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Venganza

Han pasado tres meses desde que empecé de nuevo. Estoy en la etapa tres. Voy avanzando poco a poco. La energía que saco del sexo con otras esclavas cada vez representa menos. Por suerte, Shi y Song han subido a dos.

Hemos decidido seguir a este ritmo. Cada día dos veces. Expandiendo su contenedor y luego absorbiendo. La idea es que cuando yo suba de nivel, ellas también estén cerca. Si avanzan demasiado, les absorberé más qi hasta que yo suba. Si no llegan, nos dedicaremos más a ellas. El sexo lo tenemos solo para cumplir los objetivos. Bueno, quizás no solo. Creo que lo tendríamos igualmente. Mejor no pienso en ello.

Hemos decidido subir también a Liang a la etapa uno, aunque ella no lo sabe. La he convencido para que vaya cultivando. Cuando le pregunté que haría si subiera, casi se asustó, pensando que la echaría. Estuvo a punto de negarse a cultivar más, hasta que le aseguré lo contrario. No sabe muy bien cuánto le falta. No lo controla demasiado. Yo sí. Debería subir en unas semanas. Con mi ayuda.

Song está cada vez más animada. E impaciente. Ha comprobado que la circulación del qi la va curando. Pero muy poco a poco. Puede notar como es posible hacer crecer de nuevo sus dientes. Como podría corregir su nariz si tuviera un poco más. Como sus cicatrices van, muy poco a poco, desapareciendo. Y que su pierna podría llegar a curarse. Pero que tardaría una eternidad en su nivel actual

El problema es que lo quiere para ya. Le toca tener paciencia. No puede acelerar el proceso. Pero se queja cada vez que tiene la oportunidad. Shi la da por imposible. Se ríe de ella y la otra se enfurruña. Pero le dura más bien poco.

La copia de manuales va bien. Puedo más o menos comprender varias técnicas, pero solo por encima. Me faltaría poder estudiarlas más en profundidad. Y practicarlas. Pero al menos me da conocimiento de qué tipo de técnicas hay. Y una idea general de su funcionamiento. Los estudiantes dicen que es muy útil para contrarrestar técnicas de contrarios. Y, se dice, que para mejorar propias o crearlas. Todo eso lo veo muy lejos.

Mi detección de qi ya está en cuatrocientos metros. Y la "Armadura Interior" creo dominarla bastante. Pero es difícil de probar. Quizás tenga que pedirles a las chicas que me golpeen. Por ahora es más prioritario almacenar qi y dárselo a ellas.

Toda va más o menos bien, si no fuera por un problema grave que ha surgido. Ai está en la enfermería. No es grave. Le ha pegado el culpable de que Shi y Song casi mueran. Al parecer, Ai se ha dejado llevar. Le ha dicho que el sexo con un esclavo era mucho mejor que con él. Él le ha pegado hasta que ha dicho mi nombre. Está destrozada, cree que me ha puesto en peligro. Y puede que sea así. Shi, Song y Liang también lo creen. Y algunas esclavas.

No podemos hacer nada excepto verlas venir. Por ahora, me van informando de los movimientos del estudiante. Lleva un par de días sin salir. Es un estudiante relativamente nuevo, casi año y medio. Y solo está en la etapa dos. Como su "princesita".

Se han confiado. Han perdido mucho el tiempo disfrutando de las ventajas de ser estudiantes de la secta. Algunos de los nuevos son así. Son los que nos dan más problemas. A los esclavos. Y ahora están nerviosos y lo pagan otra vez los esclavos. Con suerte se dedicará a cultivar y se olvidará de nosotros. De mí.

Además, tienen más presión por haber entrado con cierta edad. Muchos estudiantes entran a penas con siete y ocho años. Ellos están cerca de los veinte, el límite de entrada. Si no avanzan rápido, podían echarlos por no tener potencial.

—————

He seguido Pen. Es una esclava rubia, de pecho algo mayor que el de Song. Me resulta fácil seguirla con la detección de qi. Y más fácil que buscarla luego. Lo hemos hecho de pie, ella de espaldas. He acelerado su orgasmo más de lo normal. Había que acabar rápido. He detectado alguien cerca. Nos está vigilando.

La ayudo a cortar madera. La presencia de qi sigue escondida en el mismo sitio. Pongo un trozo de espejo sobre el hacha, disimuladamente. Tengo mucha "basura" guardada. Hago ver que reviso el hacha mientras intento mirar hacia la dirección del qi. Al final consigo ver una cabeza. Es Jiang Shang. El bastardo que pegó a Ai.

