Caminaba en círculos, vociferando planes futuros en una lengua diferente, propia de él y solo de él, susurrante y poderosa.
*¿Qué eres? --Lo repitió más de una vez en su mente, observando al pequeño cuerpo dormido en el centro de la sala.
Hacía aparecer y desaparecer una daga larga, de hoja negra, con acabados nunca antes vistos fuera del laberinto. Continuó repitiendo el acto, era un hábito perdido, nuevamente necesario para calmar su inquietud y nerviosismo. Quería sentirse protegido, a salvo de aquellas bestias que siempre lo estaban acechando afuera, esperando por un trozo de su cuerpo. Olvidó que ya no estaba en esa habitación de un metro cuadrado, ya no lo estaba y lo había olvidado, el laberinto era cosa del pasado, sí, del pasado.
El infante abrió los ojos, deslumbrado por la luz que atravesaba los dos ventanales despejados de cortinas, confundido admiró el nuevo lugar, pero su buen instinto le hizo querer ponerse en guardia, algo que no logró por las pesadas cadenas sujetando sus extremidades.
--Espero hayas dormido bien --Se detuvo, continuando con su idioma original, en un intento por conocer la reacción del niño--. Sé que me entiendes.
Se arrodilló a una pierna, observando con fiereza e intención asesina al pequeño niño, quién con nerviosismo tembló, consciente del gran peligro que su vida corría. Peleó con su propia energía, sus ojos tintinearon de rojo, pero la diferencia de poderes era abismal, lo que separaría la tierra del sol, sin embargo, Orion no lo sintió así, percibió de vuelta aquella mirada, esa maldita mirada que solo el Rey le había lanzado.
--Sé que eres tú, maldito --Se acercó aún más--. Y espero no te hayas olvidado de esto. --Acercó su daga a su garganta, sintiendo el temblor en el cuerpo del pequeño infante, quién cerró los ojos con lágrimas resbalando por sus mejillas. Dudó, desde el principio su intención no fue asesinarlo, no, necesitaba respuestas, pero ahora, después de su sincera actuación comenzó a sospechar que su intuición había fallado.
Hizo desaparecer la daga, para después destruir el bozal de hierro que le impedía decir una palabra entendible.
--¿Quién eres?
El niño abrió los ojos, un poco sorprendido por su todavía existencia. Quiso responder, pero no pudo, no había entendido los raros sonidos producidos por el fiero joven.
--¿Quién eres? --Preguntó en la lengua común de Jitbar y tierras vasallas.
--Lork Ijt Zar --Respondió con un tono no acorde a su edad, tartamudeando al final de cada pausa--, es mi nombre.
--¿Qué eres?
--No lo sé --Hizo un par de muecas, dudoso de sí mismo--. No recuerdo nada. Solo mi nombre, que siempre se repite cuando cierro los ojos. Lo que las sombras me susurran.
--¿Quieres matarme? --Intensificó la potencia energética de su cuerpo.
--N-No --Comenzó a sangrar de la nariz por el gran esfuerzo resultante de contratacar la energía enemiga--... s-s-solo quiero, r-r-recordar... Y de-dejar de soñar c-c-con sombras...
Su mirada se elevó al cielo, al instante que comenzaba a temblar con fervor enfermizo y su sangre se derramaba por todos sus orificios superiores.
--No eres ese maldito, su sangre era de otro color.
Al despertar, se encontró en la misma sala, solo que ahora aparte del joven, una dama hermosa de cabello platinado lo observaba, no sabía porque, pero le desagradaba, se sentía incómodo con su presencia, demasiado para soportarlo, pero por desgracia, ese joven continuaba observándolo y, aunque el miedo no describía la emoción que sentía al verlo, entendía con claridad la superioridad que poseía sobre él.
--Sobreviviste, estoy impresionado. --Dijo al acercarse.
Fira se limpió los dedos cubiertos de sangre con un paño blanco, uno que enjuagó y exprimió en un no muy ancho cuenco de agua.
Sonrió, dispuesto a conocer los secretos mejor guardados del infante y, descubrir si era alguien valioso, o solo un mocoso con una gallardía estúpida.
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- Nombre: Lork Ijt Zar
- Edad: 5 ernas (años)
- Estatus: Desterrado.
- Sangre: Desconocido.
- Potencial: Excelente.
- Lealtad: Insuficiente.
- Habilidad especial: Escudo negro, Locura carmesí.
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--¿Quieres servirme? --Le preguntó con una sonrisa honesta.
Lork levantó la mirada, confundido y dudoso por la propuesta, no sabía qué responder, ni como hacerlo. Era tan solo un niño, forzado a caminar sin recuerdos en un mundo salvaje, a madurar con prontitud, pero eso no significaba que poseía las respuestas de un mundo todavía desconocido.
--¿Si o no?
Lork asintió cabizbajo, levantando con extrema dificultad las cadenas atadas a sus muñecas, una acción instintiva, que provino de una parte muy escondida de su mente.
*Lork Ijt Zar se ha convertido en tu subordinado*
Orion sonrió al ver el temblor en el cuerpo pequeño del niño.
--El dolor será bastante --Dijo al romper las cadenas de sus tobillos y muñecas, mirándolo con expectación--, o no lo será. Solo no me decepciones.
[Instruir]
Sus dedos tocaron su frente, notando como los ojos de Lork se tornaban rojos y brillantes, a la par que apretaba sus dientes, resistiéndose a la inoportuna potencia energética. Fue inmediato, la energía de su habilidad se desbordó por toda la habitación, provocando un temblor en las paredes y la caída de los estantes, recipientes y cuadros preciosos de la oficina. Jadeó, tosiendo con la premisa de querer vomitar lo invisible y sintiendo un gran dolor en su pecho, uno continúo y que parecía no querer abandonar su cuerpo. Sus ojos se humedecieron, el dolor era insoportable, pero más que eso, la sensación de poder lo llenaba como el agua del océano a una copa de plata, sentía que se desbordaba, que podía explotar en cualquier momento. Pero el acto todavía no terminaba y parecía que tardaría más de lo que su pequeño cuerpo podría resistir.
*Tu habilidad [Instruir] ha subido de nivel*
*Tu habilidad [Instruir] ha subido de nivel*
*Nivel necesario*
*Tu habilidad [Instruir] ha mejorado, has desbloqueado una nueva ventaja*
Su atención no fue atraída por las notificaciones o el nuevo desmayo del infante, no, su atención estaba puesta en la pantalla de su interfaz, que le brindaba con completo detalle información sobre Lork y, está misma era diferente, había cambiado.
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- Nombre: Lork Ijt Zar
- Edad: 5 ernas (años)
- Estatus: Subordinado de [Orion].
- Sangre: Maldita.
- Potencial: Ilimitado.
- Lealtad: Decente.
- Habilidad especial: Escudo negro, Locura carmesí.
- Cuerpo especial: Cuerpo maldito.
- Don: Mirada del abismo.
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--Has que un esclavo siempre lo acompañe, mejor si es alguien que sepa defenderse. Que lo cuiden como un tesoro. --Dijo con la sonrisa aún plasmada en su rostro.
--Sí, señor Orion --Asintió--. Pero ¿Podría preguntar, por qué?
--Porque lo prepararé para convertirse en un hombre capaz.
*Capaz de ayudarme si es que debo regresar. --Pensó en sus adentros, no dejando de sonreír con astucia al ver al pequeño niño.