—Bueno, suficiente charla por hoy —dijo Norah —. Creo que ya llegó Brent. Va a morir cuando la persona que encuentre en la cocina no sea yo.
—Seguro. —Reí al recordar que Brent admiraba a la máquina.
—Hola, chicas —habló Brent, entrando a la habitación —. ¿Qué hacen ahí? ¿Chismeando?
—¿Ya viste la pieza de arte que está en nuestra cocina? —preguntó Norah sonriendo, ignorando lo que dijo.
—Norah. —Le miré en tono de advertencia.
—Quiero decir, la pieza de arte de Christine. —Ella rió, mientras yo le fulminé con la mirada.
—Si hablaras en mi idioma, cielo, tal vez te entendiera mejor.
—Ve y com... compruébalo tú —le dije a Brent. Él me miró extraña, pero salió de la habitación para después nosotras seguirle y ver su reacción.
Cuando él entró, vio de espaldas a Ryan, pero no logró reconocerlo porque el gesto que mostraba en su rostro emanaba confusión.
—¿Quién es esta cosa extraña que está en nuestra cocina, Norah? —habló con escepticismo.
***
—Esto está muy bueno, niño bonito —dijo Norah, dándole un bocado a la comida —. Tanto como tú.
El último comentario que hizo mi amiga hizo que Ryan se atragantara un poco con su comida y su rostro enseguida se puso como el tomate de su deliciosa ensalada. Por otro lado, Brent le fulminaba con la mirada a su esposa, pero no porque estuviera celoso, él la conocía demasiado bien como para saber que se traía algo entre manos. Sino, ¿cómo es que de la noche a la mañana su esposa se interesaba en su corredor favorito?
Tengo que dejar en claro que envidiaba un poco la relación de ellos dos. Digo, nunca surgía algún tipo de malentendido cuando Norah se expresaba de esa forma hacia alguien. Sin embargo, aunque fuese muy injusto, donde Brent hubiese sido el protagonista de esta situación diciendo ese tipo de comentarios hacia una mujer, ya sería otra cosa. Pobre de él.
—Gra... gracias —contestó un incómodo Ryan.
—Mira, has... hasta habla como yo —comenté riendo.
—Muy graciosa, Christine —dijo el chico atractivo con sarcasmo, pero justo después, intentó ocultar la sonrisa de diversión.
Santo, sentía mi corazón latir rápidamente al ver que yo había sido la causante de esa pequeña sonrisa.
—Brent, ¿tú por qué no hablas? —preguntó Norah con diversión —. ¿Acaso te pone nervioso, amorcito?
—Me gustabas más embarazada, ¿sabes? —contestó Brent de la misma forma. Todos reímos.
—No te pases, Black, ¿eh? —amenazó con el tenedor, pero en broma.
—¿Antes de mudarte al departamento, vivías aquí? —susurró Ryan a mi lado.
—Sí, ¿por... por qué? —pregunté con curiosidad.
—Creo que no te aburrías para nada, ¿cierto?
—No seas tan malo. —Reí.
—No, es en serio. —Me dio una sonrisa sincera.
—Bueno, cuéntame, niño bonito, ¿qué haces además de ser un corredor? —Empieza la señora curiosidad.
Sinceramente, yo jamás le he hecho esa clase de preguntas a Ryan porque sé que después él tendrá permiso de escavar en mi vida, cosa que no estoy dispuesta, entonces para ser justa solo tomaba lo que él quería darme.
—Eh, como todos. Me gusta salir a divertime con mis amigos, estar en familia, ser perezoso de vez en cuando, ya sabes... —Se encogió de hombros.
—¿Tienes novia?
—Norah. —Le lancé una mirada de advertencia.
—No, no tengo —respondió con su aspecto todo relajado.
—¿Estás saliendo con alguien?
—¿Por qué? —preguntó —. ¿Estás interesada en mí? —Él seguía relajado, pero su mirada se le veía algo desafiante.
—Tal vez, tal vez no. —Ella le devolvió la mirada de la misma manera. Yo divisé a Brent para que intentara detener a su esposa, pero él solo se encogió de hombros en forma despreocupada.
Esta era la parte de su relación que no envidiaba. Brent no hacía nada para detenerla y ella tampoco se controlaba así misma. Y yo comenzaba a ponerme nerviosa porque Ryan podría sospechar de que me sentía atraída por él, cosa que todo se echaría a perder debido a que él estaba botando la baba por la dulce Brittany.
Santo, estaba entrando en pánico.
