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Cuentos sobre Cuentos

Los cuentos que normalmente realizó, se basan en relatos de personas que conozco, sus vivencias, experiencia en la vida, y otras obras con gran significado en la vida. Hay increíbles obras en el mundo, grandes historias, nos enseñan algo nuevo cada día. Espero puedan disfrutar de estos relatos cortos.

Platon_160 · Kỳ huyễn
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LUPITA Y EL «PANDISHO»

Una mañana, en el pueblito de Cinar, Loreto. Lupita, una niña de gran carisma y exorbitante energía; característica principal de los niños oriundos de la selva, tuvo la suerte de probar uno de los manjares de su tierra, el «pandisho» o pan del árbol. Alimento tan sano, alto en vitamina y de exquisito sabor, todo Loreto lo consumía, y a Lupita le fascinó probarlo, convirtiéndose en su platillo favorito.

Todas las mañanas, salía a ayudar a su madre en las compras para la casa, en el pueblo de Caballococha, y escuchaba cosas que se contaban los vendedores en sus embarcaciones pesqueras: historias, mitos, leyendas, hasta invenciones suyas, para entretener al cliente y pueda vender su mercancía; pero, toda historia contada de la selva, tiene cierta parte de verdad, que muestra la cultura de un pueblo. Ella mostraba gran interés en la narración de los vendedores, más aún, cuando mencionaban animales como el bufeo colorado, la yacumama, sirenas, entre otros seres fantásticos por mencionar; sin embargo, no le gustaba cuando los culpaban de desapariciones de niños y mujeres, ella creía en su inocencia y, consideraba que eran guardianes de bosques, lagos y montes, que no hacían ningún mal. Al terminar las compras, siempre pasaba por un monte que daba a su casa y, donde podían coger el exquisito pandisho, que tanto le gustaba.

Fue una noche, cuando su madre le llevo al monte a coger pandisho, ocurrió lo que para ella sería un gran descubrimiento. Mientras entraban más al monte, más espesa se volvía la hierba, y dificultaba un poco la visión; pero al final, llegaron al afanado árbol de pandisho. Entonces, cuando decidieron tratar de coger el fruto, no alcanzaba el tamaño del palo que habían traído, y la madre fue a buscar el palo, mientras Lupita se quedaba ahí mirando que no llegue nadie. A los minutos que se va su madre, se escucha un ruido en la hierba que pone en alerta a Lupita. Para cerciorarse que se trata de su madre, pregunta con voz tímida: ¿ma-mami eres tú?, pero no respondía nada; intento hablar nuevamente, y fuish, se escuchó pasar rápido por la hierba, y de pronto, una voz similar al de su madre de pronto exclamó: hija, que haces aquí, anda a la casa; Lupita no entendía lo que le decía: ¿es que no vamos a coger pandisho primero?, pregunto incrédula. Nuevamente se escuchaba un sonido en la hierba, esta vez más cerca. Al llegar, casi al punto de ver su silueta en la sombra, esta vez habló con más rudeza la voz similar al de su madre: te dije que te fueras a la casa, niña malcriada. ¡¡LARGATE!!. Lupita, casi al borde de las lágrimas, no entendía porque le gritaba su madre, nunca lo había hecho.

Cuando se disponía a volver a casa, la voz de su verdadera madre se escuchó en la lejanía del monte; sin entender lo que ocurría, Lupita dijo a gritos: ¡¡mami, eres tú!!; si hija, ven ayúdame rápido, dijo la madre. Ella ya estaba confundida, primero le manda a la casa, y ahora quiere que la ayude. En eso, cuando se dispone a ir donde su madre, se presenta nuevamente la voz similar a su madre, diciéndole: No te dije que te fueras a la casa, piensas desobedecerme; Lupita, que veía extraño lo que le pedía ahora su madre, decidió ir en busca de la voz. Fue entonces, cuando vio al ser que le hablaba; era alto como un hombre adulto, pero no lo era; tenía una piel rosada, desnuda como un animal sin cuero; unas orejas puntiagudas y grande; y un par de cuernos que sobresalía de su frente. No había duda, era el monstruo que los pescadores mencionaron, secuestra niñas y se las come, según escucho.

