webnovel

El despertar de Sylvia

En un mundo donde la realidad y la fantasía colisionan, Carlos, un jugador de videojuegos, se encuentra atrapado en el cuerpo de su avatar elfico, Sylvia. Despertando en un reino desconocido, debe navegar por una vida que es tanto familiar como extraña, enfrentando desafíos que ponen a prueba su identidad y su supervivencia. Capturada y acusada de espionaje, Sylvia es llevada ante los templarios y sacerdotes del monasterio, quienes ven en ella tanto una amenaza como una posible clave para un antiguo misterio. A través de juicios y tribulaciones, Sylvia se ve obligada a adaptarse a su nuevo entorno, aprendiendo las enseñanzas de Olpao y descubriendo paralelismos sorprendentes con su vida pasada. Mientras se sumerge en las profundidades de la fe y la política del monasterio, Sylvia descubre una profecía sobre los "Viajeros de Mundos", seres con el poder de alterar el destino de su mundo. Con esta nueva comprensión, se encuentra en el centro de una lucha por el poder, donde las alianzas son tan volátiles como las verdades que busca. Enredada en una red de manipulación y engaño, Sylvia debe discernir amigos de enemigos, especialmente cuando Günter, un templario con oscuros motivos, la arrastra hacia una trama de intrigas. Con cada capítulo, la tensión se intensifica, y Sylvia se encuentra en una carrera contra el tiempo y las sombras que buscan usarla como peón en un juego peligroso. "El Despertar de Sylvia" es una historia de transformación, descubrimiento y la lucha por la autenticidad en un mundo donde las apariencias pueden ser tan engañosas como la magia que lo impregna.

Shandor_Moon · Kỳ huyễn
Không đủ số lượng người đọc
48 Chs

37. Decisiones Cruciales

Tras acomodar a Sylvia en un banco del patio, Morwen, Seraphina y Keira salieron por la derruida entrada de las murallas. El cielo seguía cubierto de nubes pesadas, amenazando con más lluvia, y el aire estaba impregnado de una humedad fría que calaba los huesos.

Günter, Evildark, Sarah, Tirnel Estel, Harry, Marina y Frederick, junto con otros miembros de la caravana, se preocuparon al ver a las tres mujeres salir sin Sylvia. La inquietud se palpaba en el aire; todos habían visto entrar a Sylvia con Morwen y Seraphina, y ahora salían con otra mujer que claramente no era ella.

Los más cercanos habían presenciado la resurrección de una de las mujeres que ardía en una hoguera y habían visto a Sylvia desplomarse, siendo trasladada a un banco. Para los que estaban más alejados, Sylvia había entrado y ahora no había salido, lo que solo aumentaba la confusión y el temor.

Günter, incapaz de esperar más, se adelantó y preguntó con voz ansiosa: —¿Qué ha ocurrido con Sylvia? ¿Está bien?

Morwen lo miró con una mezcla de comprensión e irritación. —Sylvia está bien, solo está exhausta tras haber resucitado a Keira, la Gran Maestre de este monasterio.

Un rápido revuelo se formó entre los miembros de la caravana. "¿Resucitado?", "Nadie es capaz de resucitar.", "Herejía, Nerthys no libera almas..."

—Hace unos días, Sylvia casi muere. No es un secreto para nadie el ritual celebrado en Aurelia Vicus. En ese ritual, Nerthys reclamó la servidumbre de Sylvia a cambio de conservar su vida. Nerthys tenía un objetivo para ella: traer de vuelta a las almas de este monasterio consagrado a ella.

Las voces volvieron a alzarse. "¿Sylvia ha sido elegida por Nerthys?", "¿Por qué no dijeron nada?", "¿Vamos a servir todos a Nerthys?", "¿Qué nos implica eso a nosotros?"

—Por favor, un poco de paciencia y trataremos de explicaros la situación —pidió Morwen. Poco a poco, las voces se acallaron—. La misión impuesta por Nerthys a Sylvia no será rápida. Como hemos podido comprobar, su cuerpo no soporta más de una resurrección al día. Suponemos que hasta que Sylvia no haya cumplido esta misión, el monasterio estará en el territorio de los muertos. Mi intención es alojarnos aquí al menos hasta que Sylvia termine su misión o consigamos erradicar a todos los infiltrados en nuestra hermandad y la hermandad de la Rosa Ensangrentada. No os puedo obligar a permanecer en un sitio así. Lo entiendo, por lo cual todos sois libres de decidir si entráis o marcháis. Pero si entráis y después desertáis, seréis perseguidos.

