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¡VEN A MI! / ¿Hermana?

La sensación era completamente diferente a lo que he llegado a sentir, la energía fluía con tal coordinación que más bien era un baile, no sintiendo mis heridas, baje la mirada y vi con asombro mi cuerpo, era tan diferente definido como un guerrero.  Notando la cicatriz que Adornaba mi abdomen hasta el pectoral izquierdo, levantando la cabeza mi mirada se enfocó en él, lo primero que note fue la furia que tenía en su rostro, la segunda su espada acercándose a mi cara. Impulsivamente, mi cabeza se inclinó fuera del alcance del arma. 

Y mi brazo moviéndose para que lanzará la lanza qué Adornaba mi mano, su impacto y trayecto fue corto, pero sumamente poderoso, cuando impacto se liberó una gran cantidad de energía y con un simple movimiento ella volvió a mi mano.

Aatrox el cual no se habría inmutado casi por mi ataque, cargo contra mía y comenzamos al intercambio de golpes, mi escudo resistía sus poderosos puñetazos, y aguantó un colosal como bestial tajo de su espada, qué habría recuperado, ahora siendo el que tomó la iniciativa daba estocadas con mi lanza y la velocidad aumentaba como la ferocidad de ambos. El ambiente ya poseía el daño de nuestras fuerzas, aun así seguimos, cada estocada implicaba un avance, pero cada bloqueó que daba con mi escudo me provocaba parar, cambiando la estrategia vi una abertura, atravesando su pierna, se agachó brevemente dándome la oportunidad para que mi escudo lo golpeara en la cara.

Lamentablemente, aatrox se ofendió por mi repentina combinación y me golpeó con su puño mandándome a volar, atravesando varios árboles con la espalda logré parar mi trayectoria, poniéndome de pie, apareció de la nada y me dio una patada que me elevó varios metros sobre la tierra y en el aire apareció para darme un golpe de mazo en la espalda y que me mandara al suelo. Rebotando como pelota, no aspere y me puse de pie, cuando llego para seguir con él castigó, probó mi puño en su cara, esquivando su gancho, intenté golpear de nueva cuenta, pero un rodillazo en el estómago me hizo caer de rodillas; sin embargo, mi puño tuvo el mismo resultado con su estómago. Ambos nos vimos a la cara y volvimos al intercambio de golpes. 

 

La sangre salía y la furia volvía con cada golpe, sin necesidad de nuestras armas la pelea era algo increíble, con cada puñetazo que enviábamos en contra de nosotros provocaba una explosión de fuerza mayor. Pero terminó con brutalidad, ambos nos golpeamos en la cara y de la fuerza volamos,

Rodé sobre mi espalda atravesando cualquier cosa en mi camino, los árboles caían destruidos, una montaña fue lo que logro detenerme en seguir, despegandome del granito, estire uno de mis brazos y sin previo aviso mi escudo y lanza viajaron a mis extremidades, empuñando mis armas marche en dirección a aatrox, sin embargo, eso ocurrió de nuevo. . . Un ataque tan poderoso impacto en mí, pero mi escudo estuvo de intermedio, la fuerza era descomunal y el poder no se quedaba atrás, cada segundo el ardor se intensificaba de una manera sin precedente, pero terminó. . . Lamentablemente con una explosión, no supe como habría sobrevivido a eso, mi débil y magullado cuerpo se puso de pie, dando un paso débilmente comencé avanzar. Quería seguir. No pararía hasta matar a aatrox. Pero ya no era capaz de continuar y sin más caí incapaz de volverme a levantar.

. . .

Aparentemente seguía vivo. Aatrox no habría venido para reclamar mi cabeza y eso significaba suerte. Con la clara debilidad de un humano me levanté, los huesos me tronaron por completo, y sintiendo un golpe de aire elido comencé con mi camino devuelta a casa, bajo la oscuridad nocturna me guiaba gracias a los fenómenos visuales que creaba el monte Targon y su alta concentración mágica. Una de las muchas cosas que habría aprendido, al llegar encontré mi hogar. Sumido en las más oscuras tinieblas y sin rastro alguno de cualquier persona ajena que no hubiera sido yo. Al entrar mi peso causó un desproporcional rechinar en la vieja madera del suelo, mi calzado no representaban nada, únicamente unas sandalias de cuero.

