Los 2 primeros años de adoptar a Marined fueron un poco difíciles la gente no aceptaba el echo de que fuera padre soltero incluso mi amigo Alex me preguntaba porque la adopte, dije que no podría dejar a una niña sola e indefensa.
Yo trabajaba en una oficina como asesor de Marketing ganaba lo suficiente para mantenernos a mí y a Marined, además que me sobraba para ahorrar un poco de dinero. Marined estudiaba en un colegio público, era muy inteligente y siempre destacó entre sus compañeros, esa niña era mi orgullo.
Siempre me daba el tiempo de jugar con mi hija, no importaba lo cansado que estuviera o si me había ido mal en el trabajo siempre estuve para mi hija.
Un día me preguntó qué porque no le conseguía una madre, le expliqué que no tenía confianza en las mujeres por experiencias pasadas y que aunque no tuviera madre yo siempre estaré ahí para ella.
Recuerdo que en un día frío al llegar a casa Marined no se encontraba ahí, casi muero de un susto al no encontrar a mi hija ese día la buscamos como locos con Alex hasta el anochecer y resulta que ella estaba en la casa de la vecina, se le habían olvidado las llaves y la vecina la invitó a su casa para que no tuviera frío.
Me alegré mucho de que estuviera sana y salva y le agradecí a la vecina por haber cuidado de mi hija.
Marined visitaba cada vez más seguido a la vecina y eso me alivia mucho pués sabía que estaba bien cuidada, la vecina me contó que su sueño era tener una familia feliz pero todos los hombres que conoció, no estaban dispuestos a formar una familia sólo querían sexo y nada más, por eso se había rendido pensando que no encontraría un hombre que de verdad la amara y la cuidara por el resto de su vida, le dije que yo podría ser ese hombre que la cuidara y que a Marined también le gustaría tener una madre como ella, empezamos a salir y con el tiempo nos casamos, mi hija estaba muy alegre de tener por fin una madre y yo estaba feliz de tener una familia.
Éramos Yo, Marined y Emilia, me esforce en el trabajo y pronto, conseguí un ascenso, parecía que todo iba bien.
Hasta aquel fatal día, el día que empezó algo que hasta ahora preferiría que fuera una pesadilla.