—Sabes, me gusta las chicas que tengan respuestas directas —Tomó una pausa. Sabía que iba a decir otra cosa —. Tal y como las preguntas anteriores.
—Vaya, me gustas. —Sonrió Norah.
—Déjame adivinar, cielo, ¿pasó la prueba? —dijo Brent, virando los ojos.
—Completamente —respondió, dirigiendo su mirada hacia mi dirección.
No sé a qué estaba jugando mi querida amiga, pero esto ya no me estaba gustando nada. Es como si se hubiera puesto en contra mía de algún modo. Y podría apostar mi vida, que esta prueba, solo es información para dársela a Sam y así armar sus planes ellos dos, dejándome a mí por fuera.
—Me alegra de haberlo hecho entonces. —Ahora el que sonreía era Ryan —. Aunque no tenga ni la más mínima idea en qué.
—Estoy segura de que sí.
—Bien. Suficiente juego por hoy —habló por fin Brent —. ¿Por qué en vez de seguirle el jodido juego a mi esposa, no me dices si la proxíma carrera que tengas te vas a dignar a ganar?
—¿Disculpa? —Ahora si que habían logrado que Ryan centrara su atención en algo más... En algo preciado para él.
—Lo que oíste —dijo Brent con insolencia —. Ya estoy algo cansado de que Chris me rompa las pelotas cada vez que Woods gana una puta carrera.
¿Yo? ¿En qué momento he hecho eso? Oh, no. A mí no me van a meter en problemas que ellos solitos se metieron.
—¿Eso es verdad, Chris? —Preguntó Ryan con cierta sorpresa en su voz.
Sé que no lo hice, pero Brent lo dijo para apaciguar la reacción de Ryan, lo cual me enojaba más porque el otro dudaba de mí y puede que tenga razones, y al igual sabía que me gustaba Woods como corredor y no él. Sin embargo, no tanto como para tener esa clase de comportamiento.
Aparantemente.
—Puede. —Me encogí de hombros. Bueno, si confiaras en mí, sabrías que no soy así, pero voy a dejar que lo creas.
—Entonces me alegra haber perdido —dijo con total naturalidad. Su respuesta me dejó, además de sorprendida, confundida hasta el límite.
—Así, ¿por qué? —preguntó Norah con curiosidad.
—Su... suficiente —interrumpí —. Ry... Ryan, creo que deberíamos dejar que ellos descansen.
—Pero yo quiero escuchar su respuesta —replicó Norah.
—No me importa —dije imponente —. Nos vamos Ryan.
—La chica es la que manda —contestó él sonriendo, mientras se levantaba del puesto —. Gracias por la cena, chicos.
—Qué va, niño bonito —Norah hizo un ademán —. Gracias a ti por venir a ayudar.
—Estoy de acuerdo con mi chica —habló Brent —. Apreciamos que te hayas tomado la molestia.
—Ninguna molestia. —Rió —. De no ser porque Christine me invitó a pasar, no hubiera conseguido divertirme tanto como hoy.
—Vamos. —Interrumpí tanta formalidad, tomando a Ryan del antebrazo, mientras lo dirigía a la salida —. Te debemos la lavada de los trastes, Norah.
—No hay problema, Chris. Ya los lavará Brent.
—¿Yo? —preguntó el esposo de mi amiga, sorprendido por tal ofrecimiento que nunca hizo.
—Claro, mi amor. A no ser que prefieras cambiar pañales. —Norah sonrió con malicia.
—Con gusto lavaré los trastes, cielo, estaré feliz de poder ayudarte.
Todos reímos.
—Voy por mi motocicleta, Chris. —Avisó Ryan, cosa que me alegraba porque tenía la oportunidad de hablar un momento con Norah.
—¿Qué rayos fue eso, Norah Black? —pregunté en un susurro bastante hozco
—¿Que fue qué? —preguntó con una sonrisa como si nada. Le fulminé con la mirada —. Ay, Chris, relájate. Solo estaba tanteando el terreno.
—Esto no... no es un juego.
—Lo sé y por eso hice lo que hice.
—Tú y Sam va... van a conseguir matarme de un disgusto.
—No seas exagerada. — Rió —. Pero, ¿sabes que el tonto de Sam tenía razón?
—¿En qué? —pregunté confundida.
—A ese chico le interesas. Y bastante.
—Basta de decir to... tonterías tu también.
