Skender odiaba decir esto porque no era una persona descortés, pero Roxana era una plaga. Sí, sabía que era su trabajo serlo, pero Dios, era peor que sus guardias. Sir Fulker le había metido muchas tonterías en la cabeza y Gary había añadido más aún. No le dejaba fuera de su vista ni un momento. Ella tomaba su trabajo muy en serio y distraía a los demás que no estaban acostumbrados a tener una guardaespaldas mujer.
Los cortesanos, señores y demás le echaban miradas mientras él hablaba con ellos. Durante su reunión de quejas, ella revisaba a todos minuciosamente, tal y como Sir Fulker le había enseñado. —Mi señora, necesita quitarse su prendedor de cabello. Yo lo guardaré por usted —extendió su palma y la mujer se quitó el prendedor con molestia.
Skender observaba todo, divertido. Para aquellos que intentaban acercarse demasiado, les recordaba que mantuvieran su distancia. —Por favor, retroceda, señor.
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