Ayudo a Pen a recoger la madera. Cuando se va, la sigo con la mirada. Jiang Shang no se mueve. Cuando me alejo, me sigue. Está en la etapa dos. Por si acaso, deshago mi sello. No debería ser capaz de notar la diferencia. El qi de nuestro reino es interno. Es demasiado sutil para alguien que no esté en el reino del Alma.

Voy cortando madera. No estoy seguro si solo me espía o busca una oportunidad. De todas formas, me está fastidiando. Quería llamar a Shi y Song. Decido comprobar sus intenciones ahora que sé dónde está. Clavo el hacha en un tronco. La pruebo. Con la fuerza de la etapa tres cuesta sacarla. A no ser que la balancees hasta que ceda. Pero eso lleva algo de tiempo.

Me alejo del hacha y voy cargando troncos para llevarlos. De espaldas a él.

Se acerca al hacha e intenta cogerla. No puede. Me vuelvo.

–¿Necesita algo?– le pregunto con fingido respeto.

Los esclavos hemos de ser respetuosos con los estudiantes. Pero, cuando estamos trabajando, el trabajo tiene prioridad a las órdenes que nos puedan dar.

–Ehmm… sí, ven un momento– improvisa, visiblemente rojo.

Cuando me acerco, me da un puñetazo en el estómago. Yo me doblo y caigo al suelo. Duele.

–Sabes. Con esta fuerza, igual te he partido alguna costilla. O quizás tienes el hígado descompuesto– presume.

Me protejo la cara y me pega una patada en el estómago.

–Sabes, me fastidia tu existencia. Un esclavo tan arrogante como para tener sexo en medio del trabajo. Necesitas una lección. Mejor aún. Necesitas morir.

Me pega otra patada.

–Así que te molesta que lo haga mejor que tú– me burlo de él desde el suelo. Hay dolor en mi voz.

Se enoja. Empieza a pegarme patadas sin parar.

–¡Maldito esclavo de mierda! ¡No eres nada! ¡Solo un sucio esclavo! ¡Vas a morir! ¡Pero primero sufrirás!

Cuando tengo bastante, cojo el pie que me iba a dar otra patada. Él cae al suelo. Evidentemente he estado fingiendo. El primer golpe ha dolido, pero solo eso. Siendo mi etapa superior y con "Armadura Interior", apenas ha causado daño. Pero me ha ayudado a descubrir defectos en la técnica. Le he dejado seguir mientras la perfeccionaba. Tendré heridas superficiales, pero solo eso.

Lo golpeo en el suelo. A estas alturas solo hay una solución. He de matarlo. Intenta suplicar. Lo ignoro, como él seguramente ignoró a Ai. Como me hubiera ignorado a mí. Tiene la cara y cuerpo destrozados. Ya no respira. Es la primera vez que mato a alguien. No siento nada especial. Guardo su cadáver en el almacén. Lo registraré luego. Puede que tenga algo útil. Hay otra presencia acercándose. Me vuelvo. Sigo colocando la madera.

–Eh, tú, esclavo– me llama una voz arrogante. Al menos no parece que intente matarme

–¿Sí? ¿Necesita algo?

Me tengo que tragar mis sentimientos al encontrarme con la "princesita". Su pelo es largo y azul. No sé si natural o teñido. Una larga trenza cae en su espalda. Su piel es más bien blanca. Sus ojos marrones me miran con desprecio. Sus pechos son modestos. Su figura no especialmente llamativa. Su cara vulgar. Ni fea ni atractiva.

Me cuesta verla como estudiante. O como mujer. Delante de mí está la que casi mata a Shi. La que le dio una paliza de muerte a Song. La odio. Pero no puedo dejarme llevar. Ya me he metido en suficientes problemas hoy. Con que no me relacionen con la desaparición de Jiang Shang, tengo bastante.

–¿Has visto a Jiang Shang?– me pregunta.

No sé si podré librarme de esta. Me late el corazón con fuerza.

–¿Jiang Shang? ¿Cómo es?– simulo no conocerle. Es perfectamente normal que los esclavos no conozcamos los nombres de todos los estudiantes.

–Es un estudiante. De pelo negro. Atractivo… ¿¡Qué es esto!?

