Mi tarde pasó sin ningún acontecimiento fuera de lo normal, en la biblioteca llegaban alumnos de las escuelas cercanas a buscar libros para hacer sus tareas, también llegaban otras personas a leer o comprar libros, ya casi daban las 5 de la tarde cuando vi entrar a la señora Lilly quien traía en sus manos una bolsa llena de comida y golosinas, sonreí al verla llegar, me levanté y fui a recibirla.
-Buenas tardes señora Lilly.- Dije mientras la llevaba a un lugar para que tomara asiento.
-Hola hija, te dije que vendría, te hice de comer una sopa para que no te enfermes, también te traje té y unos dulces.- Me dio la bolsa mientras se sentaba y veía la biblioteca.- Realmente has conservado la biblioteca por tantos años, además de que ha crecido y hay mas gente, estoy muy orgullosa de ti hija.- Sonreía mientras veía una foto de mi madre en el escritorio.
-No ha sido fácil conservarla durante estos años, pero la gente se ha ido acoplando a la biblioteca y viene para leer y comprar libros.- Dije mientras sacaba las cosas de la bolsa y las colocaba en una mesita que estaba cerca de mi escritorio.
-¿Cómo vas con tu libro hija?.- Dijo mientras se quitaba un abrigo y lo colocaba en el respaldo de su silla.
-Va bien, aun estoy corrigiendo algunas partes y terminando otros capítulos.- Serví la comida en dos platos y le di uno para que comiéramos juntas.
-Cuando termines o quieras una opinión dame una copia y lo leeré, sabes que me encantan tus libros y los de tu mamá, come hija se va a enfriar.- Sonreí y asentí con la cabeza.
Comimos en silencio, ocasionalmente iba un cliente al escritorio y le ofrecíamos un dulce, era extraño que dentro de una biblioteca la encargada estuviera comiendo, sin embargo tal vez eso los hacia sentirse más cómodos y regresaban más veces, o tal vez eran los dulces de la señora Lilly la que los hacia volver.
Cuando terminamos de comer recogimos los platos, platicamos sobre mi libro y le recomendé otros para que los leyera, la señora Lilly se quedó conmigo el resto de la tarde y me ayudó a cerrar la biblioteca, ambas vivíamos cerca así que nos fuimos juntas. Cuando llegamos al frente de su casa vimos un carro estacionado en donde estaba un joven alto y delgado con cabello rubio y atractivo vestido de manera casual, estaba recargado sosteniendo un teléfono, quien al verla se acercó con cara de preocupación.
-¡Abuela!, ¿Donde estabas?, estaba tan preocupado por ti, toque el timbre pero no me abrías, te llamé y no me contestabas, estaba a punto de llamar a la policía.- Mientras guardaba su teléfono en el bolsillo de su pantalón.
-Jajaja, hijo lamento decirte pero esta anciana aun no se irá, así que aún estaré un tiempo molestándote y aunque no lo parezca estoy algo joven.- Dijo mientras reía y tomaba el brazo del joven para tranquilizarlo.
-Ay abuela, usted solamente me da sustos, ¿que haría yo sin usted?.-Dijo mientras abrazaba a su abuela, después me miró y se dio cuenta de mi presencia.
-Mira hijo, déjame presentarte a mi niña.- Dijo la señora Lilly al ver que su nieto me miraba.- Ella es la hija de Mía, de la que siempre te hablo, estaba con ella en la biblioteca, se llama Sasha.
-Hola, buenas noches, perdón por preocuparte, tu abuela estaba conmigo.- Dije mientras extendía mi mano para saludarlo.
-Hola, no te preocupes, es típico de mi abuela desaparecer y darme sustos.- Dijo mientras tomaba mi mano, no dejaba de mirarme así que me sentí un poco avergonzada.
-Deja de mirarla así, ya sé que ella es bonita y muy agradable, pero si no le sueltas la mano ella pensará que eres raro y no querrá ser tu amigo.- Dijo la señora Lilly mientras sonreía y veía a su nieto sonrojarse y soltar mi mano. Sonreí al verlos juntos, al parecer solían hacerse bromas, eran muy parecidos.
-Bueno ya que estas aquí porque no la acompañas a su casa, digo ella me trajo a casa y cuida de mi, además es una mujer y ya es muy noche como para que esté sola en las calles, ademas ustedes ya se conocían y tienen mucho que hablar.- Dijo mientras nos empujaba y hacia señas de que nos fuéramos. Los dos solo suspiramos y asentimos, una vez que ella decía algo se volvía terca. La vimos sonreír a lo lejos y entrar a su casa, ella realmente era asombrosa siempre lograba que los demás hicieran lo que ella decía.