—No, Christine, no es ninguna tontería —me corrigió con seriedad —. Sé que no debería decir esto, pero debes escuchar a Sam y aprovechar a ese chico lo más que puedas. Esa chica de la que tú hablas no es nada si te centras en el objetivo.
—Suficiente por hoy.
—Chris...
—No. Ya no... — Fui interrumpida por el pito de la motocicleta de Ryan —. Me tengo qu... que ir.
—Está bien. Pero esta conversación no ha terminado.
Sin contestar, me dirigí hasta donde estaba el chico atractivo esperándome con el casco en su antebrazo para dármelo.
—Ten. —Me lo dio, sonriendo. Yo no pude devólversela.
—Gracias. —Monté en su motocicleta con cuidado y vacilante, me sujeté de su cuerpo. Aún no me acostumbro.
Como siempre, en el camino siempre es silencioso debido al ruido. Pero esta vez no pude callar cuando vi que no íbamos para el departamento.
—¡Creo que te has pa... pasado! —Intenté sonar lo más clara posible para que pudiera escucharme.
—¡Lo sé!
Ahora si que me tenía al borde de la locura. ¿Cómo que no íbamos al departamento?
Después de que mi mente me diera unas posibles opciones hacia donde íriamos, vi que ya no valía la pena seguir pensando cuando nos detuvimos. Sorprendentemente, era uno de mis lugares favoritos en esta ciudad. Un parque que solía ir desde la primera vez que comencé a vivir por mi cuenta. Como casi no conocía a nadie, pasaba el rato en aquél lugar, luego ya fue como una especie de rutina.
—Pensé que podríamos hablar al aire libre. —Se encogió de hombros, mientras bajaba de la motocicleta.
—¿Có... cómo sabías que me gustaba este parque?
—¿Así? —preguntó sonriendo —. Pues, me alegra, pero no lo sabía.
—No te creo.
—En serio, Chris. No lo sabía. Sin embargo, gracias por el dato. —Tomó mi mano, mientras me halaba para sentarnos en la zona verde —. Ven, vamos a sentarnos.
—Creí que íbamos a ha... hablar en el departamento —dije para romper algo de tensión.
—Sí, pero luego pensé que así escaparías y te encerrarías en tu habitación por si algo iba mal, entonces preferí no arriesgarme.
—Eso no es verdad —repliqué.
—Yo creo que sí —dijo en un cantico.
—Bien, ¿va... vamos a hablar o vas a molestarme?
—Las dos cosas —dijo riendo.
—Basta.
—Bien. Quiero empezar yo... — Suspiró —. Esto es realmente incómodo. —Esto último lo susurró.
—De acuerdo. —Comenzaba a ponerme nerviosa.
—Sé que en estos días no me he comportado muy bien contigo...
—No te preocu...
—No, Chris —me detuvo —, déjame aclarar las cosas, por favor.
—Vale.
—Como decía, no he sido muy amable y sé que todo se puso muy incómodo entre nosotros. —Suspiró de nuevo —. Lo siento por ello. Pero hay cosas que realmente me confunden de ti y no sé de qué manera actuar cuando sé que podrían molestarte ciertas cosas. Ugh, me vuelve loco y es frustrante.
Oh, ¿en serio, Ryan? No me digas. —Nótese mi sarcasmo. ¡Es él el que me confunde a mí!
—Bien, a... aprecio tu sinceridad —dije de lo más amable —, pero tú eres el que me confunde con tus actitudes extrañas y yo no sé que hacer. Un día e... estás bien y el otro me tratas de una forma grosera como la primera vez que me viste...
—¡Porque tú te alejas de mí! —exclamó interrumpiéndome, lo cual me dejó impactada.
—Eso no es ci... cierto.
—Claro que lo es, Christine. No entiendo de qué huyes.
—No huyo de nada, Ryan. ¡Solo... solo te doy tu espacio! —Otra vez estaba entrando en pánico. No podía creer que estábamos teniendo esta conversación.
—¿De qué hablas? —preguntó más calmado.
—Para qu... que pases más tiempo con Brittany —mentí. Prefería eso a que descubriera que era porque tenía sentimientos por él.
—Eso no es cierto —dijo inseguro.
—Claro que lo es.
—¿Por qué lo haces? —preguntó. Yo le di una mira confusa —. Yo no te lo he pedido.
—Sé que no me lo has pe... pedido...
—¿Entonces? —preguntó escéptico.
—De... deberías pasar más tiempo con ella. Así pueda interesarse en ti. —Alguien que me de un tiro por estúpida, por favor.