Evildark levantó la mano. Cuando Morwen asintió, preguntó con voz calmada: —¿Los viajeros de mundo también somos libres? ¿Sylvia es libre de irse? ¿Ha tenido ella la opción y ha elegido?

Morwen pensó mucho antes de responder. Si Sylvia era capaz de resucitar personas, ¿qué serían capaces los otros viajeros?

—Me gustaría contar con vosotros, pero no os voy a obligar a entrar al monasterio. En definitiva, sois libres. Sylvia no es libre de irse. Ella tuvo la opción de elegir y ha elegido servir a Nerthys. Por eso, aunque yo no le pusiera impedimentos para marchar, ella no podría hacerlo. Tendréis hasta mañana por la mañana para decidir. Se montará un campamento aquí mismo y solo los que tengan clara la opción de quedarse pueden pasar al monasterio.

Günter no necesitó mucho para tomar una decisión. —Yo me quedo en el monasterio. ¿Puedo pasar para estar con Sylvia?

Keira, para sorpresa de muchos, respondió: —Eres bienvenido al monasterio, solo te pido que no toques nada. Cuando regresemos, ordenaremos un poco el patio. Sylvia, como dijo Morwen, la puedes encontrar tumbada en un banco.

Günter no miró atrás. Con paso firme, pasó junto a Morwen, Seraphina y Keira, decidido a entrar al monasterio. Tras él, le siguieron Marina, Tirnel Estel y Frederick. Harry estuvo a punto de seguirles, pero Blogusz lo sujetó de la manga.

—¿Por qué no te lo piensas hasta mañana? —le preguntó Blogusz.

—Si Sylvia no estuviera ahí, me iría con vosotros sin dudar, pero recordad para quién farmeaba siempre. Me gustaría no tener que elegir. Por eso, os esperaré dentro si decidís entrar. Si no, parece que estaré una buena temporada. Espero que vengáis a visitarme. —Tras esto, Harry se liberó con lágrimas en los ojos, dudando que ellos tomaran la decisión de entrar, y caminó hacia el interior.

Elías miró a Morwen. —Mi señora, si vamos a montar un campamento en la entrada, yo, aunque con la decisión tomada de entrar, me mantendré aquí para poder preparar la comida de todos.

Morwen miró a Elías con comprensión y asintió; para él estaba claro que lo primero era alimentar a los miembros de la hermandad. Sigfried, Lysandra y Lyanna tampoco dudaron, aunque tanto Sigfried como Lysandra se quedaron para proteger a los que estuvieran en el campamento. Si recibían un ataque, sería cruzando el puente.

Morwen pidió a Lyanna que, con la ayuda de Harry, arreglara algunas habitaciones del monasterio como había hecho con el puente para poder alojarse. Lyanna asintió y entró en el monasterio buscando a Harry. Hugo, Thôr Aer y Ambariel también entraron. Clara y Erich estuvieron a punto de entrar, pero al ver que quedaban los goblins, Evildark y Sarah, se detuvieron para defenderlos si fuera necesario.

Evildark y Sarah se debatían entre seguir a sus amigos o ser libres. Habían visto cómo Sylvia resucitaba a Keira a costa de otra vida y sabían que la verían ir asesinando uno por uno a soldados cuya única culpa era seguir a sus jefes.

Morwen, Keira y Seraphina se dieron la vuelta para volver a entrar cuando la voz de Sarah las detuvo.

—¿No hay otra forma de satisfacer a Nerthys que matar inocentes? —preguntó Sarah, su voz llena de angustia y desesperación.

Keira se acercó a Sarah y Evildark. —Entrad y mirad con vuestros propios ojos el comportamiento en el cual fueron atrapados todos los soldados. Si pensáis que eran inocentes, podéis tratar de convencer a Sylvia para desobedecer a Nerthys. Si creéis que unos soldados que jugaban con la cabeza decapitada de una niña son merecedores de perdón, cuando Sylvia termine, podéis hablar en su favor en el juicio.

Sarah reflexionó, pensando que las atrocidades cometidas eran horribles, pero preguntándose si responder con la misma crueldad no los convertiría en iguales. Para Evildark, sin embargo, la situación era clara: esos hombres merecían morir, y si sus muertes servían para resucitar a las víctimas, bienvenidas fueran esas muertes. Su conflicto era si renunciar a su libertad por seguir con Sylvia merecía la pena.

