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De compras a escondidas

Voy a buscar a Pen y Huan. No puedo dejar de sonreír por el camino. Mirando a Song practicar con la lanza. Y no solo por sus pechos rebotando. Ayer, las gemelas encontraron una memoria con prácticas de lanza. Estaba encantada. Quiere recuperar el tiempo perdido. Aunque no se puede decir que lo haya desaprovechado. Ha estado practicando con otras técnicas. Como la de movimiento.

Cuando llego, me encuentro con las dos esperándome con vestidos muy provocativos. Ceñidos. Semitransparentes. Los compraron el otro día.

–¿No pretenderéis ir a sí?– les pregunto, sin quitarles ojo de encima.

–Ja, ja. No. Enseguida nos cambiamos. Solo queríamos ver qué cara ponías– ríe Pen.

Se cambian delante de mí. Quitándose el vestido sensualmente. Mostrando sus curvas. Su lencería. Provocándome. Tienen suerte de que hayamos quedado. Si no, nada las salvaba.

Luego, vamos a ver a nuestras pervertidas. Están esperándonos. Con vestidos bastante sexis. Se los compraron el otro día. Y estoy seguro de que van a llevarlos. Al menos, no son transparentes. Como Pen y Huan, llevan las joyas que les regalé. Y lucen hermosas sonrisas.

–¡Increíble! ¡Están preparadas!– se hace Huan'er la sorprendida.

–Y yo que pensaba que tendría que despertarlas– le sigue el juego Pen.

–¡Quién lo hubiera dicho!– me uno a ellas.

–¿Quiénes os creéis que somos?– se queja Bei Liu, un tanto indignada.

–––¡Ja, ja, ja!––– nos reímos los tres.

–No les haga caso– se cruza de brazos Bi Lang, apretando inconscientemente sus pechos.

–Cómo si fuera la primera vez– las critica Fen Huan.

Tiene mucha confianza con ellas. Le sacan la lengua. Y de paso al resto. Una de las dos me ha pellizcado tras besarme. Luego, vamos todos a buscar a Yan Xiulan.

Está frente a su cabaña. Esperándonos. No lleva el uniforme de la secta. Sino un vestido amarillo que le deja un poco los hombros al descubierto. Está preciosa. Dulce. Inocente. También lleva la horquilla que le compré. De hecho, siempre que la veo, la lleva.

–Hola Xiulan'er ¿Te hemos hecho esperar?– la saludo.

–N… No– niega, sonrojándose como siempre.

–¡Vamos!– la coge Lang'er de la mano.

–¡A comprar!– la coge Liu'er de la otra.

–Pobre, la han atrapado– la compadece Pen.

Nos reímos. Mis pervertidas amenazan a Pen con atraparla también. Ella se esconde detrás de mí. En serio… No sé como llegamos al punto de encuentro. Es un poco pronto. Parece que Ye Bi aún no ha llegado. Lo que me preocupa es quién aparece un rato después.

Me ve y se acerca. Por mucho que todos lo estemos ignorando. Mirándonos entre nosotros. A ver si pasa de largo.

–¿Dónde está Ye Bi?– me exige arrogante.

No lo podemos evitar. Me giro y lo miro. Puede que su cultivación sea mayor, pero eso aquí no importa. Es el supuesto prometido de Ye Bi. Al que el padre de ella le ha ofrecido darle su mano cuando consiga hacer talismanes a nivel del reino del Cuerpo. Aunque ella no lo reconoce como tal.

–¿De qué me hablas?– le respondo, intentando parecer igual de arrogante, además de desinteresado.

–Ella ha desaparecido, y tú está aquí, cerca de la salida. No puede ser casualidad. ¡Dime dónde está!– exige.

La verdad es que su argumento deja mucho que desear. No es la primera vez que estoy cerca de la salida. Por eso, duele que tenga razón.

–¿Te parece que estoy solo, o que tenga que darte alguna explicación? Tus asuntos con Ye Bi no son cosa mía. Vete a molestar a otro lado– lo ignoro.

–Tú…

Al final, se va. Ye Bi no está con nosotros. Insistir en ello solo puede dejarlo en ridículo. No tiene ninguna prueba, más allá de alguna corazonada.

–Lo siento, es culpa mía. No esperaba que viniera aquí. Que pesado es… Tendremos que anularlo– oímos una voz cuando él se aleja, deprimida.

Miro hacía el origen. Está a la vuelta de la esquina. No puedo verla. Pero reconozco su voz. Es Ye Bi.

–¿Anularlo? ¡Ni de coña! ¿Cómo lo despistamos?– interviene Bei Liu.

–Nos está mirando. Quizás podamos engañarlo– sugiere Pen.

–¿Cumplirías tu promesa si vas con cualquiera de ellas?– pregunto.

–Claro, pero… ¿Funcionará?– pregunta, indecisa.

–Que vaya Xiulan'er contigo. Aunque os descubriera, podrías decir que ibais a comprar ingredientes. Lo más, querrá acompañaros. ¿Te parece bien?– propone Bi Lang, mirando a Yan Xiulan.

