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Rutina interrumpida
Los días continuaban, y William seguía adaptándose a la vida en la aldea. Se había acostumbrado a los campos de arroz, a las largas horas de trabajo físico y a las conversaciones simples de los aldeanos. Aunque su mente estaba constantemente ocupada, aún no había compartido ninguna de sus ambiciones. Para todos los demás, él era simplemente un aldeano más.
Sin embargo, algo en el aire había cambiado. Los rumores sobre las guerras entre los señores feudales eran cada vez más constantes. Los aldeanos comenzaban a hablar con más miedo en sus voces, preocupados por ser arrastrados a un conflicto mayor. William observaba todo en silencio. "El caos está cerca," pensaba. Sabía que debía estar preparado, pero aún no podía revelar nada de lo que había descubierto.
Mientras trabajaban, William notaba cómo los aldeanos lo miraban con respeto y curiosidad. Ren, en particular, se había mostrado especialmente intrigado por William. A menudo lo seguía, observando cómo trabajaba sin cansarse. "Ese hombre es diferente," pensaba Ren. "Nunca lo he visto vacilar, y hay algo en su mirada que no puedo descifrar."
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Meditación y entrenamiento
Las noches seguían siendo el único momento en que William podía entrenar sin ser visto. Se retiraba al bosque, alejándose lo suficiente para evitar cualquier encuentro con los aldeanos. Su entrenamiento se había vuelto más intenso. Sabía que no podía confiar solo en su fuerza física; debía entrenar su mente y cuerpo para prepararse para lo que vendría.
En el claro del bosque, William comenzaba su rutina con ejercicios de respiración. Se sentaba en el suelo, cruzaba las piernas y cerraba los ojos, concentrándose en el sonido de la naturaleza. El viento susurraba entre los árboles, y el murmullo del arroyo cercano proporcionaba un ritmo tranquilo para su meditación.
"Controlar mi mente es el primer paso," pensaba mientras inhalaba profundamente y exhalaba con lentitud. Sabía que el poder que buscaba no podía alcanzarse con prisas. Con cada respiración, intentaba sincronizar su cuerpo con la naturaleza que lo rodeaba, sintiendo cada movimiento del viento, cada cambio en la temperatura del aire.
Después de la meditación, comenzaba su entrenamiento físico. Corría por el bosque, subiendo colinas y saltando entre los árboles, poniendo a prueba su resistencia. Sabía que la fuerza física era tan importante como el control mental, y no podía permitirse debilidades. "Debo ser más fuerte," se decía a sí mismo mientras el sudor caía por su frente.
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El entrenamiento de Ren
Durante el día, William comenzaba a notar que Ren lo seguía más de cerca, observando cada uno de sus movimientos. El joven aldeano parecía fascinado por la forma en que William trabajaba sin descanso, y un día, mientras descansaban bajo la sombra de un árbol, Ren se atrevió a hacer preguntas.
"William, ¿cómo haces para no cansarte?", preguntó Ren, su voz llena de curiosidad. "Siempre trabajas más que los demás, pero nunca pareces fatigado."
William sonrió ligeramente. "Es todo cuestión de concentración, Ren," respondió. "Si puedes controlar tu mente, tu cuerpo seguirá."
Ren asintió, aunque no estaba completamente seguro de qué significaba eso. Sin embargo, sentía una extraña confianza en las palabras de William. Decidió que quería aprender más de él, así que comenzó a seguir sus consejos sobre control del cuerpo y respiración. Durante las tardes, después del trabajo, los dos se reunían para practicar técnicas simples de concentración. William veía en Ren una promesa, aunque sabía que aún debía mantener ciertos secretos.
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La vida diaria en la aldea
Mientras William y Ren trabajaban juntos, la vida en la aldea seguía su curso. Los aldeanos continuaban sus tareas, pero había una tensión en el aire que no podía ignorarse. Las mujeres cuidaban de los niños y preparaban provisiones, mientras que los hombres discutían sobre los rumores de guerra.
Suki, una de las mujeres casadas de la aldea, observaba con preocupación cómo su esposo, Daichi, hablaba cada vez más sobre la posibilidad de ser reclutado por los señores feudales. Daichi, como muchos otros hombres jóvenes, sabía que la guerra estaba cerca, pero eso no aliviaba el miedo que sentía en su pecho.
Una noche, Suki no pudo contener sus pensamientos mientras cenaban juntos.
"No quiero que te vayas," dijo con voz temblorosa, su mirada clavada en el tazón de arroz frente a ella. "No sé qué haremos si te llevan."
Daichi tomó su mano, su expresión severa. "No tenemos elección, Suki," respondió. "Si los soldados vienen, debemos ir. No podemos resistir."
Pero en el fondo, ambos sabían que las palabras de Daichi no hacían que la realidad fuera más fácil de aceptar. El miedo a lo desconocido, el miedo a la pérdida, era algo que todos los aldeanos sentían en esos días.
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La conexión creciente con las tormentas
Una noche, una tormenta particularmente violenta comenzó a formarse sobre la aldea. Los relámpagos iluminaron el cielo oscuro, y el rugido del trueno retumbaba en la distancia. Mientras los aldeanos corrían a buscar refugio, William sintió algo diferente.
De pie en medio del campo, sintió el viento azotando su cuerpo y los relámpagos iluminando su mente. "La tormenta..." pensó. "Esta vez es más fuerte."
En ese momento, cerró los ojos y trató de concentrarse. Respiró profundamente, permitiendo que la energía de la tormenta fluyera a través de él. Aunque aún no podía controlarla, sentía una conexión más profunda que antes. Era como si la tormenta respondiera a su presencia, como si lo reconociera.
"Este es el comienzo," pensó William, mientras la tormenta continuaba rugiendo a su alrededor. "Debo seguir entrenando. Debo entender cómo controlar este poder."
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Nuevas reflexiones
Después de la tormenta, William se retiró al bosque para meditar. Sabía que algo en él estaba despertando, algo que no comprendía completamente. Se sentó bajo un árbol y cerró los ojos, permitiendo que su mente viajara hacia la oscuridad.
En su meditación, tuvo una visión. Vio un futuro en el que controlaba no solo las tormentas, sino algo mucho más grande. Vio cómo su poder se expandía más allá de lo que alguna vez imaginó. Pero esa visión fue solo un destello, algo lejano pero alcanzable.
Cuando abrió los ojos, sintió una renovada determinación. "El tiempo se acerca," pensó. "Y cuando lo haga, estaré listo."
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Conclusión del Capítulo 2
En este capítulo, William comienza a intensificar su entrenamiento físico y mental mientras sigue interactuando con los aldeanos, manteniéndose en silencio sobre sus verdaderas ambiciones. Su relación con Ren se profundiza, y el joven aldeano comienza a seguir los consejos de William, aunque sin saber aún todo lo que este guarda en secreto. Mientras tanto, la tensión en la aldea aumenta a medida que los rumores de guerra crecen. La tormenta que se forma sobre la aldea marca un punto de inflexión para William, quien siente que su poder está comenzando a despertar.