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Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Hiện thực
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Llamada telefónica:

—Me informaron que Keny está en el aeropuerto, tratando de sacar a su familia del país, Señor.

—¡Que maravilla! Tendremos la cena servida hoy. Ya sabes que hacer. Tráelos a la cabaña, ahí los estaré esperando para darles la bienvenida. No dejes escapar a ninguno.

—Como ordene, señor — colgó la llamada.

—Asegúrate de que no se desarregle la mocosa, es media torpe y tardará en recuperarse.

—Sí, señor.

—Encárgate de conseguir más hombres para que vigilen la casa. Enviaré a dos, al menos mientras contratas a más. Ya luego me encargo de discutir las reglas con ellos. Por otro lado, no dejes que salga de la casa mientras no estoy.

—Como ordene, señor.

Salí de la casa y me dirigí a la cabaña, donde me encontraría con mis hombres y con Keny. Estuve esperando hasta que por fin llegaron. Según los metieron, los dejaron caer a los tres de rodillas.

—Cuanto tiempo sin verte, Keny. ¿Qué hay de tu vida?— abrió sus ojos de par en par al verme.

—¿Qué está pasando aquí, John? —preguntó asustado.

—Pensé que tú ibas a saber. No te ves muy contento de verme. ¿Puedo saber la razón?

—¿Por qué estás haciendo esto? Deja libre a mi familia.

—Me temo que estás pidiendo mucho. No sabía que tenías una hermosa esposa y una bella hija. ¿Cuántos años tienes, muñeca? — traté de acariciar la mejilla de la niña, y giró su rostro.

—No toques a mi hija, John.

—¿No te educaron bien, niña? Te hice una pregunta, ¿Cuántos años tienes?

—19— respondió temblorosa.

—Oh, eres mayor de edad, pero pareces como de quince.

—¿De qué se trata todo esto, John? ¿Por qué tienes a mi familia aquí?

—Haré la pregunta directamente, ya que parece que te quieres hacer el idiota. ¿A quién me vendiste, cabrón?

—No sé de qué hablas.

—¿No sabes? —arqueé una ceja—. No sabes, ¿Eh? — caminé hacia la esposa y me agaché—. ¿Y tú cuántos años tienes, linda?

—¡Déjala! —gritó asustado.

—Pues habla, tú más que nadie conoces el protocolo. Cada pregunta que haga y no respondas, será una parte menos que le iré cortando a tu esposa. Espero pienses darme una respuesta rápido, porque me estoy impacientando.

—No lo hagas, por favor— me rogó, y saqué mi cuchillo del pantalón.

—¿A quién me vendiste?

—¡Fueron los Roberts, señor!

—¿Los Roberts?

—Sí, luego de ese rumor de la muerte de Leonardo, todos se reunieron y están planeando matarte; a ti y a esa mujer que dices que es tu hermana. Todos saben que ella no es tu verdadera hermana, y están investigando para dar con ella. Leonardo había dejado unos documentos por si le sucedía algo, les harían llegar esos documentos a la organización de los Roberts. Unos documentos que escribió dos días antes de que lo encontraran muerto.

—¿Qué decía esos documentos?

—Realmente no lo sé.

—¿Así que ese cabrón se imaginaba que yo iba a matarlo e hizo todo eso? Muy interesante la cosa. El viejo no era tan imbécil como creí, ahora entiendo porque tengo tantos enemigos últimamente. Parece que me va a tocar cazarlos a todos, porque no planeo dejarlos ganar. ¿Qué saben de mi hermana?

—Todo, saben que ella no es hermana tuya. Todos se preguntan quién demonios es y porqué apareció contigo de la nada.

—No me agrada escuchar eso. No sabía que estaba tan vigilado. ¿Qué información les pasaste de ella?

—Todo lo que sabía.

—¿Sobre la universidad también?

—Sí.

—Por tu culpa me la dejaron casi sin una pierna a la pobre.

—Yo no sabía que era tan importante para usted, señor.

—¿No lo sabías? Hasta los otros días pensabas que era mi hermana, y planeaste todo esto a mis espaldas. ¿Ahora dices que no sabías que era importante para mí?

—Nunca creí ese cuento de qué era su hermana, no sé parece en nada usted, en ningún aspecto.

—Por supuesto que no iba a parecerse. Si fuéramos iguales, la convivencia no iba a funcionar. No sabía que estabas tan interesado en mi vida, pero veo que eso de espiar no se te da bien; de lo contrario, ya te hubieras dado cuenta que ella no es mi hermana, si no mi mujer. ¿Estás entendiendo en el lío que estás metido? —miré a su esposa y abrió sus ojos de par en par.

—Escúchame, John. Te juro que no lo sabía, jamás hubiera imaginado eso.

—"Ojo por ojo, diente por diente", ¿Ahora entiendes el refrán, Keny?

—Aléjate de mi mujer, por favor — me rogó tembloroso.

—¿Por qué tienes esa cara de pánico? ¿Acaso sabes lo que va a ocurrir ahora?—sonreí.