Sarah miró a Keira con determinación. —Gracias, pero si entro no podré elegir marcharme. Morwen lo dijo antes. Me acercaré hasta donde deberían estar las puertas de estas murallas para observar más detenidamente la escena, pero meditaré si mis valores pueden aceptar esta sentencia de muerte para los soldados responsables de la masacre, aunque solo obedecieran órdenes.

Morwen, desde atrás, observó a Sarah. Sus principios eran fuertes, y si finalmente decidía quedarse, podría traer problemas, pero también sabía que su moralidad podría ser una valiosa guía para el grupo.

Keira sonrió, asintiendo con la cabeza amablemente. —Comprendo tus motivos y entiendo tus dudas para aceptar entrar. Por tus amigos y por ti, espero que elijas unirte al monasterio, pues ellos seguramente apreciarán tu amistad. ¿Y tú? —dirigió la pregunta a Evildark.

El joven pateó el suelo antes de alzar la vista y mirar directamente a los ojos de Keira. —Mis principios están con vosotras. Esos hombres merecen morir y, a ser posible, de la peor manera. Pero debo decidir si mi libertad es más o menos importante que seguir con mis amigos. Me daré el resto del día y la noche para meditarlo.

Keira lo miró con comprensión y respeto. —Tómate el tiempo que necesites. Esta decisión no es fácil y debe ser tomada con cuidado. Tu presencia y la de tus amigos será valorada aquí, pero entiendo que necesitas estar seguro de tu elección.

Morwen, Keira y Seraphina se volvieron hacia la entrada del monasterio, dejando que Sarah y Evildark se sumieran en sus pensamientos. La tensión en el aire era palpable, cada uno de los viajeros de mundo se enfrentaba a un dilema personal que definiría su futuro.

Sarah caminó hacia las murallas derruidas, su mirada fija en la escena de horror congelada en el tiempo. Cada paso que daba era un recordatorio de las atrocidades cometidas, y su corazón se llenaba de una mezcla de tristeza y rabia. Observó los rostros de los soldados, sus expresiones de burla y crueldad, y las víctimas, atrapadas en su agonía eterna. La duda y el conflicto interno la abrumaban, pero sabía que debía sopesar cuidadosamente sus principios y su lealtad a sus amigos antes de tomar una decisión.

Evildark, por su parte, se sentó en un rincón, alejándose un poco del grupo para meditar en silencio. Sabía que su decisión no solo afectaría su destino, sino también su relación con sus compañeros. La libertad era un valor preciado, pero la justicia y la venganza también pesaban mucho en su corazón.

—Primero, retiren los cuerpos de las hermanas caídas y alinéenlos de manera respetuosa —instruyó Keira, su voz firme resonando en el aire—. No debemos dejar que sus sacrificios permanezcan en este caos.

Los miembros de la caravana que habían entrado al monasterio, incluidos Günter, Ambariel y Thôr Aer, trabajaron juntos para mover cuidadosamente los cuerpos, evitando cualquier falta de respeto. Colocaron a las hermanas caídas en hileras ordenadas, como un homenaje solemne a su valentía y sacrificio. El ambiente era sombrío, pero lleno de una sensación de propósito renovado.

—Coloquen a un soldado al lado de cada cuerpo de las hermanas. Serán las ofrendas cuando llegue el momento de resucitarlas —añadió Keira, sus ojos mostrando una mezcla de tristeza y determinación.

Mientras tanto, en el interior del monasterio, Harry y Lyanna estaban trabajando arduamente en la reconstrucción. Con su magia combinada, lograban restaurar habitaciones y corredores a su antigua gloria. Los escombros se levantaban del suelo y volvían a sus lugares originales, las paredes dañadas se reparaban y las decoraciones antiguas recuperaban su esplendor.

—Es agotador, pero estamos logrando mucho —dijo Harry, limpiándose el sudor de la frente mientras observaba el progreso.

—Sí, pero debemos ser cautelosos. La energía mágica que estamos utilizando es inmensa. No quiero que nos agotemos completamente antes de haber terminado las áreas más esenciales —respondió Lyanna, su rostro mostrando signos de cansancio, pero también de satisfacción.

Finalmente, cuando el agotamiento se hizo evidente, Harry y Lyanna decidieron tomar un descanso, dejando la restauración para continuar al día siguiente. El monasterio ya mostraba signos significativos de recuperación, y la esperanza comenzaba a resurgir entre los miembros de la caravana.

Mientras todo este trabajo se llevaba a cabo, los espectros de las hermanas caídas caminaban observando las distintas tareas. Algunas miraban sus cuerpos destrozados, otras preferían ver cómo el monasterio recobraba su antigua gloria y unas pocas observaban con curiosidad a los nuevos habitantes del monasterio.

