es un lugar muy peligroso y ha salido herida. –Aiden atendía a sus palabras cuidadosamente mientras Halia seguía concentrada en su relato. –Por favor, cuando la veas, evita a toda costa ponerla en peligro. Algún día, juro que iré a buscarla…

Aiden y Byakko estaban a punto de partir, sin embargo, aún tendrían que resolver el tema de la movilidad en el combate. Si Aiden tenía que enfrentarse al ente, necesitaría poder volar. Había aprendido a usar su aura para caminar sobre el agua, pero volar aún se le escapaba. Aiden procedió a explicarle la situación a Byakko.

–Cuando lleguemos al lugar, podré usar mi atributo para hacerte flotar, pero deberás impulsarte tú mismo usando tu aura. –Explicó Byakko. Aiden asintió y se preparó mentalmente para la pelea.

–¿Entonces, ¿ya estáis listos para partir? –Dijo la princesa Mia a los guerreros que iban a partir.

–Susaku, no quería presionarte, pero el anillo de viento también está en riesgo. –Comentó Byakko antes de partir.

–Es pan comido. –Respondió Aiden mientras cerraba los ojos y se dejaba envolver por el destello dorado que nacía desde Dyrnwyn, entrando en su modo valor. La princesa Mia miró a Aiden con ojos brillantes y pupilas dilatadas.

«Qué esencia tan agradable…» Pensó la princesa cuando el aura de Aiden llegó hasta ella. Aiden se giró hacia la princesa y extendió su puño hacia ella.

–Confía en mí. –Afirmó Aiden, notando que la princesa sonreía y agitaba la cola emocionada.

–Buen viaje, traedme algo, por favor. –Dijo la princesa emocionada, mientras el deiak y el ente sagrado ascendían al cielo.

En Ciudad Promesa, la princesa Alina se dirigía a la cueva situada en el centro de la ciudad con un plato de comida. Una vez llegó a la entrada de la cueva, colocó el plato en el suelo con ilusión y una sonrisa en su rostro. De repente, un potente rugido emergió de lo más profundo, volcando el plato con la comida. Aaron no reaccionó bien, saltó en un acceso de furia, pero Alina logró detenerlo y calmarlo.

Aiden estaba empezando a acostumbrarse a volar de esa peculiar manera cuando llegaron al lugar donde Byakko se encontró con Eligos. No pasó mucho tiempo antes de que lo encontraran, ya que estaba cerca.

–Es lamentable ver cómo un ente sagrado tiene que traer a alguien para luchar en sus batallas. –Comentó Eligos con desprecio. –Los cielos me pertenecen, y aquel que osa cruzarlos está condenado a una muerte segura. –Dicho esto, el ente lanzó un ataque directo con la intención de matar. Aiden se percató de ello y bloqueó el ataque sin mucho esfuerzo, aprovechando su atributo de fuego.

–El atributo Fuego... –Eligos se sorprendió enormemente, comenzando a emanar aura con furia. –¡Eso significa que eres el próximo deiak! ¡No permitiré que llegues al adalid! ¡Nunca descubrirás la verdad, me encargaré personalmente! –Exclamó Eligos, lanzándose hacia Aiden para atacarlo. Sin embargo, Aiden logró bloquear su ataque directo. –¿Cómo has podido detener mi ataque? –Preguntó Eligos, sorprendido, al igual que Byakko.

–Susaku... ¿Cuántas bendiciones tienes? –Inquirió Byakko, observando la fuerza de Aiden.

Aiden no se molestó en responder y le propinó a Eligos una potente patada en el costado con el talón, enviándolo volando a gran distancia. Al colisionar contra una roca flotante cerca del castillo de los cielos, Aiden utilizó su habilidad de premura para golpearlo de nuevo. Repitió esta técnica una y otra vez hasta que el ente cruzó sus brazos y creó múltiples clones de sí mismo. En ese momento, Byakko notó un detalle y le informó a Aiden sobre la debilidad de la habilidad.

–Réplicas... El problema es que, aunque no sean reales, su poder es tan formidable como el del original... –Respondió Aiden, explicando el motivo de su esfuerzo. Cada vez que un nuevo clon se acercaba, lo apartaba con un simple golpe. Aiden podía sentir cuánto más poderoso se había vuelto, y un leve rencor resonaba en su cabeza, recordándole la vez que más perdió en una batalla, los entes que más odiaba, los hijos de Efialtes. Cada golpe que daba, se imaginaba a esos cuatro volando con la misma facilidad que los clones de Eligos. «Este poder que tengo... Creo que por fin podría vencerlos... no... necesito más poder...»