Maldigo mi poco cuidado y mala suerte. Hay un colgante roto en el suelo que brilla al darle el sol. Y sangre cerca. Ella me mira totalmente fuera de sí. Me coge de la ropa, cerca del cuello. Me da una bofetada.

–¿¡Qué ha pasado aquí!? ¡Esto es de Jiang! ¿¡Dónde está!?

No hay vuelta atrás. Es imposible escapar si ella vuelve. Le doy un puñetazo en el estómago, sin miramientos.

–¡Ugh! ¿Qué… te crees que haces?– se duele desde el suelo.

Me pongo sobre ella, inmovilizándola. Solo está en rango dos, mi fuerza es muy superior. Y a estas alturas aún no han aprendido técnicas. Aun así se revuelve. Le vuelvo a pegar en el estómago. Se retuerce de dolor. Consigo inmovilizarla. Lo suficiente para aplicarle qi, durante 10 segundos, en su punto de presión. Se desmaya.

Invoco a Shi y Song. Están desnudas y se van a abalanzar sobre mí. Se detienen a ver el cuerpo en el suelo. Me miran confusas, esperando una explicación.

–Es Bang Rui.

Les explico lo que ha sucedido. Ambas miran con odio el cuerpo inconsciente. Al final es Shi la que llega a una conclusión.

–Tenemos una hora. Si se somete, puedes usarla. Si no, lo mejor es que muera.

Song accede a regañadientes. Quiere matarla con sus propias manos.

Cuando Rui despierta, es recibida por una fuerte bofetada.

–Hola zorra, ¿me recuerdas?– la saluda Song con tono amenazante.

–¿Estás viva? ¿¡Cómo…!? ¿¡Estoy desnuda!? ¿Tú?– lo último lo dice mirando a Shi. Está asustada. Debe creer que ve fantasmas. O que ha muerto.

–Tienes dos opciones. Te sometes a Kong y te conviertes en su esclava. O mueres– le dice Shi sin piedad, mientras Song le pega una patada.

–¡Sois solo esclavos! ¿Qué os creéis que estáis haciendo? ¡Haré que os arranquen la piel!.

Shi y Song la agarran de los brazos. Song clavando las uñas premeditadamente. Nunca había visto esa mirada en ella. Asusta.

–Hazlo. A ver si el placer la hace cambiar de idea. Si no, me encargaré de ella– me dice Song, con rencor hacia quien casi la mató. Le mete su propia ropa interior en la boca.

Le separo las piernas forzadamente. Intenta resistirse, pero no puede aplicar suficiente fuerza. Mi mano ataca su vagina con brusquedad, aplicando qi, sin delicadeza. Un orgasmo la golpea.

–Oh. ¿Tu primer orgasmo? Y mira, te estás mojando. Parece que te gusta. Ponte cómoda, esto acaba de empezar– se burla Song, con veneno en sus palabras. Me prometo no hacerla enfadar nunca.

La cojo de ambas piernas y acerco mi miembro a ella. Sus ojos están muy abiertos, asustada. Intenta liberarse, pero por mucho que mueva sus brazos, no la sueltan. Y La tengo bien sujeta por las piernas.

La penetro de golpe. Noto la resistencia al romperse su himen. Su cuerpo se arquea por el dolor y el placer. Cuando retrocedo, hay sangre sobre mi miembro.

–Así que eras virgen. ¿Qué tal tu primera polla? Sabes, tienes suerte. A nosotras nos lo hicieron de niñas. Y solo con dolor. Ya me aseguraré que lo sientas después– la amenaza Song.

Shi no dice nada. También la odia. Pero no sufrió la brutal paliza de Song en primera persona. La "princesita" aún intenta resistirse, pero cada vez con menos fuerzas. Caen lágrimas de sus ojos. Pero no nos da lástima. Todos recordamos el rostro desfigurado de Song. Aún tiene visibles secuelas. Ni siquiera puede caminar con normalidad, apenas apoya el pie.

Sigo penetrándola con fuertes embestidas, haciéndole sentir dolor y placer. Al final se ha abandonado. En cada orgasmo su cuerpo se tensa, apretando aún más mi miembro. Ya no tiene fuerza para luchar. Song le agarra del cabello, obligándola a mirarme a los ojos mientras es violada. Sin embargo, su mirada aún es desafiante.

La dejo un par de minutos al borde del orgasmo. Ya he absorbido todo el qi que necesito, sin preocuparme cuanto le pueda quedar. Sigo penetrándola sin parar, hasta que le dejo alcanzar el clímax en una última embestida. Me corro en su interior. Su cuerpo se arquea y se tensa. Luego se queda inmóvil, a excepción de su pecho subiendo y bajando, recobrando poco a poco la respiración. 