–Por supuesto– asegura ella.

No puedo sino sonreír. Nunca había visto a nuestra tímida joyera tan decidida. Pen y Huan también la miran algo sorprendidas.

Le damos una capa para ocultarse. No sé si se ha fijado en ella. Pero ni él pediría a una estudiante que se descubriera. Dudo mucho que reconozca su voz. Mejor si ni siquiera se acerca.

Dejamos a Ye Bi con Yan Xiulan. Esperamos que den la vuelta al edificio. Y entonces nos escondemos sospechosamente tras la esquina donde antes estaba. Avanzamos hasta llegar a una puerta lateral del edificio y nos quedamos allí. Juntos.

No tarda en aparecer. Caminando a grandes zancadas.

–¿Qué hacéis aquí? ¿Dónde está Ye Bi?– vuelve a preguntar.

–¿Otra vez? ¿Nunca te cansas?– respondo, queriendo parecer irritado.

Las chicas me dejan responder a mí. Su nivel es alto. Mejor no tenerlo como enemigo. Y a mí ya me tiene manía.

–¿Qué estás escondiendo? ¿Qué hay tras la puerta?– insiste.

–Pues… Debería ser la salida de servicio de la sala de recepciones– respondo, encogiéndome de hombros.

–¡Aparta!– ordena.

Me empuja un tanto bruscamente. Antes de intentar abrir la puerta. Está cerrada. Solo puede abrirse por dentro.

–¿¡Por qué está cerrada!? ¡Ábrela!– ordena.

–Deja de decir tonterías. ¿Cómo quieres que la abra? ¿Te parece que cualquiera puede entrar así como así? Deja ya de acusarnos de lo que primero se te pasa por la cabeza y déjanos en paz– niego, intentando aparentar desdén.

Él me mira. Furioso. Aunque creo que duda. Suponía que yo tenía algo que ver. Mira la puerta. No está convencido.

–Vámonos al mercado si no podemos tener intimidad– interviene Bei Liu, poniéndose bien el vestido.

–Tenían que interrumpirnos…– se queja también Bi Lang, haciendo lo mismo.

Él enrojece un poco cuando se da cuenta. Están ligeramente despeinadas. Y abrochándose unos botones. Aparentando que la razón por estar escondidos era un tanto erótica.

–¡Más os vale no tener nada que ver!– se va.

Creo que un poco rojo. Camina deprisa. Las chicas se están conteniendo. Aunque no por mucho tiempo.

–Ja, ja, ja. ¿Le has visto la cara?– ríe Bei Liu.

–Ja, ja. Se lo ha creído. Sois muy buenas– ríe también Pen.

–Hasta se ha puesto rojo. Ja, ja– se burla Bi Lang.

–Por fin nos deja en paz– suspira Huan, intentando parecer seria.

Aunque acaba contagiada por las otras tres. Y yo no soy menos.

Al cabo de un rato, volvemos por donde habíamos venido. Salimos de la secta charlando animadamente. Él nos mira a lo lejos. Nos burlamos de él, aunque sin que nos oiga.

A medio camino, vemos dos siluetas que se acercan corriendo. Parecen preocupadas. Las chicas les cuentan todo con detalles. Ye Bi ríe a gusto. Yan Xiulan se avergüenza un poco. Pero también ríe. Seguimos el camino de buen humor.

Yan Xiulan se ha quitado la capa. Bueno, prácticamente se la han quitado. Ye Bi sigue oculta. No quiere que la vean con nosotros. Alguien podría chivarse. No quiere causarnos problemas.

Aunque no deja de hablar. Es extrovertida. Y se lleva muy bien con las demás. También conmigo, creo.

Nos vamos directamente a comprar ropa. Era el principal objetivo. Tener el consejo de las dos expertas. Aunque tardan un poco en ponerse serias. Lo primero que han hecho ha sido sugerir todo tipo de ropas atrevidas.

Ye Bi acaba por llevarse un conjunto muy sensual para probar. Yan Xiulan se niega, roja. Y no elige ropa interior hasta que yo me alejo. A Ye Bi no le importa. Incluso me la enseña. Aunque no puesta.

–Te gustaría vérmela, ¿verdad?– me provoca, sacándome la lengua.

No lo voy a negar. Pero sé que nuestra relación no es tan íntima. Tampoco me enseña el vestido más sensual. Aunque sí me pregunta que opino de los otros. Yan Xiulan también los muestra. Más tímida. Empujada por las otras. Están preciosas en todos ellos.

Las otras no dudan en mostrarme todo. Aunque Pen apenas se prueba un par. Dice que ya tiene muchos. Aunque obliga a Huan a probarse varios.

Mis pervertidas han ido directamente a los modelos más nuevos. El resto, ya los han comprado o descartado en el pasado. Se nota que se divierten. Incluso más escogiendo para las otras que para sí mismas. Y para mí.

