Álvaro sostuvo la mano de Samara, se puso de pie y se acercó rápidamente al médico.
-Doctor, ¿Cómo está mi hijo?
El medico los miro y dijo en voz baja:
-Adriano está bien ahora, pero esta materia indujo una toxina en su cuerpo. Si no hubiera venido a tiempo, probablemente ya habría muerto. Hoy en día pocas personas saben cómo usar esta materia y normalmente se usa en batalla. Estoy confuso, ¿Quién la utilizo en un niño tan pequeño?
Al oírlo, la mirada de Álvaro se volvió aún más complicada.
- ¿Está bien ahora?
-Se ha controlado la situación temporalmente. Sin embargo, necesita cuidarlo bien en estos días, es mejor limpiar esta materia de la sangre tan pronto como sea posible. Él es demasiado pequeño, si el plomo se queda en su cuerpo causara graves daños.
Las palabras del médico hicieron que la expresión de Álvaro se volviera seria.
-Tengo el mismo tipo de sangre que él. ¿Puedo darle mi sangre?
Samara se puso nerviosa al instante. No obstante, el medico negó con la cabeza y dijo:
-Señor Álvaro, sé que está ansioso por salvar a su hijo, pero su estado actual de salud no es suficiente para cumplir las condiciones que necesitamos. Es imposible sacrificar una persona para salvar otra. La familia Ayala es rica y poderosa y creo que usted todavía tiene una manera de encontrar una fuente de sangre Rh negativo. Pero ahora no nos queda mucho tiempo.
Lo que había dicho el medico angustiaba a Álvaro, especialmente cuando menciono que no quedaba tiempo.
De hecho, podía pedir a alguien que encontrara un donante, pero si quería limpiar la sangre completamente, esta operación era demasiado arriesgada.
Estaba preocupado de que Adriano no pudiera sobrevivir.
Samara sostuvo suavemente la mano de Álvaro y dijo:
-Cree en Adriano y también cree en ti mismo. ¡Puedes hacerlo todo! Todos los niños de la familia Ayala tienen mucha suerte.
Al ver la firmeza en los ojos de Samara, Álvaro de repente sintió que ni siquiera podía compararse con una mujer. El asintió y vio que Adriano era llevado para fuera.
En el pasado, nunca había sentido que Adriano fuera tan pequeño, pero ahora estaba acostado en la cama del hospital, parecía tan débil como un gato que acaba de nacer. Álvaro de repente se sintió amargado.
-Doctor, no importa cuánto gaste, espero que podáis salvarlo.
- ¡No te preocupes, haremos nuestro mejor esfuerzo!
En ese momento, Eduardo y Javier regresaron.
Cuando Eduardo vio a Adriano, deliberadamente aligero sus pasos y susurro:
-Mama, ¿Adriano está bien?
-Está bien, pero no podréis jugar mucho. Necesita descansar.
Eduardo obedientemente asintió.
Adriano fue llevado a una sala privada y tanto la familia Montenegro como la familia Ayala había dejado algunas personas fuera para protegerlo.
Álvaro no dio las gracias por la ayuda de Javier, pero lo miro con una gratitud evidente.
La familia Montenegro preparo una sala especial para Adriano, lo que demostró que Javier quería ayudar a la familia Ayala. No importaba cual fuera la razón, Álvaro no podía olvidar este favor.
-Javier, me has ayudado mucho.
-No lo he hecho por ti.
Javier parecía no querer ver a Álvaro contento. La última frase tenía un significado especial e incluso su mirada estaba dirigida a Samara. aunque Álvaro estaba enfadado, sonrió y dijo:
-Lo mío no se convertirá en tuyo. Después de todo, es inútil pensar en ello. Javier, te aconsejo que no sueñes con cosas imposibles.
-Pero siempre hay esperanza, ¿no? Por lo tanto, no hace falta hablar más de esto.
Álvaro y Javier se miraron fijamente.
Estos hombres igualmente sobresalientes se habían separado antes, pero debido a una mujer, estaban conectados.
Samara acompañaba a Adriano y Eduardo en la sala.
Rebeca no estaba al lado de Adriano ahora. Si ella se iba en este momento, se sentiría culpable hacia Adriano.
Eduardo estaba un poco hambriento, así que Álvaro lo llevo a comer. Samara insistió en quedarse, Álvaro no la forzó a salir con ellos.
Cuando Samara fue la única en quedarse en la sala, miro a Adriano en la cama y se sintió algo angustiada.
Aunque la temperatura corporal del niño había bajado. Sudaba mucho.
Samara encontró una toalla caliente y limpio suavemente el cuerpo de Adriano para que pudiera sentirse cómodo.
Adriano llamo a Rebeca con una voz desgarradora mientras dormía.
Samara no sabía cómo se sentiría Rebeca cuando viera tal escena, pero ella se sentía muy mal.
Samara subió a la cama y solo abrazo a Adriano ligeramente.
Cuando sintió un olor familiar, Adriano se calmó gradualmente.
Al volver, Álvaro y Eduardo vieron que Adriano estaba durmiendo profundamente en los brazos de Samara.
El brazo de Samara estaba entumecido, pero Adriano inconscientemente agarro su manga y no la soltó. No obstante, Samara lo dejo para que se sintiera a gusto. Después de todo, poco a poco no sentiría nada.
Al ver a Adriano en los brazos de Samara, Eduardo se sintió descontento un rato.
Adriano estaba enfermo y era su mejor amigo. Incluso, una vez dijo que tenía que protegerlo bien. Aunque Adriano disfrutaba del amor y el cuidado de Samara, debería compartir la felicidad con su amigo.