—Pero también quiero pasar tiempo contigo, Chris —dijo con suavidad —. No puedes tomar la decisión por ti sola.
—¿Qué... qué pensará Brittany después? —pregunté —. Quizá hasta celo...
—Ella tendrá que aceptarte como mi amiga. Así que deja las estupideces.
Estupidez es la que me has dicho tú. Yo no quiero tu amistad, hombre.
—¿Ya son oficial? —pregunté imprudentemente. Ups. Se me salió.
—No. —Tensó la mandíbula —. Aún.
¿Le molestaba que no fueran oficiales? Vaya, cada vez creo que va a ser más difícil entrar en el juego.
—Verás que funcionará —Le animé.
—Sí, como sea. —Hizo un ademán —. Igual no vinimos a hablar de ella. No ahora. Vamos a hablar de nosotros.
—Está bien —dije, desviando la mirada debido a la intensidad de sus ojos. Sin embargo, creo que fue lo peor que pude haber hecho porque justo diagonal a Ryan, se veía a Calvin. ¿Qué carajos hacía por aquí? —. Mierda —susurré.
—¿Pasó algo? —preguntó un preocupado Ryan.
—¿Ah? —Forcé mi mirada hacia Ryan para que no sospechara —. No. Nada. ¿Po... podemos irnos ya?
—¿Por qué?
—Porque si Ryan, ya... ya me quiero ir. —Intenté levantarme, pero él me lo impidió dándome una mirada inquisitiva. Yo no podía devolvérsela porque miraba detrás de él para ver a mi ex.
—Dime que pasa, Chris. ¿Hay alguien detrás de mí? —Su cercanía y Calvin me ponían súper nerviosa —. Voy a voltear si no me dices —amenazó.
—No. Espera —susurré rápidamente —. No voltees, por... por favor. No... No quiero que se de cuenta.
—¿Quién? —Preguntó, pero no contesté —. Christine, háblame o me temo que daré la vuelta.
—Es Calvin —dije casi inaudible.
—¿Calvin? —Me miró confuso.
—Mi ex.
—¿El idiota del supermercado?
—Ese mismo.
—¿Ya se dio cuenta de que estamos aquí? —Negué con la cabeza —. Entonces, esperemos que se marche.
—No. Vámonos ya, por... por favor. —Tomó mi mano.
—Chris, estás helada y pálida. ¿Tanto le temes? —preguntó, pero no consiguió respuesta de mi parte —. Caray, mujer, pero si no quieres que se de cuenta deja de mirarlo.
—Ryan... —La voz me temblaba. Ya no podía hacer nada.
—Dime.
—Se ha dado cuenta. Cr... Creo que viene para acá. Va... Vámonos ya.
—Chris, tranquilízate —Para sorpresa mía tomó mi rostro con sus dos manos, cerca del suyo para que centrara su atención en él —. No va a hacerte daño. No lo permitiré.
—Vámonos... Te... Te lo suplico —susurré nerviosa. Calvin no sabía que me había dado cuenta que lo vi, pero eso no era impedimento para venir a molestar por su cuenta. Lo podía ver por el rabillo del ojo.
—¿Se está acercando? —Ignoró mi pregunta. Yo sólo asentí, no podía pensar en más nada. Calvin iba a venir a fastidiar, estaba segura —. Excelente.
De repente, ya todo el pánico, el nerviosismo y preocupación no estaban dirigidas a Calvin. Ryan había logrado que centrara su atención en él... porque estaba besándome.
Sus labios tocaron los míos suavemente y despacio como si se estuviera tomando el tiempo de saborearlos. Yo sólo me quedé estática porque jamás en la vida me esperé esto de parte de suya.
Al ver que intenté alejarme, tomó con fuerza mi nuca, pero a la vez con cuidado, para que no alejara mis labios de los suyos. Con eso, me di cuenta que quizá esta sería mi única oportunidad de poder besarlo, o al menos que él tuviera la iniciativa.
Así qué moví mis labios para devolverle el beso con la misma intensidad, mientras su precioso cabello estaba entre mis dedos. Él al ver que seguía su juego, con la otra mano sujetó mi cintura como para asegurarse de que no me iba a ir a ningún lado. Y es que no hacía falta porque no lo iba a hacer.
Casi pierdo el conocimiento con ese dulce y luego salvaje beso que me dio, de no ser porque aplausos de algún lugar intentaban interrumpirnos. Luego recordé por qué Ryan estaba haciendo esto y traté de alejarme de nuevo. Pero, él al final fue el que terminó el beso dándome un pequeño mordisco en el labio.
