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parte 7

Kukulkan estaba con el rostro rojo y la mirada fija en Vash quien abrió los ojos con sorpresa. De todas las cosas que esperó de aquella mujer, la propuesta que le dio en ese instante fue la que menos esperó.

No era denso pero tampoco se aprovechaba de mujeres solo accedía a sus peticiones por el leve sentido de cortesía que aún tenía o al menos eso pensaba hace bastante tiempo que dejó de sentir siertas cosas después de que su cerebro fuera pulverizado por hastur y Howard tuviera que arreglarlo

Kukulkan estaba nerviosa.

No sabía si el hombre aceptaría, tenía miedo del rechazo.

De salir de la habitación y caer en la nada al igual que en aquel sueño.

Una mano que la empujó hacia adelante. Kukulkan estuvo atenta cuando fue levantada de un tirón de la mano del hombre.

― ¿Es eso lo que quieres? ―Vash le dio una pregunta de últimas instancias para que la mujer pudiera estar al total control de la situación, una falsa sensación de paz o de mostrar algo real, todo eso mostrándole lo que más quería ver.

―Sí... ―por fin había caído la afirmación de la boca de Kukulkan, su cuerpo estaba caliente, el hecho que Vash estuviera tan cerca, que la forma en al que su sola presencia le impusiera a diferencia...

Kukulkan dudó. La viva imagen de su maestro sonriéndole, los momentos que pasaron juntos pasaron en su mente, la forma tan amable de ser y cómo este siempre le recibía con una sonrisa a penas se encontraba.

En cambio, el hombre que tenía en frente era algo cruel con ella, burlesco y no estaba ligado solo ella, había otras personas en la vida del hombre también, ella no podría ser especial sin importar lo que hicieran, pero aun así...

¿Por qué el deseo personal estaba ganando por encima del deseo de otros?

¿Cuál era el deseo de otros?

Kukulkan evaluó su posición. Nadie le diría nada sobre su accionar, Kama no varió en lo absoluto más allá de su relación estropeada con el maestro, pero quitando ese hecho, ¿había otra persona que la condenase?

La mano de Vash subió. Tomó la trenza de lado de la cara de Kukulkan y la levantó suavemente. Kukulkan siguió las acciones del hombre con la mirada, como este acercó su pelo a su rostro y parecía olerlo.

El corazón de Kukulkan latió con fuerza. Fue la primera vez que una acción como esa tomó tal control de su cuerpo, como si su cuerpo bombeara más allá de lo que podía.

Excitación.

―Yo... ―Kukulkan intentó decir algo, las palabras de su boca se cortaron por la sonrisa fragmentada de Ritsuka.

― ¿Sí?

Ahí estaba aquella voz que hizo que su cuerpo mismo se calentara por el mero hecho de escucharla.

―Hagámoslo, quiero sentirlo, por favor... ―un ruego salió de la boca de Kukulkan, su estómago ya no estaba quemando, pero aun así sentí que lo deseaba.

Kukulkan no se dio cuenta que la marca en su vientre había desaparecido por completo.

Ella estaba respondiendo bajo su propio juicio y culpando a aquella marca que ya no se encontraba presente.

"Si es algo hecho por la diosa del amor es inevitable" Kukulkan pensó eso mientras que sonreía, una sonrisa temblante y emocionada cuanto más vio el rostro de Vash acercarse. La respiración de ambos se mezcló en cierto punto, estaban a nada de besarse. Kukulkan humedeció los labios, entrecerró los ojos y esperó, esperó que el contacto se diera, incluso ahora sin darse cuenta estaba frotándose sus muslos esperando.

El beso nunca llegó.

Los ojos de Kukulkan se abrieron ante el rechazo repentino.

―Estás con el maestro, supongo que no deberías-

― ¡No importa!

El grito desesperado de Kukulkan salió. La mujer se puso de pie y abrazó al hombre, la única reacción de sorpresa que sacó hasta ahora fue esa, Vash bajó la mirada viendo a la mujer que había puesto la cabeza en su pecho. Ambos se miraron una vez más.

―Solo... no por favor, si estoy un segundo más así ―Kukulkan estaba llorando, el cuerpo le ardía, su entrepierna clamaba y su mente se nublaba―. Me volveré loca, haré lo que quieras, por favor, solo házmelo también.

