—Asegúrate de que tu hija pueda ser la amante de Caña, o de lo contrario, te enviaré a la horca —Aeon necesitaba controlar a Cane. Su sobrino tenía dos manadas bajo su mando, sin mencionar que las minas de piedras mágicas también le pertenecían, así que pensó en usar a Cane en caso de que lo peor ocurriera con la manada Garra Roja. Podría usar a Cane para reprimirlos.
—Sí, sí, mi rey... —Leon respondió con mucha dificultad, mientras escupía un puñado de sangre—. No tienes que preocuparte, Nala manejará bien esta tarea.
Aeon soltó una burla al escuchar eso. Nala era hermosa, pero Cane ni siquiera le echó un vistazo cuando ella intentó lanzarse hacia él.
—Envíala a mi dormitorio, hay algo que quiero discutir con ella.
La cara de Leon se oscureció ligeramente al escuchar lo que el rey ordenó, porque sabía lo que el rey 'discutiría' con su hija en su propia cámara. —Sí, mi rey. Nala te esperará en tu cámara.
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