Santo. ¿Qué acababa de pasar?
Se despegó lentamente, mientras buscaba mi mirada con sus preciosos ojos. Yo se la devolví y él me dio una de esas sonrisas que te derriten, para luego centrar su atención en Calvin como si nada.
—Disculpa, ¿se te ofrece algo? —preguntó con toda la naturalidad del mundo. Yo creo que en vez de ser corredor, debería ser actor de Hollywood.
—¿A mí? —río Calvin —. Para nada. Sólo quería felicitarlos por el gran espectáculo que acaban de dar.
—Bien. No hacia falta, pero gracias —respondió Ryan con aspecto relajado, mientras me abrazaba de lado —. Puedes irte ya.
—¿Así que este es tu lugar? —Ignoró a Ryan, para hacerme la pregunta a mí.
—¿Disculpa? —Le miré confusa.
—Sí. ¿Cuanto cobras por la hora? —Ahora centra su mirada en Ryan —. Porque a mí me lo hacía gratis.
No sé en qué momento, pero ya Ryan se encontraba de pie en forma defensiva, así que por inercia hice lo mismo. No podía pasar nada aquí.
—¿Qué has dicho? —preguntó el chico atractivo en tono amenazante.
—Ryan, ignóra... ignóralo. Vamos. —Intenté tomarlo del antebrazo y llevarlo conmigo, pero él ni se inmutó.
—¿Qué? —preguntó Calvin con un fingido asombro —. ¿Te ofende que a ti esta mosquita muerta te cobre y a mí me lo dé gratis?
—Ryan... Por... por favor, por lo que más quieras, quédate quieto —le susurré.
—¿Sabes que no? —Respondió el muy idiota, ignorando lo que le pedí —. Creo que el único afectado por todo esto, eres tú.
—¿Yo? —rió Calvin cínicamente —. ¿Qué me va a afectar esta igualada? —Me señaló.
—Me lo estas demostrando con cada insultada que le das. Sólo porque crees que ella no se puede defender y tus palabras le van a doler porque crees que aún te quiere.
—¿Y estoy equivocado, amorcito? —me preguntó —. La verdad es que ella no me supera. No para de insistirme.
—Mentiroso —hablé bajo.
—¿Qué dijiste? —preguntó sonriendo con malicia.
—Repítelo, Chris. Déjaselo en claro —dijo Ryan, sin dejar de mirarlo desafiante. ¿Qué estaba planeando?
—Dije: «mentiroso». Eso eres —repetí.
Se le notó que no le gustó aquello porque enseguida borró su sonrisa y dio un paso adelante para molestarme, pero Ryan hizo lo mismo y yo no me moví, demostrándole que lo estaba desafiando. Que no me iba a esconder.
—¿Te crees valiente sólo porque él está aquí? Te recuerdo que no siempre lo vas a tener al lado.
Eso era verdad. Y sin pasar por alto que él iba a la empresa.
—No la amenaces —advirtió Ryan —. Así que si ya has tenido suficiente, puedes irte largando.
—Tú a mí no me ordenas nada.
—Mira, qué sorpresa. Ya lo estoy haciendo —respondió Ryan. Calvin sonrió, miró hacia otro lado como si estuviera pensando, y cuando volteó, sin pensarlo, le estampó un puñetazo en la cara a el chico atractivo.
Sabía que él no se iba a ir tan fácil. Tenía que joder en algún lado. Calvin siempre era así. Quería tener la última palabra en todo, ser el que toma las decisiones y que todo fuera a sus términos.
Ryan se sorprendió un poco, pero reaccionó en cuestión de segundos, devolviéndole el golpe. Y yo, me quedé como tonta viendo como se tiraban golpes el uno al otro. Si me metía, podría salir lastimada. Más de lo que ya estaba. Con todo esto, me hacía más que considerar de nuevo la decisión de conquistar a Ryan. Estaba a nada de volver a caer en un profundo agujero sin salida. Y él podría ser, o el que me hiciera volver, o el que me llevara lejos de allí.
El dilema era que no sabía si arriesgarme o no.
—Ryan, déjalo ya. Por favor —hablé bajo, pero lo suficiente para que él me escuchara. De la rabia que este tenía, no sé si logro hacerlo o no, pero en cuanto iba a darle otro puñetazo, se detuvo. Me había escuchado. —. Vámonos.
