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Capítulo 21 — La advertencia

Todos corrían a gran velocidad en dirección a una sala en especifico. La noticia debía de ser tan importante que varias carrozas aparecieron en las afueras de la gran puerta principal. No eran carrozas comunes, eran carrozas llenas de lujo y joyas.

Mientras eso pasaba, muchos nobles y caballeros corrían por los pasillos apresurados por la noticia que se daría, pero extrañamente, en la ciudad no parecía haber sucedido nada, así que lo que se iba a decir de noticia no tenía que ver en lo absoluto con la ciudad.

Varias docenas de caballeros se reunieron a los lados del pasillo, el cual daba a la puerta principal por donde pasaban los nobles. Algunos corrían y otros preferían ir despacio y caminar.

La seguridad que había en el palacio en este momento se podría considerar muy alta. Más alta que la seguridad en una ciudad entera a ojos de Eilí y todos los demás que se asombraron de ver el exceso de seguridad. Pero como no iba a haber tanta seguridad si más de diez nobles estaban reunidos a la vez en el mismo lugar. Era obvio que por esto debían estar prevenidos ante cualquier ataque.

Al terminar de seguir a Denep, se encontraron con una puerta completamente cerrada y a los lados de ella estaba la madre de Lylia, Melid. También había otra persona con un escudo y una espada en su vaina viendo con seriedad al frente hacia todos los presentes de aquel lugar.

El traje de esta persona era rojo como la sangre y naranja como el fuego, como si intentara simular llamas de fuego en sus vestimentas. En su escudo que sostenía con la muñeca, estaban escritas las iniciales dignas de un rey de la espada: R.E.4 (rey de la espada número cuatro). También, por otra parte, sus ojos eran anaranjados y su pelo también era anaranjado. Era algo musculo, es posible que hasta más de lo normal.

En el medio de todos se encontraba un hombre con una mirada muy seria. Parecía ser el portador de la noticia por su apariencia tan extraña. Los ojos del chico eran rojos y brillaban con ira, su cabello era dorado como el oro y vestía de un gran vestido blanco y una faja con hebilla de oro. Tenía también un libro llamado "libro del deseo".

—Supongo que muchos me han de conocer. —dijo a gran voz el hombre joven de pelo dorado que saludaba a todos con una nueva y gran sonrisa carismática. —Soy Luit. Soy el gran profeta del mundo que les avisó sobre las grandes calamidades que habrán en poco tiempo.

Los nobles empezaron a dialogar entre sí con mirada y tono preocupados después de escuchar el apodo del chico, no solo eso, sino que algunos lo hicieron inmediatamente tras verlo.

¿Por qué un ser que dice predecir las grandes calamidades próximas los convocó con tal urgencia? Era obvio que el tema que se tocaría sería relacionado a estas grandes calamidades.

—¿Quién es ese? —Se preguntó Aldeib a pesar de que Luit ya se había presentado hace un minuto, y como si Luit lo hubiera escuchado, lo observó con una sonrisa misteriosa.

—Antes de llegar a la mansión de Laryit, mi padre y él hablaron sobre algo. Él es conocido como el profeta que avisa sobre los desastres que ocurrirán en el futuro. —Denep no le quitaba la vista de encima, ya que una persona como lo era Luit, para ella, era una persona que se debía de tratar como algo frágil. Sabía que la palabra de Luit era tan poderosa que si quisiera mentir podría causar terror en las cuatro naciones que existen.

—El es conocido como "La voz de Dios". —dijo Raylt, el cual tampoco le quitaba la vista de encima sin importar que le sucediera, ni la muerte le haría quitar la vista de encima de Luit.

—¿Voz de Dios? —Aldeib estaba intrigado y sentía mucha preocupación por lo que pasaría y de lo que el chico apodado "la voz de Dios" diría en esta reunión de emergencia. Sin lugar a duda no era para nada bueno.

Había mucha intriga dentro del todo el palacio. Los caballeros empezaron a sudar fuertemente como recordando varios problemas a los cuales se estaban enfrentando y los que se iban a enfrentar. Sabían que si Luit se encontraba acá y con tanta urgencia, era más que seguro que el tema a tratarse no sería algo bonito y alentador, por que generalmente, el siempre da las peores noticias y profecías.

