El puño de Adeline se tensó.
—¿Crees que ella estará feliz de encontrarte aquí conmigo debajo de ti en la cama? —preguntó, con sus labios formando una provocadora sonrisa de lado—. No lo creo. Deberías correr hacia ella, de otro modo, ella podría decirle a su papito que cancele el contrato. No estoy segura de que eso sea bueno para ti.
Dimitri respiraba pesadamente, encontrándolo difícil controlar su frustración.
—Sigue moviendo tu bonita boquita, Adeline. Pero realmente no sabes lo que puedo hacerte.
Adeline cerró sus ojos y comenzó a reír como si él hubiera dicho la declaración más cómica que jamás había escuchado.
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