Seraphina y Morwen permanecían al lado de Sylvia, preocupadas por su salud. La joven sacerdotisa había sido sometida a un esfuerzo inmenso, y su cuerpo estaba claramente resentido por la energía canalizada durante el ritual de resurrección.

—Me preocupa que haya usado tanta energía en un solo ritual. ¿Y si esto le causa un daño permanente? —dijo Seraphina, su voz cargada de ansiedad.

—Lo sé, pero Sylvia es fuerte. Tiene una conexión especial con Nerthys. Debemos confiar en su capacidad de recuperación —respondió Morwen, aunque sus ojos mostraban la misma preocupación.

De repente, Sylvia comenzó a moverse ligeramente, sus ojos parpadeando mientras recuperaba la conciencia. Con un esfuerzo visible, se incorporó en el banco, sus músculos temblorosos por el esfuerzo.

—¿Sylvia, cómo te sientes? —preguntó Seraphina, acercándose más para apoyarla.

—D...duele, pero estoy bien —respondió Sylvia, forzando una sonrisa. Su rostro estaba pálido, pero sus ojos mostraban una determinación inquebrantable—. Estoy lista para continuar cuando sea necesario.

Morwen y Seraphina intercambiaron una mirada de alivio y orgullo. —Descansa un poco más. Has hecho más que suficiente por hoy —dijo Morwen, acariciándole suavemente el hombro.

Sylvia observó cómo sus compañeros se afanaban en ordenar los cadáveres, dando al menos un aspecto de mayor paz al patio y aunque aún era una macabra visión ver casi doscientos cuerpos masacrados, al menos los cuerpos ahora no estaban en mitad de una salvaje profanación.

Se fijó en cómo Günter pateó a uno de los soldados congelados, era uno de los que jugaban con la cabeza de la pobre niña. Sylvia sintió un inmenso deseo de también descargar unos cuantos golpes sobre él, pero ella disfrutaría aún más cuando viera la mueca de terror del soldado cuando su alma fuera arrancada de su cuerpo por ella.

—Quiero continuar resucitando hermanas, por favor dejadme. —Rogó Sylvia mientras miraba el espectro de la niña pegando puñetazos cerca de Günter como disfrutando esa pequeña venganza realizada por el guardián.

—Aquí no se nota tanto el paso del tiempo debido a esta neblina, pero es ya hora de cenar. Has estado inconsciente casi todo el día. Cena, charla con tus amigos, descansa esta noche y mañana después del desayuno intenta resucitar a otra hermana. —Le razonó Morwen comprendiendo la ira que podría estar corriendo por la mente de Sylvia y las ganas de aplicar justicia.

A medida que la tarde se transformaba en noche, el campamento dentro del monasterio se llenó de una sensación de calma y reflexión. Aunque las sombras de la muerte y el sacrificio todavía se cernían sobre ellos, la comunidad encontraba consuelo en su unidad y en la guía firme de sus líderes.

Las hogueras crepitaban, proporcionando un calor reconfortante en medio de la fría bruma marina. Los viajeros, tanto los que decidieron entrar al monasterio como los que aún estaban indecisos, se reunieron alrededor del fuego, compartiendo sus pensamientos y preocupaciones.

La decisión final de cada uno definiría su futuro en este nuevo y peligroso entorno. Pero, por ahora, la noche les ofrecía un respiro, un momento para reflexionar y encontrar claridad en medio de la incertidumbre.

El resto del grupo observaba con respeto y admiración a Sylvia, conscientes del sacrificio que estaba haciendo por todas las hermanas asesinadas. La determinación de Sylvia y la fuerza de sus convicciones eran un faro de esperanza en medio de la oscuridad y el desánimo.

Sarah se sentó al lado de Sylvia junto a la hoguera, aprovechando que todavía no habían salido los compañeros que estaban arreglándolo todo en el patio. —Sylvia, ¿estás haciendo lo correcto?

Sylvia miró a Sarah, no podía terminar de entender la pregunta de su amiga. Ella también había visto la escena. —¿Crees que no es justo que los ejecutores de esa atrocidad paguen con su alma para resucitar a las víctimas?

La pregunta desarmó por completo a Sarah. ¿Cómo podía ella estar defendiendo a los verdugos en lugar de alegrarse por la vuelta a la vida de las víctimas? —¿Y si hubiera otra forma de resucitarlas? ¿Y si de ese modo pudiéramos juzgar a cada soldado por separado y castigarlos de forma justa?

