Subí a mi auto y me dirigí a la casa de mis padres, cuando llegué a la puerta de la entrada salió a recibirme el guardia de seguridad y me abrió el portón que daba a la entrada principal, me estacioné justo al frente de la entrada de la casa y me bajé.
-Buenos días, joven Louis. - Dijeron a coro las personas que le servían a mis padres.
-Buenos días. - Dije sin más y fui directamente a la sala en donde me atendió el viejo mayordomo que nos cuidaba a mis hermanos y a mi desde que éramos más pequeños.
- ¿Buscaba a su madre joven Louis? -
-No, Patrick ¿Sabes dónde está mi padre? - Dije mirándole, él estaba completamente sorprendido y no era para menos, sabía que jamás buscaba a mi padre y que solo le veía en la empresa para tratar asuntos relacionados con los negocios familiares.
-Ehh, él señor esta en su despacho. ¿Quiere que le avise? - Avanzo un poco hacia el pasillo para ir a buscarle.
-Iré directamente a él. Gracias. - Dije dejándole atrás para ir a el lugar en donde estaba mi padre, al llegar a la puerta respiré varias veces y toqué dos veces.
-Adelante. - La voz grave de mi padre sonó varias veces en mi cabeza, tome la perilla y entre para cerrar la puerta tras de mí con seguro porque era probable que los sirvientes le avisaran a mi madre y ella vendría hacia donde estoy para evitar que le hablara a el hombre que estaba frente a mí.
-Buenos días, padre. - Caminé hacia él y me senté en el asiento que estaba frente a el escritorio.
-Mmm.- Dijo mi padre sin levantar la vista de su periódico e ignorar completamente el hecho de que yo estaba ahí.
-Me enteré de lo que pasó con Isabella, y también sé que intentaste hacer lo mismo con Joseph. ¿Por qué insistes en usarnos como mercancía? - Dije recargándome en el respaldo de el sillón para cruzar la pierna y verle con frialdad.
- ¡TCH! ¿Así que fueron a quejarse contigo? - Dijo con una sonrisa del lado mientras me miraba a través de sus anteojos para después volver a leer.
-Al parecer usted no tiene la intención de cambiar ni un poco… Incluso cuando ya cometió el mismo error hace unos años y termino perdiendo a uno de sus hijos. - Dije mirándole con rencor, él se quedo congelado al escucharme y note que comenzaba a cerrar sus puños arrugando el papel. Sonreí con ironía al darme cuenta de que le molestaba que le recordaran lo sucedido.
-Estoy aquí para decirle personalmente que no hace falta que se preocupe por el futuro de sus hijos, yo me encargaré de cuidarles ya que usted no tiene el interés de comportarse como un padre. - Me levanté del asiento y sacudí mi ropa.
-Dile a Isabella que regrese a la casa. - Dijo apretando los dientes, se había enojado, no pude evitar reír suavemente y recargarme en el escritorio con las dos manos para acercarme a él.
-No dejaré que usted vuelva a hacer lo que hizo hace casi veinte años, simplemente siga con su vida como lo ha estado haciendo hasta ahora. - Me sentía tan enojado con él porque no mostraba ningún interés alguno por mis hermanos.
- ¡Yo sabré que es lo que hago o no con ustedes! - Dijo levantándose y golpeando con sus palmas el escritorio.
-Usted podrá vernos hasta que se de cuenta de sus errores y los arregle. - Me di la vuelta y caminé hacia la puerta.
- ¡Louis! - Grito mi padre tras de mí, pero le ignoré, quite el seguro de la puerta, me giré para despedirme de él, pero simplemente escuche el ruido de algo estrellándose a mi lado, miré el suelo y vi una taza de porcelana rota en el suelo con rastros de sangre en ella, sentí que mi mejilla ardía y pude ver como algunas gotas rojas caían. – Espera… yo no. -
-No vine a pedirle permiso para que me deje cuidar a mis hermanos, es una advertencia, si intenta hacerles algo recuerde que el accionista mayoritario y dueño de la empresa soy yo. - Le interrumpí y le di un último vistazo a mi padre que estaba mirándome con culpa, salí del despacho y cerré la puerta tras de mí.
Levante la mirada y me di cuenta de que los sirvientes estaban pálidos al verme salir en ese estado, miré hacia el frente y caminé hacia la salida.
- ¡Louis! ¡¿Que pasó?! ... ¡LOUIS! - Escuche a mi madre gritar tras de mí, lo cual me hizo caminar con mayor rapidez hacia mi coche, una vez que subí a el lo encendí y me marche sin ver hacia atrás.