Lo tenía enfrente suyo, pero no tenía miedo. Ella cuestionaba el pensamiento que tenían de esas criaturas, ya que, al contrario de las personas que los odiaban, a Lupita les gustaba y admiraba. Por eso, en vez de huir, quería conocerlo y ser su amiga; sin embargo, la criatura no le creyó y se fue corriendo entre la hierba. Al rato cuando llega su madre, intenta coger el pandisho, pero Lupita se lo impide, diciéndole «que mejor lo dejé para otro día, que se siente mal y quiere regresar a casa». La madre no duda en llevar rápido a casa, pues, siempre fue sobre protectora, en cuanto a su hija se refiere.

Al día siguiente, acompaña a su madre con mucho entusiasmo. Quería ver nuevamente a la criatura, que con tanto júbilo protegía el pandisho, o eso era el pensamiento de Lupita. Cuando pasaron por los pescadores, le llamo la atención algo que observaban los pobladores de Caballococha; era la criatura, estaba tumbado en el suelo con varios puñales en la espalda, hecho por un cazador famoso del pueblo. Lupita no quería creer lo que sus ojos le mostraban, corrió hacía la criatura y con lágrimas, suplicó que dejaran en paz, que daño les hizo para tratarlo así. Pero, solo la retiraron del lugar; su madre preocupada, pregunta de dónde lo conoce, y le cuenta que él le había prohibido coger el fruto del árbol de pandisho, y que no hace daño a nadie. Su madre confiaba en ella, así que trato de convencer al cazador, y dejará en paz a la pobre criatura, suficiente dolor ya le ocasionó a un hijo más de Dios; el cazador y las personas, solo se mofaron de su intención de salvar a la criatura, nadie la tomó enserio y siguieron observando.

Hasta entonces, todos creían muerto a la criatura, pero, haciendo el último esfuerzo por decir unas palabras, exclamó: «Ustedes, que arrebatan vida de la naturaleza sin medir el precio de sus actos; se les quitará tanto, como lo conseguido hasta hoy por su codicia y arrogancia». La gente enojada por su comentario, exigió que el cazador le diera el golpe de gracia; en eso, Lupita corrió a abrazar a la criatura y rogar que no lo matarán, que es su amigo y por favor no le hagan más daño.

La criatura, solo alcanza hacer una sonrisa de alegría y agradecimiento; a pesar de ser diferentes, la amistad que le demostró Lupita era sincera y real, él estaba equivocado con ella y, antes de morir, le da una advertencia: "No te quedes en Caballococha, este pueblo ya no es seguro. Cuídate", la criatura, como si nunca hubiese existido, desaparece. Lupita, aún con lágrimas, abraza a su madre, quien le lleva a casa a descansar.

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Cuando Lupita y su madre se fueron del pueblo, algo extraordinario ocurrió. El pueblo empezó a temblar; el cielo empezó a oscurecer; las aves huyeron despavoridas a lo que estaba a punto de pasar. Un gran estruendo resonó sobre el pueblo de Caballococha, la tierra se partió en varias partes, formando una raíz por todo el lugar. Cuando todo pareció calmarse, de repente todo el pueblo se derrumbó y desapareció, quedando solo un inmenso lago.

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Pasaron 5 años, y Lupita ya tenía 14 años; fue entonces, cuando fu familia decidió ir nuevamente al pueblo de Caballococha, pero, quedó asombrada cuando se enteró que el pueblo ya no existía, de hecho, no hay registros que alguna vez haya existido un pueblo en ese lugar. Lupita recordó las últimas palabras de criatura, que le decía, «No te quedes en Caballococha, esté pueblo ya no es seguro». Pensó que, de alguna forma, la criatura podría descansar en paz, por todo el daño que le causaron; por otra parte, se sentía triste, porqué ya no comería el delicioso pandisho que crecía, en el antiguo pueblo de Caballococha. Fin.