–¡Susaku, ya localicé al original, es el que se encuentra más apartado! –Advirtió Byakko. Aiden asintió y, usando su habilidad, logró traspasar la gran barrera de clones para golpear con gran fuerza al original, mandándolo a volar con un potente golpe. Aiden cruzó sus brazos mientras el ente se ponía de nuevo en pie.

–Bonita máscara ¿te la hizo tu madre? –Dijo Aiden con tono de burla, pero el ente empezó a expulsar aura de una manera increíblemente agresiva por la ira.

–¡¿Cómo te atreves a siquiera mencionar a mi madre? No tienes ni idea, cabrón! –Exclamó el ente lanzándose contra Aiden lleno de furia, logrando golpearlo de lleno y potenciando sus ataques con el atributo viento. Aiden volvió a levantarse, pero rápidamente el ente lo lanzó contra una roca.

–¡Me cago en todo! –Exclamó Aiden al ver cómo otro ataque de viento se dirigía hacia él. Logró esquivarlo en el último momento elevándose en el aire y preparando una gran bola de fuego.

–Ya me di cuenta de que aún estás en prueba. Y pensar que la misión de los entes era prepararte para el combate. –Anunció Eligos, sorprendiendo a Aiden, pero Byakko lo sacó de su asombro.

–Susaku, no lo escuches. Si debes oír la verdad, que sea del anterior deiak. Estos entes ahora son nuestros enemigos. –Dijo Byakko, su voz tembló levemente al recordar ciertos malos momentos. Aiden asintió sin dudar.

–Si para conocer los secretos de Varah debo llegar hasta el adalid, que así sea. –Anunció Aiden. De pronto, se activó otro sello en su gabardina, que aumentó considerablemente el tamaño de la bola de fuego. –Impulso de atributo… Gracias, Maya. –Eligos lanzó otro ataque de viento, pero Aiden contraatacó con su bola de fuego. El choque de poderes fue tremendo, haciendo que el cielo temblara a su alrededor.

–¡Si mi poder ya es increíble, espera a ver lo que hará el anillo de viento! –Exclamó Eligos. Aiden aprovechó su habilidad para desplazarse frente a Eligos a gran velocidad y golpearlo con fuerza en la cara, haciéndolo volar.

–Vigila tu espalda. –Comentó Aiden burlonamente hacia el ente.

–¡¿Qué quieres decir con eso, cabrón?! –Exclamó Eligos, pero de repente una bola de fuego que tenía en su espalda explotó de manera espectacular.

El lugar ahora estaba en silencio, parecía que Eligos había muerto y tenían el campo despejado.

–Bien hecho, Susaku. –Dijo Byakko al ver lo que parecía el final de Eligos.

–No, ese ente sigue con vida. Me cuesta admitirlo, pero su poder es mucho mayor al mío. –Afirmó Aiden con seriedad.

–¡Nunca llegarás hasta el adalid! –Exclamó Eligos de repente, apareciendo entre las nubes mientras cruzaba sus brazos para crear nuevos clones. Aiden y Byakko se prepararon para seguir peleando, sabiendo que el desafío sería arduo.

Mientras tanto, en la ciudad de los gatitos, la princesa estaba colocando carteles de personas desaparecidas por las calles para ayudar en su búsqueda.

–Princesa Mia, hemos vuelto a hacer un recuento y le aseguro que estamos todos aquí. –Comentó uno de sus guardias.

–Creo que deberíamos expandir el área de búsqueda. –Dijo la princesa, ignorando las palabras de su guardia.

–Princesa, por favor, déjelo todo en nuestras peluditas y acolchonadas patas. –Afirmó otro de los guardias.

Tras esto, la princesa dio un paseo por la ciudad sintiéndose decaída. A pesar de ser la princesa del lugar y de que la traten tan bien, quería ser útil, quería ayudar en algo.

«Yo también puedo ayudar, solo necesito que me den la oportunidad. No importa si soy de utilidad, lo que importa es mi deseo de ayudar, ¿no?» Pensaba la princesa. Hasta que de pronto llegó a ella una idea. «Ya sé, si la última vez llegué con Byakko por accidente al sobar mis cachetes, entonces puede que vuelva a funcionar.» Pensó la princesa ilusionada y rápidamente empezó a ponerlo en práctica. Comenzó a toquetear sus cachetes y sin pensar empezó a caminar sin ser muy consciente de por dónde iba. Pero al darse cuenta de nuevo, había llegado hasta donde Aiden y Byakko yacían en el suelo malheridos. Aiden ya no estaba transformado y Byakko tampoco estaba en las mejores condiciones.