—Ojalá se pudiera hacer de otra forma, pero ya oíste la aseveración de Seraphina cuando inocente argumenté que ella podía resucitarnos si alguno hubiera muerto. —Razonó la joven elfa ante su amiga.

—Pero si se puede, tú lo has demostrado. Seraphina y los demás sacerdotes estaban equivocados. Quizás si esperamos encontremos esa otra forma. —Sarah trataba de evitar tomar una decisión y dejar la solución para más adelante.

—Si no obedezco a Nerthys, mi vida corre peligro. Mi vida ya no me pertenece, me he convertido en la mano ejecutora de los caprichos de una diosa a cambio de seguir con vosotros. Este es el ritual que Nerthys me enseñó en sueños, la única forma por la cual ella está dispuesta a devolver un alma. Si no lo hago a su modo, tomará la mía y esperará paciente a otra persona que sí acepte hacerlo así. Ella es una Diosa, para ella otros doscientos años no son nada.

—Yo estoy contigo. —Afirmó Evildark sentándose junto a ellas. —Ellos no tuvieron piedad cuando realizaron esto. Ellos no se plantaron ante sus líderes y estos eran humanos. ¿Por qué Sylvia debe plantarse ante una diosa? Cambiando el tema. ¿Te importaría si no me uno a vosotras y me voy mañana?

La pregunta paralizó a Sylvia. —¿Por qué te vas a ir? Quizás no sea el mejor de los sitios, pero aquí podemos seguir todos juntos. Entrenarnos y mejorar nuestras habilidades y un día tratar de buscar al resto.

—Si me quedo, debo renunciar a mi libertad. ¿Cuándo podré volver a elegir entre seguir a estas fanáticas religiosas y hacer otra cosa? —Evildark no necesitaba decir más. Sylvia lo entendió perfectamente. Ella estaba a gusto con los miembros del fuego purificador y de la rosa ensangrentada. Ahora se estaba convirtiendo en alguien respetada en la orden, pero él no era de seguir normas.

—Aceptaré tu decisión como también la tuya, Sarah. Si mañana decidís marcharos os despediré con todo el dolor de mi corazón, pero son vuestras vidas y debéis vivirlas como penséis adecuado. Yo estaré una larga temporada en este monasterio. Si vuestra opción es iros, sabéis dónde encontrarme y si no sigo aquí, dejaré dicho que os informen de mi nuevo paradero. —Los ojos de Sylvia, a pesar de sus palabras, se llenaron de lágrimas. No quería perder a Sarah y Evildark, pero no podía retenerlos contra su voluntad.

Sylvia se levantó para evitar que sus lágrimas pudieran influir en la decisión de sus amigos y se dirigió hacia Günter, que salía en esos momentos del monasterio junto a los demás miembros. Sylvia se dejó acurrucar en los brazos de Günter buscando consuelo a su desesperanza por la posible marcha de sus amigos.

—¿Qué te ocurre? —preguntó al oído sin dejar de abrazar a Sylvia.

—Nada importante, pero necesito tu abrazo. —Respondió sintiendo la respiración algo agitada aún por el esfuerzo de Günter.

Marina miró en la dirección del fuego tras ver la acción de Sylvia, sus lágrimas y la respuesta. ¿Habían ya decidido no unirse al grupo Sarah y Evildark? Se preguntó, pero prefirió no hacer la pregunta. Prefería disfrutar el resto de la velada y dejar las lágrimas para el día siguiente.

El campamento se sumió en un silencio contemplativo mientras las llamas del fuego danzaban, proyectando sombras largas y vacilantes sobre las ruinas del monasterio. Los viajeros intercambiaron miradas, compartiendo una comprensión tácita de la gravedad de las decisiones que debían tomar. La incertidumbre sobre el futuro se mezclaba con la esperanza y el miedo, creando una atmósfera cargada de emociones encontradas.

La noche avanzó, y uno a uno, los miembros del grupo fueron buscando refugio para descansar. Sylvia, acurrucada en los brazos de Günter, encontró un momento de paz en medio del caos. Sabía que el día siguiente traería nuevas decisiones y desafíos, pero por ahora, se permitió un respiro.

Mañana, cuando el sol despunte en el horizonte, las decisiones se harán ineludibles. Pero esta noche, al menos, era un tiempo para la reflexión y el descanso, una pausa en la tormenta antes de enfrentar lo que el destino les tenía preparado.