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Capítulo 5–Cada vez más cercanos

...

Francisco pasea por un almacén conocido que pronto se llena de sujetos armados. El logra derrotarlos sin mucha dificultad, pero recibe dos disparos que lo dejan inconsciente.

Cuando despierta, la silueta de su sirviente Mauricio se encuentra frente a él acompañado con una sonrisa espeluznante.

Trata de hacer algo, pero se da cuenta que sus pies y manos están atadas fuertemente con una cuerda.

Mauricio camina poco a poco y cuando está lo suficientemente cerca de Francisco, le dispara con esa sonrisa burlona.

Entonces el chico despierta de lo que pareció ser una pesadilla y respira agitado, tratando de calmarse. Su corazón palpita con rapidez debido a la presión acumulada por ese sueño, pero logra dormir nuevamente.

Viernes 24 de septiembre

Durante los últimos dias la relación entre Francisco y Lucy no ha tenido mucho desarrollo, y esto es porque el chico se encuentra ocupado estudiando; ya que habrá exámenes pronto.

Y a diferencia de otros días, Francisco fue obligado a salir sin transformarse para que no use la habilidad de Transportación.

Martha le explicó que por un solo descuido, cualquier persona puede descubrir quién es.

Aunque el chico dudó, con el argumento de que casi nadie conoce sobre el tipo de espía que es.

A diferencia de otros mundos, aquí los espías se clasifican de dos formas: "Tradicionales y los que se transforman".

Y a su vez, los espías tradicionales se dividen en dos: "Tradicionales ficticios y tradicionales reales".

Los ficticios son aquellos que son mencionados en películas o series de televisión, mientras los reales son espías que cumplen la función de filtrar información "sin la capacidad de transformarse".

Aquí entra la parte donde pocos conocen a los espías que se transforman. Y es que esta es más que nada una organización secreta de la cual desconoce el mundo, en la que sólo hay una selecta cantidad de personas.

Ni siquiera el propio Francisco es consiente de donde se ubica por normas generales.

Martha ni siquiera le dejó quejarse y fue obligado a ir caminando hacia la escuela.

Durante su trayecto, Francisco reflexiona como está yendo la relación actual con Lucy. Ella es ahora su hermana, pero no es como pensó que sería. Esta siempre entra en su habitación sin permiso, y pareciera saber lo que el piensa.

Esto le molesta a la vez que lo llena de intriga por descubrir más sobre ella, tal vez incluso pueda llegar a conocer su pasado.

Apenas conocen lo básico de cada uno, pero es un buen paso para continuar conociéndose mientras crecen juntos

A pocas calles de su escuela, se encuentra con varias hojas en el suelo los cuales no llaman su atención en absoluto. Sólo mira algunas de reojo y ve varias sobre contratación de empleados. Aunque no le toma mucha importancia.

Continúa con su caminata tranquilo y piensa en Hitomi.

-¿Qué es Hitomi para mí? -se pregunta Francisco-. La conocí hace una semana, ¿pero por qué le he puesto tanta atención?

Pensamientos originados por esa chica entran en la cabeza del joven, con la duda del porqué tanto interés en ella. Pero pensándolo con detalle; a los ojos de Francisco, Hitomi era alguien que se topó por casualidad.

Como pasó con Lucy, el chico la encontró mientras caminaba el viernes pasado.

En menos de una semana ocurrieron muchas cosas, y se siente extraño que todo sea una casualidad. Conoce a un nuevo espía, conoce a Hitomi, ayuda a una niña y casi es asesinado por uno de sus sirvientes.

Sin duda es algo que lo deja pensando por un buen rato.

No demora en llegar a su escuela, aunque un poco más tarde de lo habitual.

Francisco se apresura porque ya iba con retraso a clase.

Mientras sube escalones no pone mucha atención y choca contra un señor, cayendo al piso.

—Ah, disculpe —se levanta—. Perdone por eso.

El chico pide disculpas al señor, que lo mira con vacío en sus ojos; sin tomarle importancia a lo que haya dicho el joven.

—Ajá —comenta pesadamente el hombre, que se da la vuelta para perder contacto visual con Francisco y retirarse de donde estaba.

Sin más que hacer, ingresa a su salón de clases donde recibe un castigo por presentarse tarde.

...

ring, ring...

-¿Como Hitomi conoce mi salón? -piensa el chico recordando cuando la chica lo buscó ayer, sabiendo que nunca mencionó donde tomaba clases.