Kukulkan se deslizó por el cuerpo de Vash hasta caer de rodillas y abrazar las piernas del hombre. Agachando la cabeza Kukulkan se quedó intentando recuperar el aliento.

Vash se separó y temió lo peor.

Eso hasta que una mano se posó en el mentón de la mujer y le levantó la cabeza.

―Supongo que no puedo negarme a tan encantadora dama ―Kukulkan sonrió, sonrió gratamente, feliz de ser aceptada, a sabiendas que por fin lo recibiría, que por fin terminaría.

No le importó la sonrisa petulante y la mirada juguetona que recibió por parte de Vash.

Ella solo pudo culpar nuevamente a aquella marca en su cuerpo por dejarla así.

Los labios de vash y los de Kukulkan se encontraron cuando el hombre cerró distancia. El cuerpo de Kukulkan se rindió, los brazos que habían estado abrazando al hombre cayeron sin fuerza, los ojos de Kukulkan fueron hacia atrás ante el cambio tan brusco provocado en su cuerpo.

Un leve chillido salió de la mujer cuando brazos pasaron por debajo de ella para levantarla, dejando que ella caiga en la cama solo para que continuar el beso. Kukulkan sintió que su cabeza daba vueltas, sintió la mano de Vash yendo por su cuerpo, quitando la ropa que llevaba con facilidad.

¿Realmente el hombre estaba acostumbrado a algo así?

Después de unos segundos más sintió como el hombre se separó. El hilo de saliva recorrió unos centímetros antes de romperse. Kukulkan sonrió ante aquello, la sensación de estar ante alguien así.

Fue una completa para ella.

―No pensarás estar vestida todo el tiempo, ¿no? ―Kukulkan entendió lo que quiso decir Vash. Llevó una mano y bajó los cierres de las botas rápidamente de cada lado para dejarlas a un lado, las medias altas color negro bajo estas no significaron un problema así que lo dejó a post de quitarse la parte superior de la ropa mucho más rápido.

La chaqueta cayó a un lado y la arrojó a una esquina, quedó con la ropa interior y notó como Vash ya había quitado el enganche de la parte posterior de su ropa mucho antes de otra cosa. La sonrisa de Kukulkan aumentó cuando dejó caer el sostén y luego extendió las piernas para pasar su ropa interior y que se deslizara.

Antes de que ella lo supiera estaba quitándose las medias de antes para quedar completamente expuesta mientras que se sentaba en la cama. Ante ella Vash se había quitado aquella camisa negra y mostró su torso.

Completamente diferente de lo que había visto hasta ahora. Si bien muchos Servants solían andar con la parte superior expuesta, eran pocos los que llevaban las cosas a ese punto.

De lo que escuchó de Vash era un humano o al menos eso afirmó el. ¿Y realmente aquel estado algo que se podía lograr como humano?, conocía el cuerpo de los semidioses, la mayoría de ellos fueron bendecidos por la fuerza absoluta, otros al tener bendiciones no necesitaban entrenar, pero entre los que entrenaban quedaban algunos que parecían imposible de llamarlos humanos.

Era por eso que encontrarse con esto, un cuerpo esculpido perfectamente con cicatrices de batalla que hablaban de peleas fuera de la imaginación humana, un cuerpo perfecto. En parte ahora podía entender porque ciertos sirvientes perdonaban al hombre para pasar un buen rato.

Vash estaba ahí, parado sin camisa y zapatos, pero Kukulkan en vez de verlo moverse hacia ella se quedó de pie. Pudo ver el bulto formado en sus pantalones, así que no comprendió que fue lo que le hizo detenerse.

―Antes estabas rogando, ¿no lo harás tú? ―Kukulkan no entendió, pero al parecer su cuerpo sí al moverse acorde lo que se le pidió, se puso de rodillas y desabrochó primero el broche del pantalón con las manos―, ¿qué haces?, no uses las manos.

Kukulkan se quedó quieta sin entender como podría hacer algo sin las manos, miró la cremallera y como podía bajarla.

La proximidad que tuvo le dio una idea.

Acercó el rostro y con los dientes tomó el cierre para bajarlo. Sintió como la presión al ultimo tramo aumentó hasta que terminó de bajarlo y fue cuando sintió algo golpear su barbilla.