La gran puerta de la sala fue abierta y se mostró una gran mesa con varios asientos, pero habían nueve asientos con tamaños mayores a los demás que habían, como si se tratasen de los que estaban reservados y los más especiales para algunas personas cuyo estatus era muy especial y poderoso.

Entonces todos pasaron por la gran puerta y muchos nobles intentaron ocupar los nueve puestos de honor como si fueran para ellos. Dejaban en claro sus grandes faltas de respeto y que los asientos no estaban reservados.

—¡Imbécil! ¡Importo más que tú! ¡Es obvio que este asiento es para ti! —gritó uno de los nobles a punto de darle un puñetazo al otro.

El otro noble también preparó su mano derecha y puso su mano izquierda en una posición defensiva ante cualquier ataque, y dijo furioso:

—¡Yo tengo mayores riquezas que tú!

Así se estaban haciendo varias peleas de un tipo muy innecesario y estaban a punto de comprometer la paz del palacio. Estaban a punto de iniciar una pelea a puño limpio que podría comprometer no solo la paz del palacio, sino del reino en sí, ya que esto era como si dos gobernantes de algo se pelearan, esto podría desencadenar en una rebelión, pero de pronto y para detener esto, alguien dijo con tono serio:

—¡Esos asientos ya fueron reservados inconscientemente! —Luit, el que habló, se sentó en uno de ellos, y a su izquierda se sentaron el rey espada número cuatro y su esposa, Melid y a derecha de Luit habían seis asientos más, los cuales estaban reservados para alguien, una persona desconocida hasta el momento.

—¿Eh? ¿Entonces esos seis asiento de quienes son? —preguntó un noble de cabello verde oscuro intrigado y sin saber de quien podría ser tan personaje especial para que Luit le permitiera sentarse en esos asientos.

—Son para los invitados de Lylia. Los que vienen de la casa Laryit-Afroda. —exclamó Luit y con esas palabras indirectamente llamó a Aldeib, Eilí, Denep, Luisa, Sara y Raylt.

Estos seis chicos quedaron conmocionados. Todos ya conocían la existencia de Luit, excepto Aldeib que la conoció hace poco, pero quitando eso, era muy extraño que Luit hubiera reservado esos asientos para ellos seis, ya que en teoría, no son grandes nobles como Laryit, Rebey, Lint o Afroda.

Los nobles se alejaron de los asientos de honor y rápidamente murmuraron cosas despectivas sobre la decisión que Luit había tomado, y con la mirada lo trataron de loco en un acto casi inconsciente y defensivo.

—¿Esas casas no son las que poseen a las mestizas? —Murmuró uno de los nobles con desprecio, tanto que frunció las cejas mientras veía a las mestizas y en especial, a la supuesta reencarnación de Emma.

—Incluso las convirtieron en nobles en vez de dárselas a los perros. —habló un noble el cual estaba vomitando dentro de su mente de tan solo saber que eso había sucedido.

Los seis chicos pasaron al lado de los nobles que los miraron de mala manera y se sentaron en las sillas de honor, pero a pesar de que se sentían algo mal, se sentaron en las sillas de honor como si se trataran de los reyes absolutos de la tierra.

Con gran descaro y con un poco de atrevimiento, Aldeib para intentar burlarse de los nobles que los atacaban, subió sus pies sobre la mesa y los cruzó con mucha intensidad.

Tanto Eilí como Denep y todos los amigos de Aldeib, lo observaron aterrados por el acto tan irrespetuoso que había hecho. Había manchado todo el honor de las casas de Lint y Laryit en tan solo dos simples movimientos.

Sin embargo, Luit y los padres de Lylia se rieron un poco de la actitud que tomaba Aldeib frente a estas situaciones. No era una actitud muy buena, pero era la más burlona y cómica que podría hacer.

Los nobles gruñeron con intensidad al ver el irrespeto que tenía este joven chico que se parecía al Emperador. Sin embargo, Aldeib para evitar enfurecerse y tener un ataque de ira en un momento inoportuno, optó por empezar a tocar el tambor en su silla, en la cual el sonido que se hacía era considerablemente alto como para irritar a cualquiera.

—Creo que les caímos mal. —susurró Aldeib discretamente a Eilí, que se sentó a su lado, mientras seguía tocando el tambor con sus manos y la silla.

—¿Crees? Es un hecho. —respondió Eilí a lo que Aldeib había teorizado.