Cuando le presentó la escuela, este evitó decir algo sobre su salón. ¿Entonces como lo conoce?

Tal vez alguien le dijo, pero sería raro.

-Hasta donde conozco a Hitomi, ella es una persona... ¿tímida? ¿Tal vez se siente asustada por cambiar de escuela?-

Francisco recuerda cosas que ha conocido de Hitomi o le ha dicho, para plantearse posibles razones a su personalidad. Continúa así un buen rato hasta que termina el receso.

Hitomi no fue a verlo hoy.

...

En la tarde Francisco prosigue con sus estudios; repasando libros de matemáticas, álgebra e historia. Realiza algunos resúmenes que no tienen mucha importancia y finalmente acaba.

Estudiar le provocó algo de apetito, así que va hacia su cocina. Abre el refrigerador y examina que comer. Nada llama la atención del chico, que decide tomar una fruta.

Pero para su sorpresa, no había ninguna.

—Martha —grita Francisco—, ¿por qué no hay frutas?

Ante el llamado del chico, Martha deja lo que estaba haciendo y va con él.

—La señorita Lucy se las acabó. —Responde Martha.

—¿Se las acabó?, ¿pero cuando?

—Entre ayer y hoy. Además como usted ha estado metido en su cuarto, es fácil no darse cuenta lo que pasa fuera del mismo.

—Entonces puedes ir por más, ¿no? —le pregunta.

—Eso no es posible. Su nueva hermana me ha estado impidiendo salir de aquí, ya que necesita ser cuidada. —Explica Martha mirando al chico.

—...

—Aunque usted puede hacerlo en mi lugar

—¿? —Francisco ladea su cabeza.

—Me refiero a que vaya usted mismo por esas cosas o espere 3 días más. Aunque eso sería decisión suya.

—...

—Si me disculpa, necesito reanudar lo que estaba haciendo. Con permiso. —Martha regresa a sus actividades mientras el chico piensa que hacer.

-Ir por eso yo solo... -piensa el chico durante un rato.

Este reflexiona sobre que tipo de frutas comprar.

—Ya lo tengo —murmura Francisco en voz baja, tomando una hoja para escribir—. 4 manzanas verdes, 3 naranjas regulares y creo que 2 racimos de uva.

Terminando de escribir, nota que Lucy lo observa a su lado y trata de disimular.

—Ahora vuelvo —dice el chico, que está a punto de salir.

Lucy agarra su brazo tomándolo por sorpresa, haciendo que se detenga.

—¿Qué pasa Lucy?

—Quiero ir.

—¿Quieres ir?, ¿a donde?

—Por fruta.

El chico mira confuso a Lucy.

‐¿Pero que...? ¿Esta niña sabe a donde voy? -piensa Francisco sorprendido -. Es decir, hablé con Martha por menos de un minuto y tampoco lo hicimos en voz alta. ¿Entonces cómo?

El chico mira a Lucy mientras continúa analizando.

-Su comportamiento ya era raro cuando la conocí hace una semana, incluso parece saber lo que voy a hacer siempre. Tal vez, ¿ella puede...?

Francisco tiene la teoría de que Lucy es capaz de leer su mente, basándose en cómo se ha comportado con el anteriormente.

-Bien, un intento. Lucy, ¿Sabes lo que estoy pensando? -pregunta el chico en su mente, esperando que la niña responda.

Sin embargo, ella continúa mirándolo silenciosamente sin mostrar expresión alguna.

Francisco comienza a sentirse como un tonto por tener esa idea.

-Hmm... ¿Qué hago? -se pregunta Francisco presionado-. Otra vez -el chico se prepara-. Lucy, si puedes leer mi mente te daré lo que quieras.

Aun así no hubo una respuesta, y el joven se abstuvo finalmente.

-Creo que debo llevarla. Aunque le diga no, seguirá insistiendo -piensa Francisco sabiendo que no puede hacer nada para evitar a la niña.

Este le avisa a su sirvienta que llevará a Lucy de compras y se van.

...

En el centro comercial caminan entre los pasillos de alimentos congelados, dirigiéndose al área fijada.

—Veamos... —murmura Francisco que se encuentra observando la variedad de frutas.

A su vez, Lucy pasea por el lugar mirando todo tipo de cosas y jugando alegremente con ellas.

Francisco no le pone atención a su comportamiento y selecciona lo que iba a comprar.