–¡Sí! ¡Ha funcionado! –Exclamó la princesa feliz. –¿A qué jugáis? ¿Puedo jugar?

Eligos no tardó en notar la presencia de la princesa y se lanzó rápidamente hacia ella para acabar con la posibilidad de que Aiden obtuviera su bendición. Aiden intentó evitarlo, pero no habría podido llegar a tiempo. Eligos lanzó un ataque directo a la princesa; sin embargo, su ataque no causó efecto, la princesa ni siquiera se había percatado de su ataque.

–¿Pero qué ha pasado? –Se preguntó Eligos, mientras volvía a atacar a la princesa y tanto Aiden como Byakko los miraban extrañados. –Es como si su melena absorbiera todos mis golpes, es demasiado blandita. –Aiden volvió a transformarse en su modo valor y golpeó a Eligos con fuerza, alejándolo de la princesa Mia. Ya que al transformarse, se recuperaba de sus heridas y estaba listo de nuevo, con fuerzas renovadas.

La princesa Halia se encontraba en su biblioteca buscando información sobre la extraña habilidad de Aiden.

–La evolución es el proceso de adaptación y aprendizaje. Si lo aplicamos a la habilidad de Aiden, es como decir que tiene la capacidad de aprender rápido en combate, y la adaptación sería la facilidad que tendría para superar los retos. –Dedujo la princesa tras informarse, pero decidió seguir leyendo. –La evolución se da por necesidad, así que si Aiden requiriera más poder, podría acceder a una evolución más.

Aiden golpeaba a Eligos en todas direcciones, no le dejaba descansar. Alternaba entre ataques de fuego y ataques físicos, pero llegado cierto punto, Eligos se multiplicó de nuevo, creando cientos de clones. Aiden necesitaba más poder si quería derrotar a todos sus clones, así que empezó a acumular una gran cantidad de aura, hasta el punto de que seis rayos hechos de su aura dorada aparecieron en su espalda.

–¡Detente, Susaku! Si accedes a un estado superior sin tener el nivel de meditación adecuado, perderás el control. –Advirtió Byakko al sentir toda la energía que emanaba de Aiden.

–Tienes razón. Entonces debo liberar toda esta energía. –Respondió Aiden al darse cuenta de lo que estaba haciendo. –Byakko, llévate a la princesa.

–Espera, son demasiados. –Dijo la princesa preocupada.

–No te preocupes por eso, yo me encargo. –Respondió Aiden mostrándole una sonrisa tranquilizadora a la princesa.

–¿Qué puedo hacer para ayudarte? –Dijo la princesa ansiosa.

–Espera por mí. En cuanto termine aquí, iré a por tu bendición. –Le respondió Aiden. –La princesa Halia me pidió que no te pusiera en peligro. La princesa reaccionó con gran felicidad ante las palabras de Aiden y su agradable aura.

–¿Cómo debo llamarte, caballero? –Dijo la princesa meneando alegremente su cola.

–Llámame Aiden, Aiden Astross. –Respondió Aiden.

–Aiden Astross, confío en ti. No tardes. –Respondió la princesa Mia con ilusión, para luego irse del lugar junto a Byakko.

–¡No te creas invencible solo por llevar el título de deiak! –Exclamó furioso Eligos. Aiden esperó a que todos los clones estuviesen cerca para luego liberar toda su aura acumulada a modo de explosión, acabando con todos los clones y logrando atrapar al original en la explosión.

Tras la batalla, Aiden se dirigió directamente al castillo de los cielos, una imponente estructura situada sobre una gran roca flotante en el aire. Sabía que el anillo de viento estaría en lo más alto del castillo, así que se encaminó hacia allí sin contratiempos significativos durante su ascenso. Pronto encontró el anillo, un aro metálico de color blanco. Al tomarlo, experimentó una sensación de gran satisfacción al saber que estaba más cerca de su objetivo.

–Maya, Aira, Iris, Darren… Solo me queda un anillo para completar mi prueba… –Mencionó Aiden, deseando que sus amigos pudieran escucharlo. Justo cuando se disponía a colocarse el anillo, todo a su alrededor comenzó a temblar. Un enorme tornado surgió alrededor del castillo, envolviéndolo y succionándolo. –¡Esto no puede ser verdad! –Exclamó Aiden con frustración.