Kukulkan tragó.

Incluso sin que el hombre estuviera liberado abajo ya hubo una diferencia brutal en lo que podía considerar con su maestro. Kukulkan estuvo en trance hasta que volvió a subir la cabeza y morder la parte superior de la ropa de Emiya para bajarla y fue por fin que pudo liberar lo que ella estaba esperando.

Al estar de lado y haber bajado la ropa interior del hombre con su boca casi al instante en que llegó a la punta y dejó que fuera lo que buscó este se tensó rectamente y ahora llegando hasta la parte superior de la nariz quedando frente a sus ojos. Kukulkan miró en silencio de manera perdida y la boca abierta.

―Buena chica ―una mano bajó y le dio unas palmaditas. Kukulkan no supo cómo sentirse ante el trato obviamente degradante que le estaban dando.

Solo sonrió gratamente para responder.

―Gracias ―Kukulkan comentó feliz de ser reconocida por algo tan simple. Su cuerpo estaba temblando, ella no podía esperar y ya estaba incluso lista desde que entró en la habitación―. Entonces podrías...

Kukulkan sonrió cuando Vash la levantó en brazos, se sintió bien, como si fuese una princesa siendo cargada por su príncipe o su caballero, solo que en este caso la espada iba a apuntar hacia ella.

―Impaciente entonces ―Vash no comprendió del todo la situación, creyó que la mujer estaba interesada en el maestro, pero el verla ahí tan feliz con la mirada tan perdida y la disposición que presentó.

¿Por qué debería rechazarla?, Vash no fue quien le hizo algo a la mujer, fue Kukulkan quien llegó con sus propios pies a su habitación solicitándole que follaran.

No es que estuviera ajeno a esta situación. Probablemente ciertos sirvientes masculinos estaban también acostumbrados a esto, no era nada nuevo, las relaciones entre sirvientes fue algo casual, nadie opinó en contra de nada.

Fue por eso que besó con ánimos a Kukulkan. La mujer estaba feliz con el trato que estaba recibiendo, además había solicitado que le trataran al igual que Morgana, lo cual desconcertó un poco a Vash.

Kukulkan no parecía del tipo que disfrutara placer desenfrenado, pero incluso eso se puso a duda y prueba rápidamente para mostrar que incluso un poco de abuso verbal hacia que el cuerpo de la mujer reaccionara.

Ella estaba deseando bastante esto.

¿Pero no se acostaba con el maestro en todo caso?

Vash sintió curiosidad, pero tampoco es que le importara en la totalidad lo que llevó a Kukulkan a abrazarlo con tanta desesperación y rogarle entre gemidos que la follara.

Descartó la mayoría de ideas estúpidas porque sabía que Kukulkan no era la más inteligente de la organización. Vash adjuntó todo a la probabilidad que hiciera algo como la diosa que era.

Y fue el seguir sus instintos.

Se puso delante a ella con el miembro erecto, Kukulkan no parecía estar en sí pero no había nada más que mostrara algún signo de control.

Lo que significaba que aquella era la verdadera naturaleza de la mujer.

"Interesante" Vash se dijo antes de sonreír de lado y jugar, pasando de un lado a otro sin meterlo en la mujer quien estaba moviendo las piernas con la vana idea de que así entraría.

Kukulkan estaba desesperada. Y Vash pensó que sería bueno molestarla.

― ¿No deberías pedirle esto al maestro? ―la boca de Kukulkan estaba abierta, la mirada absorta en el hombre quien no para de molestarla solo subiendo y bajando frente a ella, pero sin entrar.

―No... ―Vash alzó una ceja ante la falta de concentración de la mujer―. No puede, nunca puede...

Vash abrió los ojos y luego suspiró entendiendo como había llegado todo a este punto.

Entonces lo que le contó Kama sí era cierto.

Curioso por decirlo menos, y siendo ahora Kukulkan como estaba era obvio que nunca había visto algo así en Chaldea y mucho menos experimentado algo real.

Pero eso no significa que el hombre no la molestara de todas formas. Si había venido todo el camino hasta este lugar para ofrecerse, ¿quién era él para mandarla de vuelta?

―Entonces deseas que lo hagamos.

―Sí...