Cuando termina de elegir busca a la niña, pero no logra verla en ningún lugar. Se da vuelta intentando encontrarla, pero no sirve.

-¿Donde está esa niña? -piensa el chico sin darse cuenta que ella estaba detrás suyo.

Ella tira de su camisa, llamando su atención.

—Ahí estas.

Francisco mira con detenimiento a la niña y se da cuenta que tiene cargando algo consigo. A simple vista podría parecer un juguete, pero era más que eso.

La niña tenía en sus manos un pequeño paquete que contenía dos pulseras. Una era de color azul claro y la otra era amarillenta fosforescente.

Francisco no se había percatado de esto hasta que tomó el paquete y lo analizó para intentar descubrir que tramaba la niña.

—Estas son pulseras, ¿pero tu las quieres? —pregunta el chico confundido debido al raro comportamiento de Lucy.

Ella asiente con emoción esperando una respuesta asertiva por parte del joven. Pero él se niega a hacerlo.

Francisco le recrimina por irse sin consentimiento suyo, además de tomar cosas que claramente no debería comprar. Esto lastima los sentimientos de la niña, que pasa de mirar al chico con ilusión a verlo con tristeza mientras sus labios tiemblan.

—Yo s-sólo... yo sólo quería que tuvieras algo de tu color favorito —expresa la niña a punto de llorar.

Su intención era darle al chico un recuerdo que pudiera llevar a todos lados, sabiendo que su color favorito era el azul.

De paso, aprovechó que estaban empaquetadas en pares y se pasó buscando una que contuviera los colores favoritos de ambos.

Y aunque Francisco no lo notó, ¿era lo correcto rechazar un detalle de Lucy?

El la miraba, ella pensó que lo alegraría sólo para que este rechazara su gesto.

Lucy se sentía mal, y Francisco también en cierto modo.

—¿Mi color favorito? —El chico no había notado siquiera que estas dos pulseras eran los colores favoritos de cada uno.

Francisco sabe que su color preferido es el azul; y recuerda el de Lucy, que es amarillo.

-Ella lo hizo pensando en mí, recordando que color me gusta más.-

Estos pensamientos hacen sentir de una forma pésima al chico, mirando a Lucy que se encuentra notoriamente triste.

—Ok, voy a comprar estas pulseras —avisa el chico con tal de tranquilizar a la niña.

Lucy tarda unos momentos más antes de recomponerse y seguir con las compras.

Al final del día las cuentas terminan en:

• 4 manzanas: 3,740¥

• 4 maranjas: 3,400¥

• 2 racimos de uva: 28,000¥

• Un par de pulseras: 2,120¥

Total: 37,260¥ gastados

...

Los dos vuelven en metro, pero Francisco se siente incómodo.

Lo que le dijo antes a Lucy seguro dejó reflexionando al chico sobre su comportamiento.

Durante más de diez minutos estos no cruzan la palabra, ni siquiera se miran. Pero el joven decide romper esa tensión generada.

Francisco toma el paquete donde vienen las pulseras y comienza a abrirlo con cuidado para evitar romper alguna. Esta acción capta el interés de Lucy, quien observa como el chico está abriendo el empaque.

Le es difícil al joven abrir esa cosa; entonces la niña le proporciona su ayuda sacando los objetos mientras el chico mantiene el empaque abierto, ya que es un plástico bastante resistente capaz de cortar si hay un descuido.

Cuando acaban, Francisco guarda el envoltorio en una bolsa que traía consigo y la niña pica su hombro.

El joven voltea en dirección de ella y ve como está le ofrece la pulsera azul.

El la toma, pero en vez de ponerla en su propio brazo agarra el de Lucy.

Francisco había puesto la pulsera azul en el brazo derecho de la niña.

Después toma la amarilla y la coloca en su propio brazo.

Lucy no entiende que acaba de hacer el chico.

—Esto es para que tengamos el color favorito del otro aunque estemos lejos —exclama tranquilamente, sobando la cabeza de Lucy con su mano.

Ella tarda en comprender lo que significa.

Pero con la agradable sensación del chico acariciando su cabeza, cierra los ojos en profunda serenidad.

Con la certeza de que él la protegerá y cuidará como un hermano real. Cayendo así en un sueño, reposando su cabeza en el brazo de Francisco a la vez que el sol se esconde entre las montañas; mostrando un hermoso atardecer.