 

Cada paso me quedaba, me traía un ambiguo recuerdo, como si desde hace años no hubiera estado ahí. Con la nostalgia seguí mi camino hasta llegar a mi cuarto, dejé caer él y lanza de entre mis manos y me recosté en silencio, arropándome con las mantas, cerré los ojos y dormí en completo relajo.

. . .

Con la llegada del siguiente día desperté por el sol que entraba por la ventana del cuarto en donde reposaba, cuando los rayos me golpearon la cara desperté por completo. Levantado vi mis manos y luego mis brazos, deseando que todo hubiera sido un mal sueño, lamentablemente ese no era el caso, desistiendo a seguir evadiendo la verdad, de pie me acerqué a las armas que habría dejado en el suelo la noche pasada. Tomándolas, abandoné la habitación, reconociendo que ya no tenía nada que hacer ahí, tome una decisión, comencé a empacar diversas cosas para llevarlas conmigo, y con respeto busqué en los cajones de mi padre ropa, me quedaba un tanto apretada, pero era mejor a casi estar completamente desnudó; pantalones de mezclilla negros, zapatos deportivos negros con un estampado blanco, camisa azul oscura sin algún estampado y una mochila.

La mochila la habría llenado con diversas cosas, cómo ropa, libros, ropa y ciertas fotografías. Tenía planeado contarles la noticia a mis hermanos sobre el fallecimiento de nuestra madre, entendía que sería brusco para ellos saber esa noticia, por Hendé decidí hacer algo para aliviar brevemente ese golpe. Cómo en los viejos tiempos, integraba cada ingrediente entre sí y al ya estar la masa integrada la dejé reposar, tomando un brevemente descanso aprecie la bella vista que se plantaba en el cielo. Volviendo al trabajo dejé las galletas listas y al encender el horno dejé que la leña ardiese, al estar al punto las metí dentro y cerré el horno.

. . .

Ya listo, con mi escudó envuelto en una funda negra amarrada a mi mochila y mi lanza a un lado, entre mis manos una antorcha y una sola acción causo el arder de lo que en algún momento fue mi hogar, viendo como todo era consumido por el fuego. El sol en el medio del cielo con la hora clara me giré y abandone en sitio en completo silencio, parando de la nada gire.

Una lágrima traicionera salió de mi ojo, pero aun así ya habría tomado la decisión y no habría marcha atrás, parando golpee con mi pie el suelo dos veces, tras unos segundos después de la acción frente de mí un gran arco de piedra salió del suelo.

 Su forma cuadrada le dio un aire de portal que se encendió de la nada, al verlo suspire y lo atravesé de forma tranquila, al cruzarlo aparecí en un bosque similar. Golpeando el suelo de nueva cuenta el portal se apagó y el arco de piedra volvió al suelo, girando a ver tras de mí no vi mi casa quemándose o el monte targon ahora solo había una planicie de césped y flores.

Comenzando a caminar, me integré a la ciudad, viendo todo ciertamente maravillado, caminé junto a las personas comunes, mientras caminaba me ganaba algunas miradas, las razones más predominantes era la cicatriz que cruzaba por mi ojo izquierdo era un poco grande y era un claro contraste contra mi cara de una persona joven. Mi musculatura y un poco de mi altura, y la última mi escudó y lanza en la mochila en unas fundas para que nadie digiera nada. No deteniéndome, seguí con mi camino. Aunque caí en algo.  