Vash vio como la mirada de Kukulkan jamás se levantó de su miembro.

―No te escucho convencida ―el hombre al menos quería ver que era lo que la mujer deseaba mostrar.

―Por favor...

― ¿No amas al maestro? ―la pregunta de Vash fue cruel, de hecho, hasta tuvo la intención de sonreír por la concentración de la mujer.

―No... ―un susurro casi inaudible salió de Kukulkan.

Vash quería jugar un poco, así que decidió molestarla un poco.

―No escucho lo que dices querida ―Vash respondió viendo como Kukulkan se asustó cuando dio un leve movimiento hacia atrás.

― ¡No lo necesito, solo hazlo, realmente te quiero! ―Kukulkan se cubrió el rostro con el antebrazo en este punto.

Ella estaba desechando cualquier orgullo con tal de poder aplacar el calor de su cuerpo, como este quemaba, picaba y se retorcía desde dentro.

No le importó rebajarse con tal de que se cumpla por fin la calma que tanto anhelaba.

¿No era la culpa de Ritsuka al final al no darle lo que ella necesitaba?

Las culpas externas seguían llegando, las excusas en la mente de Kukulkan tomaron más fuerza y comenzó a señalar a quienes la dejaron así.

A las sirvientas aquella vez que fue a las aguas a relajarse.

A Kama por la maldición que le dio de no poder complacerse a sí misma para evitar ideas secundarias.

Su cuerpo porque no parecía reaccionar como quería.

Y especialmente a su maestro que no pudo darle lo que necesitaba.

No fue su culpa.

Kukulkan no se culpó a sí misma.

¿Por qué debería hacerlo cuando era la falta de los demás lo que la había arrinconado en esta clase de situación?

―Entonces supongo que serás una buena chica ―Vash fue suave, suave en palabras mientras que veía como los ojos de Kukulkan se iluminaban ante la idea de aquel trato.

― ¡Por supuesto! ―Kukulkan estaba feliz, sonrió con ánimo y miró al hombre a los ojos―. ¡Seré la diosa que necesites!

La saliva cayó de la comisura de los labios de Kukulkan ante aquel arrebato. Ella ya no deseaba ser la diosa perfecta de la humanidad, si realmente Vash quien mejor conocía a los humanos.

¿Por qué no ser su diosa perfecta?

―Buena chica ―Kukulkan sintió que su cuerpo se desmoronaba cuando por fin, todo lo que ella había estado esperando, aquella cosa con la que había soñado.

Por fin entró dentro de ella.

―Deberás seguir lo que diga ―Vash comenzó a moverse, no fue suave, incluso cuando vio como las piernas de Kukulkan parecían zarandear a su alrededor por la fuerza con la que se movía, pero no se detuvo, la persona bajo suyo era una diosa.

Algo como esto no le haría nada.

Fuerza y velocidad con un tamaño que no eran comparables. Kukulkan solo pudo pensar en el placer y el momento que por fin se había dado.

Ella llegó al límite rápido, incluso antes de lo que jamás había esperado, no hubo necesidad de pensar o relajarse cuando ella tuvo por primera vez un orgasmo al momento de tener sexo.

No hubo descanso porque Vash no se detuvo en lo más mínimo. La risa descontrolada y vaga de Kukulkan salió sin poder completar nada en particular, la mente de la mujer había ido a un estado en blanco.

El hombre jamás se detuvo, incluso cuando ella llegó al límite por segunda vez, Vash no bajó el ritmo, no la miró como si debiera detenerse o mostró algún signo de piedad.

Kukulkan estaba abrazando con fuerza al hombre, ambos se estaban besando, la respiración irregular de Kukulkan ya había llegado al punto que le hacía separarse más y más seguido de los besos.

Pero el hombre no la dejaba ir.

Kukulkan sintió como por tercera vez su cuerpo cayó al límite y fue ahí que por primera vez que el hombre también terminó en ella. Los ojos de Kukulkan estaban fijos en su estomago y la sensación de calor al ser llenada desde dentro, podía sentirlo, la cantidad y el peso de lo que estaba cayendo en su interior.

Los brazos de Kukulkan cayeron a los lados. Ella se sintió satisfecha, saciada por primera vez, tanto así que su mente parecía volver, su cabeza dejó de ir y venir para poder presentarse y contemplar el calor que sintió del cuerpo del hombre.