–Y bien, zorra. ¿Cómo ha estado tu primera vez? Quizás tengas un lindo niño– se vuelve a burlar Song, palmeando su mejilla antes de propinarle una fuerte bofetada. Es imposible que quede embarazada, pero creo que ella no lo sabe. Parece aún más asustada.

Evidentemente no responde. Su boca está tapada. Shi la destapa.

–Bien. ¿Aceptas someterte? Si no, lo siguiente dolerá de verdad.

Le escupe en la cara. Shi le vuelve a tapar la boca y se limpia, sin inmutarse. Yo tengo que detener a Song. Si no, la matará antes de tiempo. Arrodillamos a Bang Rui, hasta que hay una visible mancha de semen mezclado con sangre en el suelo. Le hacemos un corte y dejamos caer sangre. También hay un trozo de su ropa. Y de la de Jiang Shang.

Shi se pone los zapatos del fallecido. Le van grandes. Empieza a caminar y va hacia el riachuelo. Se asegura de pisar la sangre y dejar huellas. Luego deja algunas pisadas en la blanda tierra de la otra orilla. Finalmente vuelve, descalza y por otro camino, más duro. No deja más huellas. Esperamos que podamos engañarlos.

Mientras, Song y yo estamos con nuestra prisionera. Estoy practicando los puntos de presión para causar dolor. Está desnuda y exhausta. Se estremece de dolor cada vez que lo consigo. Una vez incluso se ha desmayado y Song le ha tirado agua por la cabeza. Tiene mal aspecto.

–¿Y ahora? ¿Te sometes?– vuelve a preguntar Song

Bang Rui niega con la cabeza. No sabe muy bien cuál es la razón. Supongo que cree que es para humillarla. Hay que reconocer que es cabezota. Y eso que se pueden adivinar sus gritos a través de la ropa interior que muerde.

–No queda mucho tiempo. Vamos con dolor más intenso– interviene Shi, que acaba de llegar –. Asiente con la cabeza cuando te sometes a él. Dolor hasta que mueras si no lo haces.

–Espero que no te rindas– añade sádicamente Song.

Uso puntos de presión en su boca, causándole un intenso dolor de muelas. Voy aumentando el qi hasta que me parece que se va a desmayar. Hay que reconocerle que no se rinde. Su orgullo es alto. Sus ojos no paran de llorar. Sus uñas se han clavado en su propia carne.

Uso el último punto que quedaba por probar. El más doloroso. Constante e intenso. En el oído. Al principio aguanta. Cuando aumento el qi empieza a convulsionar. Aguanta un poco más, pero al final asiente con la cabeza, desesperada. Noto el vínculo. Paro.

–Ya está– anuncio.

Song no dice nada. Ni siquiera parece decepcionada. Creo que empezaba a sentir lástima por ella. Las mando de vuelta y me apresuro a llevar la madera. Tengo que hacer unos "viajes" más. Entre ellos, tengo sexo rápido con las dos para seguir forzando sus contenedores. Song está bastante callada. No deja de besarme en ningún momento. Shi es dulce. Por la noche, Song me pide que sea suave. Incluso Shi no la provoca. Su venganza ha sido menos dulce de lo que esperaba.

De vez en cuando hecho una ojeada a la prisionera. Sigue en el suelo sin moverse. Ya ni siquiera llora. No sé muy bien que haré con ella. Me preocupa un poco el vínculo, es más débil que el resto. Lo que está claro es que no puedo liberarla. Aún la odio por lo que les hizo. No sé si podré perdonarla alguna vez. Tampoco importa. Ahora es mi esclava, como yo lo soy de la secta. Además, la sensación de dominio ha sido excitante, sensación con la que sé que tengo que ir con cuidado. Aunque no sé muy bien por qué.

Me duermo preguntándome cómo saldrá todo esto. Por dos estudiantes desaparecidos habrá una investigación. Espero que no muy seria. Los estudiantes son importantes para la secta, mucho más que los esclavos, pero con sus límites. Al fin y al cabo, solo eran dos estudiantes de bajo rango y sin excesivo potencial.

Continuamente se pierden estudiantes. Es la selección natural de los más dotados. Incluso se fomenta la competencia entre ellos, por mucho que pueda llevar a muertes. Así que espero no tener problemas.