Los nobles se asustaron y enfurecieron más al ver a Aldeib que era completamente idéntico al Emperador. Sintieron asco y odio hacia él, tanto que si pudieran lo hubieran... Si no lo mataban en este instante es por estar siendo resguardados por el mismo palacio de los Saint-sword y Luit... Por la familia real de la espada santa y por el profeta del mundo, la voz de Dios.

—Daremos comienzo a esta reunión de suma importancia. Tocaremos dos puntos. —Luit habló tan fuerte que cautivó la atención hasta de los caballeros que estaban apegados a las paredes con mucho miedo de lo que sucedía y sucederá en el mundo. —Como primer punto. —Luit sacó una hoja de papel completamente llena de letras. —Este reporte nos dice que estamos al tanto del conflicto actual del imperio, la nació vecina y nuestra mayor aliada. —Luit soltó el aire de su cuerpo.

Los oídos de los nobles, caballeros y los padres de Lylia se abrieron. Los ojos de los nobles, caballeros y los padres de Lylia se aterraron ante el informe que Luit de aparentemente diez y seis años diría en poco. Hablar sobre el imperio en estos últimos tiempos, significaba algo malo para el reino y a la vez para el reino.

—El conflicto del imperio ha incrementado y hay muchas disputas entre los extremistas que apoyan la rebelión y los reservados que apoyan al emperador, Grí Eráí, quien actualmente se encuentra desaparecido y la última vez que se le vio, fue viajando hacia el sur del imperio. —Luit agachó la cabeza con pésame por lo que esto podría provocar en el futuro... Futuro que conocía mejor que nadie en este mundo…

«¿En donde he escuchado ese nombre?» Aldeib se preguntó eso. El nombre se le hizo conocido hasta que dio en el clavo de quien era esa persona de la cual habían hablado y se refirieron al emperador del imperio vecino. «Grí es el hermano de Gré y es el emperador infértil del imperio espada.» Aldeib había recordado lo que le dijo Eilí cuando le habló sobre las grandes calamidades que existieron en el mundo a lo largo de dos mil últimos años.

—Por lo tanto, en apoyo a Grí, enviaremos un uno por ciento de los caballeros del reino y si se puede, enviaremos hasta el cinco por ciento. —Luit habló con seriedad sobre el asunto de la posible guerra en el imperio y el apoyo que le tenía la nación de Aria.

Sin embargo, la cantidad de la cual se hablaba parecían ser algo altas por las expresiones que los nobles lanzaron ante la afirmación de Luit. Las expresiones de estos nobles era desconcertadas y más cuando Luit ponía su cara lo más seria posible.

—¡Esa cantidad es excesiva! ¡Un máximo del cinto por ciento son cien mil soldados! —El noble se preocupó de la cantidad de soldados que enviarían, ya que sería una exageración según él. —No es solo la cantidad, ¡los recursos que necesitaríamos para enviarlos son muchos! —El noble empezó a amargar su semblante por lo que le preocupaba de verdad, el costo del viaje de los soldados.

Luit paró con la mirada al noble, quien estaba gritando del miedo por la perdida económica que supondría hacer eso, mas al no noble no parecían importarles los soldados en realidad

—¿Solo por eso? El cinco por ciento de soldados fuera del reino durante poco tiempo no será significativo si logramos poner todo en orden. Además, el imperio es una nación agradecida y seguramente nos pagará con hasta su vida si pudieran. —El que había hablado no era Luit. Era el cuarto rey de la espada y estaba contra argumentando lo que el noble egoísta y tacaño había dicho. —Como siempre, solo les importa el dinero. —El cuarto rey de la espada cerró los ojos y apoyó su pie contra la pared, generando un ruido fuerte que puso orden en la sala.

Luego, la esposa de el rey de la espada número cuatro habló:

—A ti no te importa lo que suceda con tal cantidad de soldados fuera, a ti te importa la pérdida que supondrá a los nobles enviar a los soldados al imperio. —Melid estaba enfurecida con la personalidad del noble de pelo morado y ojos amarillos el cual tenía una personalidad más que asquerosa e irritante. —Sigue así y saldrás de este salón. —Melid no bromeó ni mintió sobre la advertencia que le estaba dando al noble por su actitud.

El noble que se había enfurecido, regresó a su asiento para evitar problemas.