Cerró los ojos y relajó su cuerpo.

― ¿Qué haces? ―Vash llamó haciendo que Kukulkan lo mirara sin comprender.

No hubo respuestas de la mujer cuando gimió con fuerza cuando el hombre volvió a moverse con la misma intensidad de hace unos instantes. Kukulkan sintió como era golpeada, ella pasó de estar acostada en la cama a ser jalada y ser bajada en el regazo del hombre quien la movía rápidamente.

― ¡Espera! ―Kukulkan estaba recuperándose, había llegado tres veces seguidas al clímax. Miró el reloj de la habitación y se sorprendió del tiempo que había pasado.

No había sido ni siquiera una hora.

― ¿De qué estas hablando? ―Vash movió su cuerpo para levantar más alto a la mujer quien empezó a gemir más fuerte cuando el hombre entró y salió de ella mucho más rápido―. Me pediste que te trate como a la reina Morgana, pero ni siquiera ha pasado media hora, aún tenemos bastante tiempo .

Los ojos de Kukulkan se abrieron ante esa revelación, pero no se alejó, su cuerpo mismo deseaba aquello, entonces alzó las manos y abrazo al hombre que había comenzado a morderle los pechos y el cuello.

Kukulkan miró a la nada pensando en lo que vendría, si ella ya estaba en aquel estado.

No supo si podría reconocerse al final de la noche.

...

¿Cuánto tiempo había pasado?

Kukulkan ya no sintió el paso del tiempo como algo breve, incluso con lo que había llevado viva como dios y las cosas que había vivido.

Jamás una hora le había parecido tan larga.

Su consciencia se fue y vino constantemente, no fue a causa de algún dolor, fue mayormente por el placer, placer que la intoxico.

Ahora pasando más de tres horas de haber estado cayendo y despertando ya no pudo pensar con claridad. No vio la marca en su vientre que le había dejado Kama, pero podía jurar que fue la culpa de la mujer que ella estuviera así.

¿Por qué ella había llegado a ese estado?

Kukulkan se preguntó aquello mientras que sintió como las manos de Vash iban a su cuello, ella había dicho que se detenga y en compensación por "ser una mala chica" el hombre le había apretado el cuello sin dejar que su consciencia se fuera.

Dominio.

Ella no tuvo nada que hacer, no cuando todo lo que pudo pensar era en el placer que aquel hombre le daba. Otra cosa que Kukulkan había perdido la cuenta fue de las veces que llegó a un orgasmo.

Fue totalmente diferente a lo que alguna vez experimentó con el maestro.

¿Por qué se había negado hasta ahora a reconocer que deseaba algo como esto?

Kukulkan entendió ahora porque Kama se había acercado al maestro al principio para dejarlo. Ella había escuchado que el herrero estaba lidiando con varias mujeres, pero a diferencia de Vash, estas simplemente no se alejaban.

―No pienses en nada inútil.

El reclamo de Vash vino con un asentimiento frenético por parte de Kukulkan.

Hacia ya unas horas que su garanta estaba seca y sumado al hecho que no podía respirar apropiadamente solo sintió que estaba siendo restringida a mover su cuerpo, algo que le gustó, eso fue lo que debería hacer de todas formas.

Moverse por Vash.

Kukulkan sintió su estómago a desbordar, incluso el hombre le había quitado la virginidad anal cuando ella se giró para intentar ganar algo de tiempo para recuperarse. Lo único que Kukulkan ganó fue una llave al cuello por la espalda y el hombre siendo incluso más agresivo.

Kukulkan maldijo su cuerpo por estar tan a gusto por la situación, situación que jamás se podría haber dado con su maestro.

¿Por qué había sido tan tonta de evitar esto por tanto tiempo?, no es que fuese solo carnal lo que sintiera ahora por Emiya, lo había visto por tanto tiempo, desde que llegó en Chaldea hasta ahora y fue en este momento porque no pudo dejar sus ojos de él.

Él debió ser el destinado para ella, no pudo encontrar otra explicación cuando su cuerpo era tan compatible con el hombre.

Lo necesitaba, necesitaba aquel placer para siempre.

Ella no lo dejaría ir a como dé lugar.

...

Vacío.