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Capítulo 50 — La dragona contra el demonio

—No puede ser. —dijo el noble de ojos con destellos dorados, quien estaba viendo como la batalla se volvía cada vez más aburrida—. Realmente pienso que la batalla está mejor en otros lugares. —El noble vio como otro muerto viviente se levantaba del suelo, y rápidamente lo volvió a llevar a la muerte en un parpadeo—. Incluso sé que la batalla es más emocionante del lado de donde vino esa señal. Y aunque varios caballeros y curanderos fueran hacia allá, esto sigue decepcionándome.

Omega, quien se había sentado en una pila de escombros a comer por el aburrimiento que causaba luchar contra pocos enemigos, dijo:

—Laryit, por favor, no lo digas así, haces ver como si pelear fuera algo bueno. —Omega, quien parecía ser más razonable y cuyos pensamientos era más reales, apuntó a Laryit con su báculo en señal de que dejara de decir esas cosas, o sino sentiría lo que es enfrentarse a un verdadero enemigo.

Sin duda, Omega no le importaba si traicionaba a Laryit, ella podría convertirse en su enemiga si es que Laryit seguía pensando de ese modo tan horrible para ella.

Omega suspiró viendo como la cantidad de muertos vivientes descendía a niveles brutales y su gasto de maná bajaba, y cuando por fin revivían todos a la vez, eran acabados rápidamente. Sin embargo, aunque esto sucediera así, no podían irse del lugar como si nada pasara, ya que si hacían eso, la situación con los muertos vivientes podría poner en riesgos a los demás frentes.

Así que aunque lucharan de forma épica durante de un minuto, y luego pasara un rato sin luchar, no significaba que estaba bien irse. Por el bien de la nación y el mundo, debían quedarse aquí y evitar que los muertos vivientes se fueran a otros frentes de batalla.

Aunque no podían hacer que todos los muertos vivientes se quedaran aquí, al menos la mayoría se había concentrado en este punto, y esto era realmente bueno. Tan bueno que parecía un milagro. Esto les evitaba problemas.

—Siento que mi presencia no hará falta si yo me voy. —dijo Laryit quien estaba sentado en el suelo y luego continuó:—. Así que planeó cambiar de frente en esta batalla.

Omega, los demás caballeros, los demás de la ayuda y los curanderos, observaron a Laryit y con la mirada dijeron "sí" a la pregunta oculta de Laryit, la cual quería saber si podía irse a otro frente de batalla. Se había respondido la pregunta de Laryit con un "sí", ya que realmente no haría tanta falta en este frente, Omega sola era capaz de todo.

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Sobre las cabezas de la ayuda, Laryit, Omega y los demás, se estaba librando una batalla entre dos seres poderosos, una dragona y un demonio. Una batalla que solo terminaría en el más grande caos que se podría desatar. Una batalla entre dos seres cuya fuerza y poder superan a los de otras especies con suma facilidad.

Melid contra Gold, los dos seres cuya batalla podrían causar un desastre peor que el mismo desastre que los muertos vivientes han causado. Un caos de magnitudes desproporcionales con el único fin de liderar este mundo.

Que uno u otro bando tuviera más posibilidades de gobernar este mundo y hacerlo suyo dependía de esta batalla entre la dragona y el demonio. Al final, ambos querían ganar, ya que ambos querían llegar al objetivo de salvar este mundo, nada más que el demonio miraba el mundo con ojos distintos a los de Melid, por lo tanto, aunque ambos quieran salvar al mundo, no lo harían de la misma manera. Por eso, Gold y Melid luchaban con objetivos diferentes, que a primera vista, parecían el mismo objetivo.

Si Gold caía, el golpe a la Secta de las Estrellas sería fuerte. En cambio, la caída de Melid significaría la pérdida de poder de Cedius, y, por lo tanto, del linaje de los Saint-sword en sí.

El demonio usó un poder descomunal, y sus cuernos comenzaron a brillar como el carmesí. Mientras que la dragona comenzó a preparar su defensa, y de su espalda salieron alas dignas de un dragón imponente y poderoso.

Ambos seres habían conservado durante mucho tiempo su forma humana, o lo semejante a esta. Sin embargo, era momento de que se revelasen sus verdaderas formas, la forma de un verdadero demonio y la forma de un verdadero dragón. La forma verdadera de dos seres poderosos, que cuya revelación aumentaría la intensidad de esta gran batalla, pues aumentarían su fuerza.

Pero aunque esto mostrara un escenario catastrófico, la transformación de la forma humana a la forma verdadera de estos seres, tardaría un tiempo en que se concretase. Ambos debían de prepararse para estar listos en la batalla en el momento justo de transformarse por completo, además que tenían que preparar su cuerpo para tal cambio físico enorme.