—Esto no es algo que pueda suceder. Esto sucederá. Mañana empezará la movilización de los soldados y a más tardar una semana. —Luit miró a los nobles uno por uno y estos temblaron del miedo ante la fría mirada del chico profeta.

—Ahora pasaré al segundo punto de esta reunión.

Todos miraron a Luit y esperaron lo que este iba a decir en cuestión de segundos, mientras que Luit permanecía con una cara seria mientras acariciaba su libro, el libro del deseo tan misterioso.

¿Qué podría traer el segundo punto si el primero había tratado algo tan importante como lo era el imperio? Aunque realmente la charla fue casi momentánea. Sin embargo, los nobles estaban muy asustados y con ansias de saber, solo por esta razón y empezaron a mirarse unos a otros y Luit dejó que todos hicieran eso por un momento, ya que eventualmente y naturalmente se calmarían y le prestarían atención.

De pronto los nobles se cansaron de verse entre sí y miraron a Luit quien permanecía inmóvil e indiferente ante todo, como si fuera una piedra. Luit había esperado el momento de que todos le prestarán atención sin siquiera abrir la boca, y formó una sonrisa en su extraño rostro.

Hasta Aldeib se había quedado viendo fijamente a Luit que iba a dar el segundo punto y último punto de esta reunión tan corta.

—Jeh… —Luit observó a todos por un momento e inició por fin con el punto que a él le interesaba de la reunión. —El segundo punto tratará en específico de los desastres que azotaran este mundo antes del fin. —Luit puso una sonrisa como si este tema fuera su misión en la vida... De hecho, como la supuesta voz de Dios, este era en realidad el motivo por el cual Luit vivía. El motivo... Hablar y avisar sobre mas grandes calamidades que se aproximaban.

Los nobles se observaron con una mirada de miedo, y esta vez, Luit no esperó a que se callaran para continuar, sino que siguió hablando con suma normalidad, diciendo:

—La cuarta gran calamidad constará de cuatro desastres que podrán al mundo sobre un hilo. —Luit estaba generando cada vez más misterio relacionado con la cuarta gran calamidad para que así todo lo vieran fijamente, como si fuera el centro del universo en ese mismo instante.

Los nobles no sabían que pensar a acerca de esto y solo se miraban con miedo. Ya sabían que tan peligrosas eran las grandes calamidades y no sabían quien podría ser el portador de esta cuarta gran calamidad, aunque ya los tenían en la mira, pero realmente solo eran especulaciones frutos del odio. Los nobles observaban fijamente a Aldeib, Eilí y Denep, los cuales a ojos de ellos eran grandes candidatos a ser los portadores de las dos grandes calamidades que sucederán en esta década.

—Los cuatro desastres que azotaran al mundo son... —Luit estaba a punto de revelar las señales o desastres que indicarían que estaban en medio de la cuarta gran calamidad. —Los mellizos del imperio, el fuego de la nación sagrada, el dragón de la nación oscura y la reina del reino.

Esos son los desastres que los ojos me han revelados y me han pedido que se los diga este día para que se preparen para cuando lleguen estos desastres en el mundo.

Ningún noble había entendido exactamente que significaba cada desastre. Las predicciones de Luit se dejaban a diversas interpretaciones por la ambigüedad que estas traían. Mas sin embargo, ni siquiera el pobre Luit sabía bien de que trataban realmente los desastres que compondrán la gran calamidad número cuatro.

—¿Nos puedes explicar que significan exactamente? —preguntó Denep, la cual tenía mucha duda por lo que en realidad significaban estos desastres.

—Estos desastres me fueron revelados por obra divina. No puedo descifrar nada más allá de esto. —Estas predicciones no solo dejaron con dudas a Denep y los nobles, sino que también al propio Luit, quien desconocía realmente como serán los cuatros desastres de las grandes calamidades.

—¿Entonces nos preparamos para cuatro desastre es que no sabemos que son? —Un caballero se había asustado por lo tan peligroso que era saber que se preparaban para cuatro desastres, los cuales no tenían idea alguno de que eran.

—En efecto. —respondió Luit con mucho miedo en su interior, pero mantenía su tono serio y su sonrisa.

Había un noble entre todos, uno de ojos grises y un cabello castaño el cual estaba estallando de ira y parecía ser que iba a perder el control de su ira tarde o temprano. Miraba a Aldeib, Eilí y Denep con mucho desprecio...