Su Qianci regresó a donde estuvo antes después de su búsqueda fallida. En la puerta de la habitación de Rong Haiyue, llamó y escuchó:
—Entra —pronunció la voz de Rong Haiyue.
Su Qianci entró, y los ojos de él se iluminaron. Pero, cuando vio quién era en realidad, parecía un poco decepcionado. Con una sonrisa, él expresó:
—Eres tú.
Era esa chica... Él casi la confundió con una persona diferente.
Su Qianci asintió y le habló con sinceridad:
—Muchas gracias por lo de anoche.
—Claro. Si fuera alguien más, también lo habría salvado.
Entonces, no fue porque se parecía a ella. Rong Haiyue se lo dijo a sí mismo. Pero, al ver su rostro, todavía se sentía desconsolado. Su Qianci se acercó y vio su brazo vendado. Ella le hizo una profunda reverencia y mencionó:
—Lo siento. Te lastimaste por mi culpa.
Rong Haiyue puso una mano en el brazo de ella y aseguró:
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