«Donde es que estaba mis hermanos exactamente. . . Creo que no pensé bien mi plan, bueno no hay vuelta atrás, tal vez tenga buena suerte y los encuentro antes del anoche ser eso, espero por qué ni tengo dinero»

Resignado, continué caminado sin rumbo alguno, ciertamente me encontraba en problemas, aun así debía de tener de encontrar los o a uno mínimamente, notando los carteles escritos en japonés no se me implicó algún problema leerlos como entenderlos. Yendo a un parque me quedé sentando bajo un árbol disfrutando de la vista qué habría, era diferente a lo que conocía y mientras estaba ahí sentí algo, confuso me levante y fui corriendo al lugar en donde sentía aquella sensación. Corrí por las calles con la mochila en mi espalda y girando en una calle me los encontré, un grupo de 4 y uno aparte, pero ahí estaba Hanako y por lo que vi en su cara no me reconoció, los que parecían ser sus amigos se voltearon y me vieron. . . Pero él era diferente, su cabello blanco y su rostro me difundían algo y entre todo eso apareció algo más una aura, qué desprendía un gran poder, qué ciertamente no se comparaba al de aatrox o el de aquellos ataques, pero aun así estaba ahí.

—Pero, mira lo que tenemos aquí. . . No importa nos vemos clan gremory y aspecto deseo conocer más de ti —espeto con tranquilidad, aunque se le escuchaba un poco más intranquilo—.

Al ver como se retiraba, entre cierre mis ojos, desconfiado y atento a cada movimiento hasta que desapareció de mi mirada. Girando me llevé con el agradable filo de una espada. Esta misma desprendía una aura semejante a la de un demonio y mis conocimientos sobre estos seres eran pocos, pero los suficientes para entender un poco. El dueño de la espada era un chico de cabello rubio de complexión delgada y ciertos rasgos más femeninos, su uniforme negro como los demás: con toques en blanco.

—Quien eres —interrogó estando serio y a la defensiva de isse—.

—No tengo problemas contigo, entonces baja tu arma, además no quiero pelear o hacerles algo, solo quiero hablar contigo hanako —hablo alejándose del arma qué se encontraba frente su cara—.

—No te conozco y no planeo seguirte o escucharte y es mejor que te vayas, antes que decida por mí misma romperte la cara —amenazó de forma impertinente de cierta forma para issei, quien sonrió levemente—.

Con esa sonrisa, me peiné de otra manera y sacando de mi mochila una antigua fotografía se la extendí, por lo que pude ver en primeros instantes fue la confusión, luego la incredulidad y por último una felicidad acompañada con un pequeño y muy diminuto llanto, qué se ahogó con un fuerte abrazo. Devolviéndole el gesto le di múltiples palmadas en la espalda, con afecto, mientras ella lloraba yo simplemente me mantenía sonriente frente a la mirada de sus amigos o compañeros. Con un rato después me habían dicho que era mejor que tuviéramos una charla en un sitio donde podamos hablar de temas más personales, entonces entramos a la escuela y me guiaron a un salón. Cuando entre en primeras estancias sentí una clara energía maligna y por alguna razón esa sensación se incrementó cuando veía a hanako o sus amigos.

. . .

Estaba sentado frente hanako, no la culpaba era claro que estaba confusa, mi apariencia física era tan diferente a la que ella recordaba en su momento, y mi rostro lo representaba de mejor manera, tomando mi mochila saque un paquete envuelto en una tela y diversas fotografías las cuales puse en la mesa, hanako me vio con confusión, pero cuando hice una seña ella tomo el paquete y al desenvolver lo, sonrió de más, y con sus dedos tomo una galleta, esos nos traía recuerdos de viejos tiempos aquellos en donde estábamos todos, pero la razón por las cuales esas galletas estaban ahí eran pala aliviar el dolor de la noticia que le tendría que decir como a mi hermano cuando lo encuentre, aun así las palabras no me querían salir, en verdad no quería arruinarle el día, se veía muy feliz y eso me detenía a decir la verdad y cuando me vio directamente a la cara con esa sonrisa una lagrima se deslizó por mi cara.