El demonio comenzó a ponerse de color rojo, no era por la ira o vergüenza, sino de forma literal. Su cuerpo empezó a ponerse rojo como la sangre y poco a poco, con una velocidad muy lenta, sus cuernos empezaron a crecer. Y aunque pareciera ser un cambio rápido, realmente esto solo era el comienzo de su transformación en un verdadero demonio.

—¡Qué hermosas alas! —El demonio se alegró al ver la forma imponente de su enemiga.

También su enemiga, que se sintió halagada, se maravilló al ver el hermoso color de un demonio en el cual ni él notaría si estaba sangrando o no.

—También me está gustando tu forma. Es tan asquerosa que me dan ganas de matarte. —Melid mostró sus grandes y feroces dientes con los cuales, si quisiera, podría arrancarle la cabeza a alguien con suma facilidad en cuestión de segundos.

Melid sabía esto, y por eso se lanzó al ataque con intenciones de asesinar a Gold. Sin embargo, supo defenderse bastante bien, y usó su puño para darle un gran golpe en la cabeza a Melid.

Al sentir el golpe no se alejó, sino que gruñó con mucha fuerza y luego intentó romperle, con los dientes, las costillas del demonio, mas no lo logró. Había actuado de una forma tan violenta que incluso ella misma desconocía esto de sí misma. Su forma de actuar era tan feroz que se podría decir que su objetivo no era ganar esta batalla, sino matar al demonio.

Gold usó su codo y le dio un golpe a la dragona en la sien. Este golpe había sido tan fuerte que hubiera generado gran daño en cualquiera. Incluso, si se hubiera hecho en el ángulo correcto, hubiera sido capaz de noquear a alguien y causar una gran herida en esa zona.

Pero como era de esperarse de un dragón, el cuerpo de ella era más fuerte y resistente que el de una persona cualquiera. Por lo tanto, el golpe brutal de Gold no llegó ni a un rasguño.

Aunque era de esperarse. Gold sabía que su fuerza no incrementaría hasta niveles absurdos si no estaba cien por ciento transformado. Por eso Gold estaba priorizando en su cuerpo acelerar el proceso de transformación.

La transformación era un proceso lento que nació gracias a la evolución de las especies. El poder de transformarse no era algo con lo que los demonios, dragones, mediumanos, y demás especies habían nacido, sino que fue producto de cientos de años de una rápida evolución para poder adaptarse en un entorno hostil. De hecho, el momento en el cual la mayoría de especies obtuvieron por fin la capacidad de transformarse en su máximo esplendor, fue en la gran guerra de especies (la primer gran calamidad).

Aun así, no había sido un método de supervivencia el cual había evolucionado rápidamente, y con esa misma rapidez se había mejorado. No. Obviamente y naturalmente la transformación no había sido así. Que el demonio y la dragona tardaran en transformarse era porque la evolución no había llegado al punto de resistencia tan grande como para hacer este proceso al instante.

Sin embargo, aunque Gold no tuviera toda la fuerza posible, contaba con sus genes, el gen demonio.

La dragona recibió un fuerte puñetazo invisible que venía de parte de Gold Batenkaitos, quien había utilizado su gen. El golpe había sido tan fuerte que hizo que la dragona vomitara unas pequeñas gotas de sangre.

—Que tramposo. —La dragona se abalanzó sobre el demonio y usó sus alas para ir a la máxima velocidad posible, y así le arrancó una parte de su hombro con fuerza.

Gold se dio cuenta y con rapidez, para evitar perder sangre, tuvo que dejar de concentrar su cuerpo en la transformación, y mover toda la prioridad en sanar esa parte de su cuerpo que había sido parcialmente perdida.

—¡Mierda! ¡Si me retraso transformándome, tú también lo harás! —Se acercó a Melid, quien estaba muy cerca de él, y utilizó su colmillo con gran filo que estaba creciendo muy lentamente. Con el colmillo logró hacerle a Melid un gran arañazo que iba desde su hombro hasta su codo.

Pero Melid no se iba a quedar quieta. Inmediatamente, después de ese último ataque, Melid salió disparada y con sus dientes de dragón, intentó arrancarle el cuello a Gold, mas no lo pudo hacer, y solo lo logró arañar. Pero aún así, intentó un segundo ataque, el cual tenía la intención de devorar la mano de su enemigo.

Melid voló a gran velocidad, desde el cuello de Gold, pasando por el frente de este último, hasta llegar a su mano que se había preparado en forma de puño.

Él estaba muy preparado por si esto sucedía, por lo tanto, en ese puño había una fuerza brutal, comparable a la de un demonio cien por ciento transformado. Una fuerza en ese puño, que con la dirección que tomaba esto, sería capaz de romperle todos los dientes a cualquiera y dejar un daño muy grave a alguien…, incluso es un golpe capaz de romper unas docenas de paredes.

