Abandonar el monasterio en el que crecí, fue una de las desiciones mas duras para mí, sin embargo tras la muerte de todos los que amaba, supe que ya no había nada allí para mí.
Tras abandonar el monasterio, tuve tanta confusión, tanto desasosiego, al vivir solo con monjes, no sabía nada de las personas del exterior, y al no salir jamás del monasterio, no sabía nada de la sociedad.
Caí en el desasociego tras entrar a la sociedad, y sentí el repudio de la gente, todos eran tan diferentes a los pacíficos monjes, y la mayoría me tenía recelo, sabía que me veían tan diferente, tal malvado, como si yo fuera el mismísimo diablo, incluso en algunos lugares los policias me arrestaron, y me expusieron al sol, creyendo que era un vampiro, una parte de mí, podía entenderlo, pero no por eso dejaba de sentir que no encajaba, no por ello dejaban de dolerme las heridas, los insultos y el rechazo de los demás, y poco a poco la soledad y la discriminación arraigaron en mi corazón.
Comenzé a mirar al pasado, a mi infancia mas tierna en la soledad del monasterio, y también, comenzé a entender por que los monjes y mi propia madre aceptaron la muerte y agradecieron la paz, peró yo no. era como ellos no sabía como morir, tenía miedo, y la tristeza hizo duro mi corazón, no podía estar cerca de nadie, hasta que un día lo ví, un hombre con una capa blanca, un hombre que no me rechazó, sino que me extendió la mano, y me dio un lugar al que pertenecer, ese hombre era Hermano Sangre.