Mientras los vampiros estaban sentados en el arroyo, permitiendo que las propiedades mágicas del agua curaran sus heridas, tanto mayores como menores, Evie miró al dragón que aún se agachaba junto al arroyo. Parecía como si estuviera esperando deliberadamente en ese lugar para quedarse y protegerlos, permitiéndoles sanar sin tener que preocuparse por anticipar ataques.
Ella sonrió hacia él cuando toda la adrenalina de todas las cosas que habían sucedido se calmó. Sabiendo que la mayoría de sus hombres habrían perecido sin la ayuda de este dragón oscuro, los ojos de Evie se llenaron de gratitud mientras se acercaba a él. Su corazón se sentía lleno y desbordaba de agradecimiento.
Como Evie no podía salir del agua hasta que sus hombres estuvieran completamente sanados, caminó por el arroyo hasta que estuvo frente a él. Se aseguró de seguir de pie al borde del arroyo, con los pies sumergidos completamente en el agua.
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