Él se levantó de encima del cuerpo inconsciente de Calvin, mientras me miraba con confusión. Era de extrañar obviamente porque yo no había mostrado ninguna emoción, ni me había puesto histérica o intentado separarlos.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó con suavidad.
—Al menos, déjalo recostado al árbol, McShane —dije ignorando lo que dijo.
—¿Estás enojada?
—¿Quieres hacerlo o lo hago yo? —pregunté tajante.
Él no dijo nada, sólo movió a Calvin y lo dejó sentado, recostado al árbol. Susurrándole que no se volviera a meter con él o conmigo porque le iría peor. Este sólo sonrió en medio de si inconsciencia.
—Vamos —hablé una vez que se puso de pie. Sin esperarlo, me dirigí a donde estaba la motocicleta parqueada.
—Espera... —Me tomó del brazo, antes de que siguiera, pero yo lo esquivé.
—No me toques, Ryan. —Le miré en tono de advertencia. Él no dijo nada. Sólo me dio el casco, y se subió a la motocicleta, espero que yo me montara para arrancar.
Cuando él llegó al edificio y aparcó en el parqueadero, sin pensarlo, me bajé de la motocicleta, quitándome el casco, y me dirigí lo más rápido al ascensor para poder tomarlo sin él. Si lograba ir rápido, llegaría a mi habitación sin verle la cara hasta que mi mente estuviera clara.
Mi plan se vio arruinado cuando iba pasando por la cocina y él suelta un comentario:
—Y ahora te vas a encerrar en tu habitación como haces siempre, ¿no? —soltó con rabia —. Todo lo que hablamos se va a la basura.
Me di la vuelta bruscamente para mirar ese atractivo rostro que me tenía con los pelos de punta y un nivel ilimitado de enojo.
—¡Tú lo tiraste a la basura con todo lo que hiciste! —señalé.
—¿Y bueno, pero yo qué hice? —preguntó inocente —. Si te das cuenta, el que empezó todo esto fue la mina de oro que te conseguiste como novio.
—¡Y tú le seguiste! —exclamé.
—¿Y qué querías que hiciera, ah?
—Lo que te decía una y otra vez; ignorarlo.
—¿Te funcionó alguna vez? —preguntó con escepticismo. La intención con la que lo hizo, me atravesó un poco mi lado sensible, pero logré recuperarme de inmediato.
—Tanto que me reprochas por el novio que tuve, y mira, la clase de compañero de piso que tengo... No hay mucha diferencia, ¿cierto?
—Christine, conmigo no tienes que lanzar comentarios hirientes para defenderte.
—Entonces deja de herirme tú —dije sin pensarlo, dándome la vuelta para irme. Si no lo hacía, podría decir cosas que me costarían bastante.
—Chris, espera...
—Déjame.
—¿Por qué estás tan enojada? —me detuvo.
—¡Te dije que te quedaras quieto! ¡Te lo advertí! —exclamé —. ¡Y tras de eso, vienes y me besas! ¡¿Cómo quieres que no esté enojada, Ryan McShane?!
—Exacto, Chris —hablo suave —. Me dijiste que me quedara quieto, no que no hiciera nada. Y son dos cosas muy distintas. Me mantuve quieto —explicó —. Pero él fue el quién dio el primer golpe, no ibas a pretender que dejara que me matara allí sabiendo que podía defenderme, ¿o si?
—Po... Podría haberte matado, Ryan —le expresé mi preocupación —. Calvin no... no tiene límites.
—¿Él es, verdad?
—No estás permitido preguntarme nada por como has actuado hoy. —Dio un sonoro suspiro como si le costara ceder.
—Está bien. Está bien, Christine. —Levantó sus brazos en señal de rendición —. Siento haberte hecho pasar un mal momento, pero no me arrepiento de nada de lo que pasó en ese puto parque, ¿me entiendes? Nada.
Con eso me dejaba claro que ni si quiera el beso, ¿verdad?
—Pues, deberías. Brittany, ¿recuerdas? —le sonreí con sarcasmo dándole a entender que me refería específicamente al beso. Dicho esto, me fui a mi habitación.
Antes de abrir la puerta, Ryan me detuvo, postrándome con suavidad a la pared al lado de esta.
—Puedes reprocharme todo lo que quieras, Christine Moore —susurró —, pero jamás vas a lograr hacerme sentir mal porque ayude a una amiga. Así qué aprende a vivir con ello y no metas a Brittany en esto. —Seguido de lo que dijo, chocó sus labios con los míos como dándole peso a sus palabras.