Melid conocía muy bien cual era la fuerza de un demonio, y también estaba preparada para que su cabeza resistiera ante tal golpe brutal.

Melid abrió su boca lista para por fin comer el puño del demonio, pero en eso, Gold hizo lo que ya se sabía que pasaría, metió su puño en la boca de la dragona, e hizo que sus dientes se rompieran, y con sus garras causó múltiples daños dentro de la boca de la dragona. Sin embargo, Melid, con los dientes destruidos, mordió la muñeca de Gold y comenzó a absorber toda la energía vital que iba hacia la mano, para que así esta se cayera y se hiciera polvo.

Se dio cuenta que iba a perder su mano, y la sacudió, aún teniendo a Melid mordiéndole la muñeca. No solo sacudió su mano con fuerza, sino que con su puño izquierdo, empezó a dar decenas de golpes en la espalda de Melid y en la nuca, todo con el objetivo de que le liberase la mano.

Pero Melid no cedió a dejar de morder la muñeca de Gold, incluso, se aferró a ella con mucha más fuerza, para así lograr evitar que Gold lograse quitarla de ahí.

En su desesperación encontró una maravillosa idea; dio vueltas sobre su propio eje, y alcanzó una enorme velocidad, y aún así, seguía mordiéndole su muñeca. Entonces, Gold ejecutó su plan.

Melid clavaba más fuerte sus dientes rotos en la carne demoniaca de Gold. Sin embargo, de pronto sintió algo raro, y fue atraída hacia atrás por una fuerza más que desconocida.

Fuerza centrífuga.

Gold, cuando obtuvo la suficiente velocidad, cortó con su otra mano su muñeca mordisqueada, y así su mano derecha se desprendió de su cuerpo por completo, y gracias a la fuerza centrífuga, esto hizo que Melid saliera disparada por varios metros, volando a una velocidad increíble, la cual solo podía ser considerada inhumana.

Gold se rio de esto. Veía como Melid volaba por los aires y descendía a gran velocidad. Sabía que en cualquier momento, la dragona chocaría contra algún muro, y su cuerpo sería gravemente destrozado. Pero, para desgracia de Gold, esto no fue así.

Melid, antes de darse un golpe, el cual si no estaba lista la mataría, usó sus alas de dragón para ir en contra de la dirección a la que iba, y así, usando toda su fuerza, logró liberarse de la muerte posiblemente segura que Melid iba a tener en cuestión de segundos.

—Maldito. —Melid estaba furiosa, y de sus uñas salió un líquido rojo, el cual bañó la uñas, y posteriormente las uñas crecieron de color rojo como la sangre. Había adquirido sus garras se dragón en su máximo esplendor. Había dejado sus pequeñas garras (que realmente eran uñas afiladas), por unas garras verdaderas, las cuales podrían causar un daño brutal en la piel de cualquier persona.

Salió disparada en dirección hacia Gold, para intentar asesinarlo, pero, se dio cuenta, con asombro, que no era la única que se había acercado a su verdadera forma…

Los ojos de Gold se tornaron rojos carmesí por completo, y sus pupilas se perdieron en este color para jamás ser vistas mientras estaba en esa forma. Aparte de eso, los cuernos y garras le habían crecido, y en vez de un simple color rojo normal, estas partes empezaba a oscurecerse y a verse más aterradoras de lo que ya eran

—Maldición. —Melid no se iba a dejar intimidar, y frunció el ceño mientras se acercaba a Gold lentamente.

—Ja, ja. ¿Te sorprende? —Gold miró con una sonrisa maníaca a Melid, la quería aterrar.

Sin embargo, Melid no se iba a dejar intimidar por esa apariencia tan imponente como era la apariencia de un dragón, en cambio, Melid siguió evolucionando su cuerpo, y atrás de ella, nació una gran cola de dragón, y su cabeza se empezó a ser como la de un dragón. Ahora Melid parecía un dragón con torso humanoide y piernas humanas, una verdadera escena de terror causada por la naturaleza misma.

—¡Magnífico! —Gold se asombró y maravilló por la hermosa figura rara que Melid parecía. Era tan imponente y maravilloso para el superior demonio.

—¡Cállate! —No estaba aceptando los halagos de Gold, esto porque casi la mata, así que ahora no iba a aceptar halagos, sino que iba a querer quejidos y súplicas de perdón.

De pronto, Melid y Gold lo sintieron, sintieron que algo recorrer cada parte de su cuerpo. Ambos se estaban dando cuenta de que era el momento para finalizar su transformación, e iniciar la batalla definitiva entre los dos seres.

La gran dragona Melid y el gran demonio Gold.

Ambos sentían en su sangre que era el momento justo para iniciar una gran transformación en todo su cuerpo, para finalizar lo que habían comenzado, y para iniciar una batalla tan brutal que sería capaz de destruir una ciudad completa. La dragona contra el demonio.