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Capítulo 4- La flor divina

En su marcha cruzaron por muchos pueblos infértiles, enfermos y de mucha hambruna.

El rey Rafael sentía mucha lástima e impotencia al ver a su reino de forma tan lamentable, pero esto también le daba más motivación para cumplir el oráculo y salvarlos a todos.

El ejército por fin llegó a la tierra de Ignis luego de unos meses. Mientras más se adentraban más podían admirar el cambio que daba el ambiente. Ignis sin duda era una tierra hermosa y con una basta flora desconocida para ellos.

Buscaron por semanas en donde se encontraba el dragón dormido junto a la flor de luz. Los soldados se sentían muy cansados, la duda empezó a invadir sus mentes y se preguntaban: 

"¿El oráculo habrá sido mal interpretado? ¿Será cierta esta profecía? ¿Qué tal si el dragón no esté dormido cuando lo encontremos?".

Rafael estando tan cansado como ellos se subió a una gran roca y con sus ojos rojos llenos de confianza, su cabello rubio que brillaba como el oro bajo el sol y con una voz llena de vitalidad y seguridad les dijo:

-No se desanimen ni se llenen de incertidumbre mis valientes caballeros, a pesar de que nuestra marcha aquí fue muy dura confiemos en nuestra Diosa Aris quien de los cinco reinos escogió a Ruah para ser el salvador del mundo. ¡vamos a sellar al malvado dragón y a llenar nuestros estómagos y el de nuestras familias hasta saciarse.

- ¡Siiii señor! * --gritaron todos con vigor.

. . .

Milagrosamente un soldado cansando y deshidratado había caído por accidente cuesta bajo del barranco. El rey Rafael agotado bajó el mismo por el soldado desfallecido ya que sus soldados estaban tan exhaustos que no tenían la suficiente energía.

Al bajar cuidadosamente vio un gran manantial hermosamente cristalino y una gran cueva a corta distancia en la que se podía ver una diminuta luz verde dentro de ella.

El rey llamó a sus soldados para que tomaran agua y adentrarse a la cueva. Mientras más a cortaban la distancia más hermosa era esa luz verde parecía que hermosas luciérnagas bailoteaban a su alrededor, pero en el momento que pusieron un pie dentro de la cueva una siniestra y fuerte presencia se sintió, todos y cada uno de ellos experimentó un terror indescriptible.

- ¡Lo… lo… lo siento mi rey! –dijo un soldado totalmente aterrado antes de huir.

Tras ese soldado huyeron casi todos y la otra parte muy dignamente se disculpó y retiró.

-Lamentamos esto rey Rafael, pero estamos muy agotados por este viaje y creemos que tener que luchar con esta presencia tan abrumadora de poder sería un suicidio. Lo esperaremos afuera ¡que la protección de la diosa esté con usted mi rey!

Todos abandonaron al rey Rafael y solo se quedaron su leal general Lucius y un valiente soldado plebeyo llamado Kelly de corazón amable y noble quien había perdido a su madre por inanición y también tenía a uno de sus tres hermanos pequeños enfermo.

- ¡Yo me quedaré mi rey! las personas que amo dependen de que esta misión sea un éxito.

Se acercaban cada vez más a la radiante luz que iba iluminando su alrededor y poco a poco tomaba forma de azucena, pero mientras más iluminado poco a poco también fueron viendo un gran muro de escamas negras que rodeaba aquella hermosa flor.

- ¡Mi rey! –dijo el general nervioso

- ¡Shhh…! No hagas ruido. Es cierto que el dragón está dormido. –contestó Rafael 

Ahí estaba tan pacíficamente acostada aquella bestia negra que aun dormida emanaba un poder aterrador, rodeando aquella celestial y delicada flor como si fuera su todo.

Caminó sigilosamente y tomó la flor. Él se había quedado anonadado al sostener aquella delicada y celestial flor que brillaba como si nunca fuese a apagarse y en su centro tenía aquel fruto que parecía una joya. 

Lo tomó y lo comió entonces así el joven rey de tan solo veinte y cinco años en aquel entonces obtuvo el poder y la sabiduría para sellar al dragón y unir los reinos para convertirse en un imperio bajo el nombre de 'SOLARIS' y gobernados por el mismo durante estos novecientos sesenta y siete años (967).

-Bueno hasta aquí nuestra clase de hoy. –dijo el maestro.

. . .

Después de la hora del almuerzo la duquesa Regina me envió a buscar con esa sirvienta que me hablaba de forma irrespetuosa.

Sabía por lo que había leído en el libro que no era hija biológica de la duquesa regina si no un producto de una de las tantas infidelidades que el duque había tenido. La madre original de Monserrat era una simple sirvienta de la lavandería que había sido echada de la mansión y luego regresó para venderla al duque. El duque decidió darle el dinero debido a que no tenía hijas legítimas y quería convertirla en princesa heredera ya que en el imperio Solaris no había ninguna candidata con el rango ni la edad acorde para serlo.

Fui al jardín trasero donde se encontraba la duquesa tomando muy calmadamente el té.