Me hacen probarme y mostrarles el resultado. De hecho, me ayudan a probármelos. No olvidándose de meterme mano. Con ayuda de Pen y Huan.

–Yo también quiero– se queja Ye Bi desde fuera. Bromeando. Creo.

–Si no das, no tomas– se niega Pen, riendo.

–¡Tacaña!– bromea Ye Bi.

Yan Xiulan está fuera también. Sin intención de entrar. Aunque sí me mira cuando salgo con cada modelo. A veces, un poco roja. No sé si la están provocando queriendo.

Por supuesto, como el otro día, visitamos varios estantes. Yan Xiulan y Ye Bi prestan especial atención a los que venden materiales y productos acabados. Y acaban comprando varios. Entre otros, para hacerme una joya que le he pedido.

Quiero algo para poder almacenar qi. Me servirá para copiar páginas. Así tendré que descansar menos. Me irá bien para cuando esté cerca de subir y tenga poco qi.

Tienen la desventaja de que se desaprovecha algo de qi al llenarlos. Pero no pasa nada por desperdiciar un poco.

—————

Ye Bi nos abraza y besa a todos antes de volver. Nos agradece que la hayamos acompañado. Todos le aseguramos que cuando quiera, volvemos a ir. Luego nos dividimos en dos.

Nosotros vamos primero. Para asegurarnos de que su sombra no está. Ella riendo ha dicho que mañana estará insoportable. Más que importarle, parece que está deseando fastidiarlo.

Al principio, se llevaban bien. Trabajaban juntos. Colaboraban. Hasta que él se volvió más y más posesivo. El punto de no retorno fue cuando ella se enteró de que habían acordado su matrimonio a sus espaldas. Está confiada en evitarlo. Todavía tiene tiempo.

Pen va a avisarlas de que pueden venir. Los guardias la miran un tanto extrañados por el ir y venir. Pero tampoco ponen pegas.

Ye Bi no se queda con nosotros. Se apresura a irse. Supongo que para evitarnos posibles problemas.

Las chicas secuestran a Yan Xiulan y se la llevan. No sé qué quieren hacer. Yo me voy a copiar algunas páginas. Normalmente, ya las hubiera hecho, pero hoy he tenido una mañana entretenida. Una cita en grupo, según Bi Lang.

Para recuperar qi, uso a Hai. Se excita mucho cuando lo hacemos en lugares más o menos públicos. Aunque nadie va a bajar.

De vuelta en casa, me ocupo de las otras. Bronceada ha dominado los fundamentos básicos. Y va mejorando su dominio de Puños Celestial. Así puede estudiar la técnica de movimiento. Aunque tiene que dejarla en el Almacén cuando no la use. Así, todos podemos cogerla.

Como ha sido tan aplicada, la follo sobre la mesa. Bocabajo y pies en el suelo. Por alguna razón, le encanta esa posición. En la que la domino. En la que está a mi merced. En la que puedo penetrarla a gusto. Ella con el rostro apoyado en la mesa. De lado. Su lengua media fuera. Sudando. Disfrutando de cada embestida. En su vagina o en su culo.

Rui también ha avanzado bastante. Así que la follo de pie. Levantándola. De cara. Empujándola contra la pared. Sus piernas al principio alrededor de mis caderas. Han acabado estiradas. Ligeramente hacia arriba. Abrumada por el placer.

A Rong la disfruto de pie. Ella al revés. Sus manos en el suelo. Su cabeza apoyándose en ellas. Sus piernas sobre mis hombros. Ligeramente arqueada. Sus enormes pechos golpeando a veces incluso contra el suelo. Sigue sin someterse del todo. Pero sigue siendo mía. Para que le haga lo que quiera.

 Ning no ha sido tan aplicada. Le reconozco que últimamente se esfuerza. Pero no siempre consigue la motivación. Su arma es una bola con pinchos atada a una cadena, enganchada a un mango. Mangual se llama. Pero apenas ha empezado a aprender los fundamentos.

Es cierto que me interesa más que domine las barreras. Pero puede que algún día necesite defenderse. El problema es su motivación

–Solo un orgasmo hasta que empieces a dominar el mangual– le susurro al oído.

–¡Aaaah! ¡Amo! ¡No es justo! ¡Aaaah! ¡No lo sabía!– se queja.

Es cierto que no la había avisado. Aunque ya lo tenía previsto.

–A partir de esta noche. Más te vale esmerarte– le vuelvo a susurrar.

–¡¡Aaaaah!! ¡Sí, Amo! ¡¡¡¡HHHHHHHAAAAAAAaaaaaahhhHHHH!!!!

Cuando la devuelvo, va corriendo a hablar con Rui. Supongo que le pide consejo. Esta la mira. No sé qué le dice. Al final, vuelve a leerse el manual básico. Son baratos. No me cuesta mucho tener uno para cada arma que necesitemos.

Lo cierto es que está toda la tarde practicando. Por la noche, sin duda ha mejorado un poco. Se gana que la empotre contra la pared y la folle por detrás. Entre gemidos de placer.