La vida en la granja

N/A: Capítulo bastante malo, pero es el que escribí en su momento y no he sabido cómo mejorarlo. En un futuro quizás lo intentó de nuevo, pero prefiero subirlo en este estado, que no subir nada y no avanzar en la historia.

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Los primeros rayos de luz habían empezado apenas a asomarse de entre los recovecos de las hojas de los árboles cuando me desperté.

Me había levantado temprano para ayudar a mi padre con las tareas regulares en la granja.

Tareas simples como alimentar, dar agua y vigilar que todos los animales estuvieran en su sitio. O tareas más complicadas como ordeñar, marcar y mover a animales de sitio.

Mientras esparcía las sobras de la comida de anoche entre los cerdos, un fuerte grito desde la parte trasera de la granja llegó a mis oídos.

"¡RADAGON! ¡RADAGON VEN! ¡Necesito tu ayuda!"

Dejando escapar un pequeño suspiro, acabé rápidamente de esparcir las últimas sobras a los cerdos y rápidamente fui corriendo hacia mi padre.

Corriendo tan rápido como el cuerpo débil y enfermizo de un niño de ocho años me permitía correr.

"¡¿Qué pasa esta vez papá?! ¡Dime por favor que no has dejado escapar otra vez a las gallinas! La última vez estuvimos más de cuatro horas para poder atraparlas a todas de nuevo"

Llegando frente a mi padre, mire con la boca abierta de par en par como el hombre luchaba contra una vaca de casi su misma altura con todas sus fuerzas.

"¡Qué es lo que le estás haciendo a Leezy!"

Escuchando mi grito, el hombre giró la cabeza, mirándome con sus penetrantes ojos oscuros.

"¡Que tonterías estás diciendo! ¡¿Quién es Leezy!? ¡¿Y por qué me estás mirando como a un animal en celo?!"

Ignorando sus palabras seguí mirando al hombre sin estar muy seguro de sus verdaderas intenciones.

"¿Qué pasa, qué es lo que quieres que haga?"

Ignorando mi mirada aún sospechosa sobre su cuerpo, mi padre logró tranquilizar lo suficiente a la vaca como para que dejase de trotar sobre el mismo lugar en pánico.

"Hijo examina la ubre a la vaca, creo que le pasa algo"

Asintiendo a sus palabras, me acerqué con cuidado para no asustarla, y con la ayuda de mi pequeño cuerpo me escabullí debajo de su cuerpo sin mucha dificultad.

Al posar mi mirada sobre su ubre y sus cuatro pezones, pude notar que sobre uno de ellos había el rastro de una pequeña herida causada por lo que parecía una mordedura.

"Alguien ha estado bebiéndose su leche de forma desconsiderada". -Arrastrándome fuera de la vaca, mire a mi padre mientras esperaba sus palabras.

"Mhh Que extraño". Rascándose la barba incipiente en el rostro, mi padre miro a la vaca con dudas, antes de volver a posar sus ojos sobre mi cuerpo.

"¿Qué crees que ha podido ser?"

Pensándolo cuidadosamente y recordando las peculiares marcas sobre su pezón, respondí después de una larga y profunda reflexión.

"Generalmente algunas crías de otros animales pueden acercarse a las vacas para beber de su leche, y de hecho no es del todo raro que en el proceso causen heridas, ahora mismo no hay ningún bebe en la granja. También podría haber sido algún animal salvaje... Aunque lo dudo bastante... Las heridas en su pezón coinciden con la dentadura humana... Creo que alguien se ha estado colando en nuestra granja"

Al escuchar mis pensamientos mi padre puso una cara pensativa, y unos segundos después dejó escapar un suspiro cansado.

"Esperemos que no se vuelva a repetir... No quiero tener problemas con nadie... Desde la sucesión del trono hace un año y la subida del Rey Viserys al mismo han estado sucediendo cosas extrañas... Lo mejor será no meternos en problemas. Recoge la mierda de tu Leezy, hoy hay mucha tarea por hacer"

Escuchando sus palabras me encogí de hombros mientras rápidamente recogía una pala y limpiaba toda la mierda que había en el suelo... Y he de decir que era mucha mierda.

Después de una larga y agotadora media hora de recoger excrementos, me limpié las manos y me dirigí hacia la parte delantera de la granja para hacer más tareas.

A pesar de que estaba bastante seguro de que había sido una persona la que había herido a Leezy, tampoco le daría demasiada importancia. Evidentemente no me hacía ni un poco de gracia saber que podía haber alguien que estaba rondando por la granja, pero tampoco es que pudiera hacer nada.

No era más que un niño de 8 años, y pese a que estaba bastante seguro de haber mostrado parte de mi inteligencia para que se me tratara menos como un niño y más como a un adulto, al final, seguía siendo solamente un niño un poco más inteligente.

Incluso en mi vida pasada solo llegué a los dieciséis años, lo que apenas me calificaba para ser tratado como a un adolescente.

Gracias a dios tenía entendido que en este mundo bastaba con llegar a los dieciséis años para ser considerado un adulto, así que tampoco tendría que esperar mucho.