Eduardo dejo de pensarlo y se sentó al lado de Samara para entregarle la comida.
-Mama, ¿tienes hambre? ¿quieres que te sirva?
-No es necesario, Eduardo. No tengo hambre, comeré cuando Adriano se despierte. Vuelve con tu padre.
Samara sabía que Álvaro estaba preocupado por el niño, pero en esta situación, era inútil que se quedara allí. Además, Álvaro tenía que buscar el donador.
Álvaro también sabía lo que tenía que hacer en este momento, pero Eduardo estaba reacio a irse.
Al ver la actitud firme del niño, Álvaro susurro:
-Deja que se quede. Gracias por todo lo que has hecho.
-No es nada, Adriano es un niño y quiero acompañarle.
Las palabras de Samara le recordaron a Rebeca.
No sabía que elegiría Rebeca mañana, pero ya no había necesidad de hablar con Samara sobre esto en este momento.
-Le diré a Josué que se quede. Si hay algo que necesites, díselo.
-Muy bien.
-Come algo o yo personalmente vendré.
Álvaro miro la comida y se sintió algo angustiado.
-Me la comeré en un rato.
Samara sonrió ligeramente pero no soltó a Adriano.
Álvaro miro a Adriano una vez más antes de darse la vuelta e irse.
Al mismo tiempo, Eduardo no se enfadó por la escena y no hizo ninguna pregunta. Él se sentó a un lado y saco su teléfono para jugar tranquilamente.
Samara creía que estaba jugando, pero cuando lo miro, descubrió que estaba escribiendo códigos que no podía entender.
Samara se sintió atónita.
En comparación con Eduardo ella era realmente tonta.
A medida que pasaba el tiempo cayo la tarde.
Después de jugar unas horas, vio que Adriano todavía no había soltado a Samara y susurro:
-Mama, come algo.
Samara se sintió muy conmovida de que su hijo se preocupara por ella.
-Vale, pero mis manos no están libres, ¿puedes servirme?
- ¡Claro!
Eduardo subió a la cama y trajo la comida. Recordó cómo le servía cuando era pequeño y la alimento cuidadosamente.
Samara se conmovió mucho.
Afortunadamente ella había dado a luz a sus hijos en ese entonces, de lo contrario, se arrepentiría tanto.
Eduardo saco un pañuelo del costado y limpio la sopa de la boca de Samara poco a poco.
-Mama, cuando seas vieja, te serviré de la misma manera.
-Eres el mejor hijo del mundo.
Esta escena estaba profundamente grabada en la memoria de Samara.
Después de que Eduardo termino de servir a Samara, estaba tan cansado que no podía abrir los ojos.
Samara sabía que tenía sueño y dijo:
-Ven aquí. Dormiremos los tres en esta cama hoy.
-Vale… ¿pero no estas cansada?
Eduardo estaba un poco preocupado.
En realidad, Samara no podía sentir sus brazos, pero sonrió y dijo:
-Soy muy fuerte, nunca estoy cansada.
-Estas mintiendo. La maestra dijo que todos se cansan. Mama, si estas incomoda puedes saltar a Adriano y tomarte un descanso.
-No pasa nada, puedo aguantarlo. Vete a dormir, no has dormido conmigo hace tiempo. ¿Quieres que te cuente un cuento antes de dormir?
-No es necesario. Ya soy grande y estas cansada.
Eduardo se quitó los zapatos y se fue a la cama, tranquilamente acostado en el lado derecho de Samara.
Samara estaba muy contenta con Eduardo. Tiro de la colcha y lo cubrió con una mano, acariciando suavemente el cuerpo de Eduardo y cantando su canción favorita en voz baja.
Eduardo cerro los ojos gradual y finalmente se quedó dormido. Samara sonrió cariñosamente. Se dio la vuelta y descubrió que Adriano se había despertado en un momento y la estaba mirando. Sus ojos estaban claros y su mirada hacia que la gente sintiera un poco de lastima.
- ¿Estas despierto? ¿Cómo te sientes? ¿quieres que llame al médico? -la voz de Samara era muy suave.
Adriano rápidamente negó con la cabeza y pregunto en voz baja:
-Samara, ¿Qué canción le cantaste a Eduardo? Suena muy bien.
-Esta es una canción de cuna, ¿tu madre no te canta?
Adriano negó con la cabeza y dijo con tristeza:
-Mama siempre está muy ocupada. Desde que era pequeño, las sirvientas me han acompañado la mayor parte del tiempo. Mama solo me acompaña cuando esta papa. Samara, creo que Eduardo es tan feliz. Si fueras mi madre, me sentiría tan feliz como él.
Esta frase hizo que Samara se sintiera muy triste.
-Guapo, eres tan obediente, dios definitivamente te dará mucha suerte.
-Solo quiero que este aquí, ¿vale? -Adriano se acostó en el brazo de Samara y sintió que su aura era diferente a la de Rebeca. En su ropa, había un olor fresco en lugar al de perfume y eso le gustaba mucho. -Samara, ¿puedes quedarte conmigo para siempre?
Tal vez estaba enfermo, Adriano era especialmente débil. Ahora parecía tratar a Samara como la única persona que lo podía sacar de su tristeza. Su dependencia y expectativa hicieron que Samara no pudiera rechazarlo.
-Claro, te acompañare. Ahora duerme con Eduardo. Voy a ducharme, ¿vale?
Samara sintió que la mitad de su cuerpo estaba entumecido.
Adriano asintió, luego salió del abrazo de Samara y se acostó en silencio al lado de Eduardo.
En ese momento sonó el teléfono de Samara.