-Monserrat los profesores me han dicho que te fue muy bien en las clases, pero sabes no debes olvidarte de tu lugar. Eres solo una simple pordiosera que jamás será una noble completa. Desde hoy vivirás en el anexo porque no soporto ver esos asquerosos ojos verdes andando por mi casa.

La mire con rabia pues jamás en mi vida había escuchado aun adulto hablar de forma tan desagradable.

- ¿Por qué diablos te atreves a mirarme de esa forma? 

Me arrojó el té que estaba tomando a la cara, gracias al cielo que no estaba caliente para quemarme, aunque sí estaba tibio.

Sentí mucha rabia e impotencia así que simplemente pasé la mano por mi rostro y le di la espalda para marcharme, pero la duquesa me tomó del cabello y tiró de mí hacia atrás.

- ¿Cómo te atreves pequeña basura a darme la espalda con esa arrogancia? Pon tus manos en este instante para enseñarte modales –gritó la duquesa.

Ahora entendía el porqué tenía moretones en todo mi cuerpo y estas heridas en las palmas de mis manos. Mis padres nunca me habían golpeado ni si quiera castigado. Le dije que no que por favor no me golpeara, pero ella dijo:

-Sofia ayúdala al parecer no entendió mis palabras.

Sofía quien era la sirvienta que me había ido a buscar me agarró desde atrás mientras que sostuvo mis manos fuertemente.

La duquesa tomó una vara y empezó a azotar las palmas de mis manos de forma eufórica… una y otra y otra vez. Yo gritaba suplicando que se detuviera mientras lloraba de dolor.

- ¡Deténgase por favor! ¡pare se lo ruego! –repetía sin parar.

- ¡No eres más que una bastarda! Debes mostrarme respeto y obedecerme en silencio. –decía la duquesa.

El duque quien estaba dirigiéndose a su oficina tras llegar de una reunión en el palacio, escuchó los gritos y miro por la ventana cruzamos nuestras miradas y el solo se giró e ignoro todo y se fue.

Cuando la duquesa se sintió lo suficiente cansada entonces dejo de golpearme, llamó a los demás sirvientes para que me cargaran y llevaran a mi nueva habitación en el anexo junto a unas medicinas de excelente calidad con las que me trataron.

Al llegar al anexo vi que era un lugar muy descuidado a diferencia de la mansión principal. Los sirvientes simplemente se fueron y dejaron un pequeño equipaje con las cosas que tenía en mi antigua habitación.

Era todo tan solitario y doloroso.

Fui a mi habitación y desempaqué para cambiarme la ropa sucia que tenía debido al té que me había derramado la duquesa. Ahí estaba aquel pañuelo manchado de sangre que había envuelto mi mano aquella mañana en la que estaba tan triste y afligida por añorar a mi familia.

«Creo que fue el hermano Leonis quien me trató con este pañuelo, debo lavarlo para regresárselo y agradecerle por haberme ayudado»

. . .

Han pasado dos semanas desde que llegué a este mundo, todos los días tomó las estrictas clases que se me han encomendado decidí hacerlo de la mejor forma posible ya que por lo menos aquí tengo un techo y algo para comer.

Hoy me han llamado para cenar con los demás miembros de la familia ya que Dante había invitado a su amigo Lucas y su padre el conde Ferrant quien había regresado de uno de sus viajes. Solo me invitaron porque deben mantener las apariencias de que me tratan como una digna princesa.

Sofía llegó con vestido nuevo, me baño y me preparó para llevarme a la mansión principal.

Llevé el pañuelo limpio y envuelto de forma delicada en una pequeña caja para devolvérselo al hermano Leonis. «Tuve que ayudar a otra criada a lavar la ropa para poder conseguir esta pequeña caja, pero valió la pena pues me consiguió una muy bonita. Leonis se veía como alguien desinteresado por los demás, pero fue quien me ayudó espero ser una buena hermana menor para él y que nos llevemos bien.» 

Estaba muy emocionada por volver a ver a Leonis tal vez me pueda llevar bien con Dante también pues el me sonrió de una forma amistosa la primera vez que nos vimos.

Para mi decepción al llegar al comedor Leonis no estaba.

-Mmm… disculpa Sofía ¿por qué no puedo ver al hermano Leonis junto a los demás? ¿no va a venir a cenar?

- ¡Eres idiota! el joven amo Leonis estudia en la academia imperial, el solo regresa cuando está de vacaciones.

*suspiro* 

«Después de todo lo que me esforcé para devolvérselo y agradecerle».

Salude de forma impecable a la familia y a los invitados que se encontraban ya sentados en el comedor. 

«Como siempre las comidas aquí son ostentosas y exquisitas. Solo me dejan comer este tipo de comida para mis clases de etiqueta y luego siempre me sirven la misma sopa sin nada.»

El duque, la duquesa y el conde charlaban sobre negocios, Lucas estaba absorto comiendo su comida, de pronto Dante empezó a mirarme fijamente y sonreía.

«¡Ah! Quizás también desea que nos llevemos bien y seamos buenos hermanos»

 le devolví la sonrisa muy alegre… sin imaginar que dos años mas tarde el me daría los momentos más repugnantes de mi vida.