Fue una noche que muchos recordarían, muchos oficiales y generales de alto rango, que siempre fueron arrogantes y distantes, fueron arrastrados con fuerza de sus residencias y palacios por el Ejército Rui Lin, gimiendo y quejándose.
Los guardias y los mercenarios contratados no eran rival para los soldados del Ejército Rui Lin, quienes mataron a cualquiera que intentara impedirles que cumplieran sus órdenes.
El olor de la muerte y la sangre se esparció sobre la Ciudad Imperial. A los oficiales y generales que se resistieron se les rompieron los brazos y los arrastraron ante las Puertas del Palacio, con su sangre arrastrándose a su paso.
¿Poder dominante? ¿Dominando la autoridad?
Estos no importaban al Ejército Rui Lin.
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