De repente, Eligos apareció en su forma bestial, listo para atacar a Aiden. A pesar de haber perdido su cuerpo, se había transformado en una criatura aún más grande y peligrosa, con tres cabezas y cuchillas por todo el cuerpo.

–¡Si he de morir, te llevaré conmigo, maldito! –Gritó Eligos furioso. Mientras caía, Aiden recordó las palabras de la princesa Mia.

–Aiden Astross, confío en tí, no tardes.

Aiden activó nuevamente los ojos del infinito para evaluar todas sus opciones. Utilizando un impulso de fuego, se desplazó hacia la izquierda, esquivando ágilmente las rocas que se interponían entre él y su destino, y finalmente se posó en una de las rocas que eran arrastradas por el tornado, adoptando una postura desafiante.

–¡Vas a morir, desgraciado! –Gritó Eligos. Aiden permaneció inmóvil, esperando. Eligos aprovechó su habilidad para generar más clones. En ese momento, Aiden se alejó corriendo de Eligos, creando una pantalla de humo utilizando los atributos agua y fuego. Luego, se colocó el anillo de viento y apuntó con sus dedos hacia donde aparecerían los clones de Eligos.

–Es irónico que tu destino sea sellado por mí. Nadie puede escapar de su destino. –Añadió Eligos, sediento de sangre.

–Solo yo elijo mi destino. –Respondió Aiden, preparado, mientras recordaba el punto débil de la habilidad que Byakko le había revelado.

–¡Susaku, fifate, solo el original produce la estela en el humo! –Exclamó Byakko

Aiden preparó un ataque de viento y esperó. Cuando todos los clones aparecieron, Aiden notó que el original estaba más apartado, así que disparó su ataque, pero este pasó justo debajo del original.

–¡Has fallado, inútil! –Exclamó Eligos. Sin embargo, Aiden se echó al suelo, preparado para lo que sucediera. De repente, la fuerza de succión del tornado aumentó considerablemente.

–¡¿Cómo has...?! ¡Rompiste el viento con tu ataque y tras él se creó un vórtice! –Exclamó Eligos al darse cuenta de que cada movimiento de Aiden había sido cuidadosamente medido.

–Sumando a la succión que se está tragando el palacio, ya que no tienes miembros con los que sujetarte... Estás acabado. –Añadió Aiden.

–Si nos hubiéramos enfrentado así, seguramente yo habría ganado y tú lo sabías... –Dijo Eligos, aterrado por la persona que tenía frente a él. –En ausencia de fuerza, tienes un arma más letal: el conocimiento. –Eligos estaba siendo succionado cada vez con más fuerza por el vórtice. –¡Al menos sé que vendrás conmigo!

Aiden no le respondió, simplemente hizo girar la roca sobre la que estaba y con un potente empujón, la lanzó hacia Eligos, alejándose así mismo del área de succión del vórtice y empujando a Eligos directamente hacia el centro de este.

Agotado, Aiden se encontraba pensando en cómo aterrizar sin sufrir daño cuando un potente rugido llamó su atención. Byakko venía hacia él junto a la princesa para rescatarle. Aiden soltó un suspiro de alivio y se dejó caer sobre el lomo del enorme tigre blanco.

Al día siguiente, Aiden debía proseguir su viaje. Había recuperado fuerzas y se dirigió a las afueras de la ciudad de los gatitos, donde tanto la princesa como Byakko estaban presentes para despedirle. La princesa estaba ilusionada con Aiden y le ofreció una manzana mordida con entusiasmo.

–Ten, por si te da hambre en el camino. –Dijo la princesa mientras movía su cola con gran felicidad. Aiden tomó la manzana y notó el mordisco. –Disculpa que la haya mordido, pero quería asegurarme de darte la manzana más dulce de todas. –Aiden soltó una leve risa y acarició la cabeza de la princesa.

–Nos veremos pronto, pequeña. –Dijo Aiden sonriendo, y la princesa abrazó a Aiden ilusionada, para luego dejarle proseguir su camino. –Por favor, haz que Varah vuelva a ser un lugar seguro; quiero volver a ver a la princesa Halia. –Aiden no se detuvo en su camino, pero le devolvió un gesto de aprobación a la princesa. Ella se volvió hacia Byakko mientras Aiden se alejaba en el horizonte. –Disculpa, Byakko, ¿por qué se le nota tan triste?

–Él sigue batiéndose a duelo, solo que las circunstancias no le han dejado descansar. Sin dudas, se le ve agotado, pero jamás retrocederá.